Contra el fascismo, contra el progresismo, por la autonomía de los movimientos sociales

Doy mi opinión de cómo el progresismo favorece al fascismo y cómo combatirlos a ambos sin fortalecer a ninguno.

Introducción

En Argentina, el fascismo está levantando cabeza con el influencer liberal y ahora político populista de ultraderecha Javier Milei por un lado, e influencers reaccionarios como Nicolás Márquez y Agustín Laje por el otro.

Que se entienda: estos tres personajes pueden no ser fascistas ellos mismos, y los fascistas "de paladar negro" incluso pueden despreciarlos. Los fascistas también tienen sus internas y sus sectarismos; hay una grieta en el fascismo argentino sobre la relación con el peronismo, por ejemplo. Pero los fascistas también pueden ser pragmáticos y aprovechar el aporte que estos influencers están haciendo para la radicalización por derecha de miles de personas, muchas de ellas varones jóvenes.

Mi argumento, la razón por la que escribo esto, es que veo que el progresismo argentino está contribuyendo a este corrimiento a la derecha que favorece un crecimiento del fascismo.

Fascismo, liberalismo y bolchevismo

El liberalismo y el bolchevismo sólo han sido enemigos del fascismo cuando se interpusieron en su camino. El antiliberalismo del fascismo se debe a los límites que el liberalismo le pone al poder del Estado sobre (parte de) la sociedad civil. El antibolchevismo del fascismo se debe a que el bolchevismo es la competencia.

El liberalismo le encomienda al Estado la misión principal de proteger la propiedad burguesa, para el fascismo la misión principal del Estado es el dominio completo de la sociedad. El liberalismo quiere un Estado garante de las libertades burguesas. Para el fascismo todo el mundo tiene que ser esclavo del Estado, incluso el burgués. A pesar de esta oposición entre liberalismo y fascismo, esto no quita que el liberalismo sea compatible con posiciones sociales reaccionarias. De hecho es lo que está pasando en Argentina. Javier Milei combina estas dos posibilidades al ser un liberal de la escuela austríaca en cuanto a lo económico y un reaccionario en asuntos sociales.

Las diferencias entre bolchevismo y fascismo son más secundarias. En los hechos coinciden muchísimo en cuanto a la sociedad totalitaria que quieren construir: una cárcel gigante manejada por el Estado-Partido y, encima de todos, el Líder. Tantas son las coincidencias que el bolchevismo ha sido llamado fascismo rojo por anarquistas y comunistas antibolcheviques. Pero el bolchevismo es ideológicamente ateo, socialista, internacionalista, y cultor del Progreso; mientras el fascismo es ultra-nacionalista, pro-religioso, racista y tradicionalista. El fascismo adhiere al principio "a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César". Toma el lugar del César y apoya a la religión que considere más propia del Ser Nacional. Incluso los fascistas ateos (que los hay) encuentran la utilidad de la religión como dispositivo de control de masas. El bolchevismo, en cambio, es hostil a las (demás) religiones porque no quiere competencia ideológica: quiere ser el César y Dios al mismo tiempo. Bolchevismo y fascismo podrán cooperar tácticamente en lucha contra el liberalismo y otras competencias(1), pero saben que son enemigos mortales. No porque el antifascismo de tipo bolche sea antitotalitario, sino por lo contrario: en el mismo territorio sólo hay lugar para un totalitarismo.

En resumen, liberalismo y bolchevismo, por más chapa de antifascistas que quieran sacar, no son los verdaderos enemigos del fascismo. Como tampoco lo es el progresismo.

El verdadero enemigo del fascismo son los movimientos sociales

Recordemos lo que dijo Mussolini, padre fundador del fascismo italiano: "todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada en contra del Estado". El objetivo final del fascismo en todos los países donde levantó cabeza ha sido aniquilar a los movimientos sociales porque son la expresión más fuerte de autoorganización popular, y la autoorganización popular es antagónica con la sociedad totalitaria que los fascistas quieren construir.

En su época, el principal movimiento social en la mira del fascismo fue el movimiento obrero. Había que destruir a lo que los marxistas llaman "su vanguardia". Esto es, la influencia de otras corrientes políticas (el socialismo, el anarquismo, el sindicalismo/laborismo independiente). Había que destruir cualquier tendencia hacia la autonomía del Estado fascista y asegurar que el movimiento obrero fuera convertido en otra corporación regulada por y subordinada al Estado. Esta destrucción de los movimientos obreros autónomos se realizó con una estrategia de represión y cooptación, en todos los regímenes fascistas, desde el italiano hasta el peronismo argentino de los 40/50.

Distinguir a los movimientos sociales del progresismo

He dedicado artículos a definir el progresismo. El debate que propongo es que la gente antisistema necesitamos desarrollar una crítica del progresismo que no le sea funcional ni al progresismo ni al fascismo.

Quienes queremos libertad positiva para todas las personas tenemos que apoyar a los movimientos sociales a favor de libertad e igualdad, incluso cuando se enfocan en la libertad-igualdad de grupos a los que no pertenecemos.

El problema es que el progresismo ha aprendido a parasitar e incluso cooptar esos movimientos sociales  (aquí hablo de lo que han hecho con los movimientos feminista y LGBT de Argentina). El observador de esos movimientos que no conoce su historia previa a su cooptación, termina tirando el niño (el movimiento social) junto con el agua sucia (el progresismo). Eso es lo que no hay que hacer. Para luchar tanto contra el fascismo como contra el progresismo necesitamos movimientos sociales por la libertad e igualdad que sean fuertes y autónomos.

La cooptación progre de los movimientos sociales favorece al fascismo

Los movimientos sociales son reacciones populares a las distintas agresiones del sistema estatal-capitalista contra la humanidad. En el núcleo de movimientos sociales como el obrero, el de mujeres, el antirracista y el anticolonialista, está la creencia en la igualdad radical de todos los seres humanos y el ansia de libertad positiva universal que fue prometida por la Modernidad.

El progresismo es una reacción del propio sistema a los movimientos sociales. Se convierte en una especie de amistad tóxica de estos movimientos aparentando querer lo mismo, pero en los hechos su contribución es moderar y cooptar a los movimientos sociales para que sean inofensivos para el sistema (2).

La cooptación progre de los movimientos sociales tiene dos efectos que benefician al sistema en su conjunto (pues lo protegen de la amenaza de la emancipación humana que representan los movimientos sociales) pero también benefician peligrosamente al fascismo.

1) Debilita y subordina a los movimientos sociales

El objetivo de neutralizar a los movimientos sociales como amenaza para el sistema implica debilitarlos. Debilitarlos cognitivamente, ideológicamente y políticamente.

La debilitación cognitiva consiste en promover un relativismo extremo que rechaza a la consistencia entre pensamiento y hechos como un supuesto totalitarismo contra el que habría que rebelarse. La verdad ya no está de moda; la pos-verdad es la posta, según esta gente. Además como el saber, a veces, es parte del poder sobre otros, entonces cuestionemos el saber y pongámosle al mismo nivel que el creer y el opinar. Resultado: embrutecimiento colectivo.

La debilitación teórica, consecuencia de la anterior, lleva a que el movimiento social cooptado adhiera a teorías sociales y políticas que son inferiores no sólo al conocimiento científico, sino al sentido común. Por lo tanto llevándoles a cometer estupideces monumentales en el esfuerzo de practicar esa ideología.

La subordinación política es el resultado último de lo anterior. El movimiento cooptado se vuelve financieramente y/o políticamente dependiente del Estado, queda enfrentado a los otros movimientos sociales que no comparten su ideología (o compiten por los mismos recursos), y queda aislado también del resto del pueblo.

2) El enemigo dejan de ser las clases dominantes y el Estado

El enemigo del movimiento obrero era, en su versión más lúcida y revolucionaria, la burguesía y el Estado-nación. En su versión menos lúcida y reformista, la derecha y los gobiernos conservadores/reaccionarios.

El enemigo de los movimientos sociales cooptados por el progresismo ya ni siquiera es la derecha. Es el varón blanco.

Esto no sólo es tremendamente idiota y anti-humanista. Es una política que genera un resentimiento social fácilmente capitalizable por la reacción y, dentro de ella, el fascismo. Lo hemos visto en el Estados Unidos de Donald Trump, lo estamos viendo en Argentina con la creciente popularidad de Milei y otros influencers reaccionarios en los varones más jóvenes.

El progresismo ha pervertido la crítica humanista que el feminismo ha hecho del orden patriarcal y de las ideas y actitudes machistas en la sociedad, reemplazándola por un tribalismo esencialista de mujer=víctima+oprimida y varón=opresor+victimario(3).

Similar con las luchas antirracistas y anticoloniales. La crítica humanista del racismo y el colonialismo se ha reemplazado por un tribalismo de blanco=opresor y no-blanco=oprimido, occidental=opresor y no-occidental=oprimido.

Digo "pervertido" porque el progresismo se proclama heredero de esos movimientos heroicos. Estos movimientos fueron humanistas. El tribalismo que el progresismo promueve es anti-humanista.

Contra el fascismo, contra el progresismo, por la autonomía de los movimientos sociales

Los movimientos sociales son los únicos capaces de parar al fascismo. Al cooptar a los movimientos sociales, el progresismo cumple su función de proteger al sistema pero también ayuda al fascismo. Luchar contra la cooptación de los movimientos sociales y por su fortalecimiento, es la manera más efectiva de luchar tanto contra el fascismo como contra el progresismo.

Creo que el anarquismo, el comunalismo y el socialismo libertario son las únicas posibilidades de amistad sana que le quedan a los movimientos sociales. Son las únicas tendencias políticas que conozco que son humanistas, están radicalmente en contra de este sistema, y no ambicionan a armar partidos que "tomen el poder" porque saben que por ahí no es. Deberíamos formar un frente común para esta tarea.

Mi propuesta de esta tarea se basa en el análisis de más arriba. Es lo contrario de lo que ha hecho el progresismo. Fortalecimiento cognitivo, fortalecimiento teórico, autonomía política.

Practicar y defender la consistencia pensamiento y hechos. Formarnos teóricamente con lo mejor que podamos conseguir del desarrollo científico y de la experiencia histórica, y compartir ese conocimiento de la manera más amplia posible. Construir redes de solidaridad autónomas del Estado y de todo partido o grupo, practicar la democracia en nuestras luchas y en nuestra vida cotidiana.

Notas al pie

(1) De hecho bolchevismo y nazismo fueron socios por más de una década. El enfrentamiento entre la URSS y la Alemania Nazi podía haberse evitado por bastante tiempo.

(2) La izquierda autoritaria es otra amistad tóxica de los movimientos sociales aunque menos exitosa en esta época. Primero porque al proceder de la intelectualidad de clase media, no cuenta con los mismos recursos que el progresismo. Segundo porque el proyecto de esta izquierda, cuando sinceramente tiene aspiraciones de "tomar el poder", es irrealizable cuando el Estado nacional se encuentra sano o cuando los Estados imperialistas pueden directamente intervenir y asesinar el experimento. Cuando el proyecto de esta izquierda se reduce a ser un progresismo un poco más rojo, la mayoría de la gente opta por el original antes que por la copia.

(3) En la deriva más extrema e imbécil de este tribalismo de género, las mujeres trans son tratadas como varones infiltrados y los varones trans son tratados como mujeres traidoras de género.

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