Fachos y progres actuales: qué tienen en común y cómo combatirlos
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Quiénes son los fachos
Los actuales progres tienen poco y nada que ver con lo que se llamaba progresista en el siglo XX (la socialdemocracia y en algunos contextos el liberalismo).
De manera similar, los fachos de hoy tampoco tienen mucho que ver con los fascistas originales. Personalmente, prefiero la palabra reaccionario para denominar a quienes reaccionan negativamente ante los avances en igualdad e inclusión -los reales y los ilusorios- que favorecen a la mujer y a minorías. Pero no puedo ignorar el peso que tiene la palabra "facho" en mi cultura.
En el siglo XX -al menos en Argentina-, "facho" era una manera despectiva de llamar a los fascistas (como "nazi" lo es para "nacional-socialista"). Luego se empezó a usar "facho" para señalar a cualquiera que perteneciera a una derecha autoritaria. Por ejemplo, a miembros del nacionalismo católico, que es algo distinto del fascismo. Hoy la palabra "facho" es utilizada por la izquierda y el progresismo con aun menos rigor, y puede caer encima de cualquiera que tenga opiniones de derecha o incluso de centro.
Los fachos y progres actuales vs. los viejos fascistas y progresistas
Los fachos y progres actuales no son la continuidad actualizada de los viejos fascistas y los viejos progresistas. A esos todavía les importaba la realidad material más que la realidad simbólica, se organizaban para ganar la calle, y varios de ellos eran individuos formidables. Estos fachos y progres son un fenómeno nuevo, propio de esta época decadente de la civilización capitalista (bautizada "posmodernidad").
La civilización de los viejos fascistas y progresistas era todavía una civilización en ascenso, en transición del carbón al petróleo como principal recurso energético. Los progresistas querían perfeccionar su civilización industrial para que incluyera a obreros, mujeres y minorías, conservando las jerarquías de clase y al Estado del capitalismo. Los fascistas querían refundar su civilización sobre valores tradicionales y heroicos, que incluían la subordinación de las mujeres y la eliminación de minorías e incluso de otros pueblos. La relación de los progresistas con su civilización era reformista, en cambio los viejos fascistas eran revolucionarios.
La relación de los actuales fachos y progres con su civilización es mucho más patética. Esta civilización está en decadencia y si su actual curso continúa, se dirige a un colapso. El reformismo inclusivo de los progres es equivalente a pelear por la distribución justa de los camarotes en el Titanic, luego del choque con el iceberg(1). ¿Qué hacen los fachos? Bloquear lo más posible esos camarotes. Su agenda se limita a oponerse al reformismo inclusivo de los progres, sin realizar ningún cambio a la civilización. El reformismo de los progres es mucho más tibio que el de los viejos progresistas. Los fachos actuales son solo conservadores con poca o ninguna iniciativa propia. A lo máximo que llegan sus aspiraciones políticas es a votar a los políticos que les prometan revertir las reformas progres.
En cuanto a la relación de fachos y progres con la decadencia de esta civilización, los progres son directamente negacionistas. Para ellos todavía estamos en un poderoso tren que nos llevará a grandes maravillas. Los fachos, en cambio, sí reconocen una decadencia civilizatoria, pero para ellos no tiene que ver con la crisis climática ni de recursos producto del capitalismo, sino con que la gente LGBT pueda casarse. Así que, en los hechos, ambos se oponen a tomar las medidas sensatas que podría tomar gente que está en un barco por hundirse.
Lo común entre los fachos y progres actuales
El principal terreno de batalla de ambos sectores no es la calle, son las redes sociales.
Ambos sectores son un peligro para los movimientos sociales. La diferencia es que los fachos quieren destruirlos y los progres quieren cooptarlos para tornarlos inofensivos al sistema. Pero coinciden en su modus operandi:
Puro interés por el relato y poco interés por la verdad.
Superficiales para investigar y para argumentar.
Sucios para debatir.
Rápidos para victimizarse y para demonizar.
Altamente tribalistas.
Cero coraje intelectual y moral como individuos.
Los fachos y progres actuales son las personas más mediocres que nunca hayan existido. Débiles y estúpidas. Su peligro para el resto de nosotros es contagiarnos esa debilidad y esa estupidez, y arrastrarnos a su pozo.
¿Qué hacer y qué no hacer?
Para combatir a los fachos y progres no basta con reproducir la misma máquina que tienen ellos pero con una agenda alternativa. Necesitamos reconocer radicalmente la época de decadencia en la que estamos y lo que ésta exige de nosotros para tener nuestro propio programa y partir de una actitud proactiva más que reactiva. Estamos en el Titanic luego de que éste chocó el iceberg. Ya es tarde para reparar el barco. Lo que esto exige de nosotros es organizarnos para garantizar la supervivencia de la mayor cantidad de gente posible.
Tanto fachos como progres quieren que todo el mundo se concentre en tomar partido por la distribución de los camarotes del Titanic. Así que eso es lo primero que no hay que hacer. No dejarnos arrastrar por las peleas entre fachos y progres. Lo cual no quiere decir indiferencia con las causas sociales.
Las causas sociales tienen que ser abordadas por movimientos sociales autónomos. Movimientos sociales a quienes hay que proteger del ataque reaccionario pero también de la cooptación progre e izquierdista. Esta es una tarea importantísima.
Estos movimientos sociales necesitan aliarse para que la distribución de la gente en los botes sea lo más justa posible y los ricos no se lleven la mayoría. También necesitamos construir nuevos botes o balsas o restos con capacidad de flotar con gente encima. Esto en los hechos significa un esfuerzo para construir resiliencia comunitaria en nuestros barrios y ciudades, para que la máxima cantidad de gente pueda sobrevivir al colapso civilizatorio en condiciones lo más dignas posibles. Esto requiere de una actividad ciudadana tanto a nivel individual, familiar, y con vecinos que no tiene poco que ver con las militancias partidarias de este sistema.
El fascismo que tendremos que combatir en esta era no llegará desde esta patética tribu llamada fachos, sino desde las élites. Es el eco-fascismo(2). Cuando la escasez de recursos golpee con fuerza, las élites ya no podrán negarla, pero querrán afrontarla sacrificando a poblaciones para conservar sus privilegios y salvar al sistema que los asegura. Esto bien puede tomar la forma de políticas genocidas al interior de las naciones (contra inmigrantes y otras minorías) o entre naciones (convenciendo a un pueblo de que para sobrevivir tiene que quitarle los recursos a otros pueblos).
La resistencia al eco-fascismo no vendrá de esta patética tribu llamada progres. Vendrá de los movimientos sociales y de la ciudadanía organizada, o no vendrá. De ahí la importancia de no distraernos con la agenda de fachos y progres (sobre todo la de los progres, que son los que tienen la mayor parte de la iniciativa), de proteger a los movimientos sociales de estas dos tribus, y de construir nuevas redes de apoyo mutuo entre afectos y vecinos.
Notas
(1) El iceberg de esta civilización fue el pico mundial del petróleo. O sea, el momento de máxima producción del petróleo. Momento a partir del cual hay un declive de la producción, que eventualmente llevará a una escasez. Aquí más detalles.
(2) En el libro Colapso de Carlos Taibo se menciona extensamente al eco-fascismo y sus diferencias con el viejo fascismo. Recientemente Carlos Taibo sacó un libro específico sobre el tema llamado Ecofascismo. Una introducción.
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