Lean “Colapso”. Reseña (pero no solo) del libro de Carlos Taibo

 

¿Por qué esta reseña?

Desde hace más de 5 años que vengo leyendo sobre el cambio climático, tanto en material de divulgación como los informes del IPCC.

Esto me había preocupado lo suficiente como para saber que cualquier perspectiva socialista tenía que ser eco-socialista. Las perspectivas socialistas de corte desarrollista e industrialista se volvían así anacrónicas y estúpidas (del tipo serruchar la rama donde se está sentado). La crisis ecológica a la que el capitalismo nos está llevando se transformó en un argumento anticapitalista más, y una razón más para destruir a la burguesía como clase dirigente[i].

Allí me habría quedado, si no hubiese iniciado lecturas sobre el agotamiento de las materias primas en las que se sustenta nuestra civilización. Principalmente la materia prima energética que más ha revolucionado nuestras fuerzas productivas: el petróleo. Yo sabía que el “oro negro” era motivo de guerras, pero no sabía hasta qué grado nuestros sistemas energético y agropecuario eran dependientes del petróleo. Una cosa es que las estaciones de servicio se queden sin combustible: es una disrupción a nivel económico y personal, además de vulnerar a los sistemas de emergencia (ambulancias, bomberos), pero se le pueden ver lados buenos como menor contaminación del aire, menos tráfico y por lo tanto menos siniestros viales… Pero el petróleo también se usa para generar electricidad, para producir comida, y para transportar esa comida adonde se va a consumir. Y en general se está haciendo poco y nada (y tarde) para diversificar nuestras fuentes de energía, generar un modelo agropecuario que no dependa del petróleo, y hacer a las ciudades más resilientes ante estos escenarios de riesgo.

Esto debería ser suficiente para alertar a despreocupados y optimistas en el futuro. La realidad es que nos estamos acercando a un escenario de desastre a nivel global. Ahora, para conocer la realidad hay que investigar. Lo cual frecuentemente es sinónimo de leer, porque las observaciones que un individuo pueda hacer directamente y por sí solo son muy limitadas. Por ello recomiendo, a todo el mundo, pero especialmente a marxistas, la lectura de “Colapso”. Por ésta y varias razones más.

Es un libro dirigido a toda persona interesada en el futuro de la especie, pero especialmente para quienes miren más allá del capitalismo

El subtítulo del libro es “Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo”.

Sus primeros capítulos nos ubican en la fase actual del capitalismo, con copiosos argumentos de por qué es su fase terminal. Son esos argumentos los que tienen que leer los marxistas que, cuando ven a alguien hablando de estos temas, se abroquelan en su ortodoxia y etiquetan de “catastrofista” al mensajero, regurgitando respuestas previamente preparadas (“hace décadas que se viene hablando del fin del capitalismo”, etc.). Lean los datos. Taibo desarrolla, tranquilamente y en lenguaje sencillo, las principales tendencias que nos llevan al colapso civilizatorio. Advertencia: para una persona sensible, es inevitable deprimirse ante esto.

La transición ecosocial es el paradigma que Taibo (pero no solo él) propone para encarar esta fase del capitalismo. El colapso civilizatorio significará la desaparición de los Estados nación y de muchos de los dispositivos de dominación de la burguesía sobre territorios supralocales, ya que estos requieren un flujo de energía que ya no podrá mantenerse. Esta será la oportunidad de construir otras sociedades que sean sostenibles, democráticas y, en todos los sentidos en que importa: comunistas. El inicio de esta transición es una tarea del presente y se relaciona con movimientos de localización política, simplificación tecnológica y resiliencia comunitaria.

El ecofascismo es el peligro más característico propio del capitalismo terminal, y Taibo no se refiere a que los marginales grupos neonazis se harán de una agenda verde para tomar el poder (aunque no haría mal estar prevenido ante eso, sobre todo cuando el partido nazi original también tuvo partidarios entre vegetarianistas y amantes de la naturaleza). El ecofascismo será una tendencia cada vez más pronunciada en los partidos y medios de comunicación mainstream. Cuando las clases dirigentes ya no puedan seguir con el negacionismo o con querer escapar hacia adelante, querrán resolver las cuestiones ecológicas cortando por los hilos más finos (culpando a ciertas poblaciones por sus números o por su consumo), fortaleciendo su dominación más bien que debilitándola (más autoritarismo “por nuestro bien” o a favor de “la Madre naturaleza”) y por supuesto haciendo negocios con varios de los elementos de la necesaria transición energética y económica (en Argentina, Macri ya lo hizo con la importación de luminarias LED y con parques eólicos).

“Colapso” sirve para agitar las aguas en el mundillo anticapitalista

Si tiene que haber una “grieta”, que no sea entre dos partidos burgueses o entre tipos muertos (Marx vs Bakunin, Stalin vs Trotsky, Bordiga vs Gramsci). Que sea sobre el Qué hacer en la época actual. Para lo cual primero hay que caracterizarla.

En un escrito anterior empecé a crear ondas en este charquito interpelando a los marxistas que conozco por su falta de estudios sobre las fuerzas productivas. Es como si “fuerzas productivas” hubiera pasado a ser una categoría metafísica dentro de un sistema filosófico, como la razón hegeliana, en vez de una parte de la realidad y un campo de estudios. Varias respuestas que recibí confirmaron esto, porque fueron respuestas filosóficas y marxólogas, y no sobre el cambio climático, el pico del petróleo, la cuestión demográfica y otras cuestiones MATERIALES que nos afectan como especie (y a otras especies también). Colapso habla sobre todas estas cuestiones, con datos y abundantes referencias bibliográficas. Un recorrido por estas fuentes (aunque uno se da cuenta ya leyendo el primer capítulo) permite darse cuenta que este tema del colapso no es nuevo, ya se viene investigando y discutiendo desde hace tiempo. Es otro de los temas que nos pasan de costado cuando leemos únicamente textos del campo revolucionario, y textos viejos, además.

El movimiento obrero fue una amenaza real para el orden capitalista en algunas décadas del siglo XX. ¿Qué tal si ya no lo es ni volverá a serlo? No solo sería la propuesta marxista-leninista la que se vendría abajo. Habría que repensar casi toda nuestra visión del mundo y, desde ahí, programa, estrategia, táctica[ii]Colapso no se mete a polemizar con las tradiciones revolucionarias, pero su propuesta de transición ecosocial invita a que lxs comunistas repensemos cómo llegar a la sociedad que queremos.

Una situación recurrente en el mundillo anticapitalista es que abundan los expertos en la doctrina revolucionaria que no conocen en profundidad la sociedad que quieren transformar. No es solo cuestión del analfabetismo ecológico[iii]. Ignoran cosas básicas sobre el propio “modo de producción capitalista” del cual hablan. La lectura de El Capital y de obras subsecuentes nos da acceso a un MODELO MENTAL del modo de producción capitalista, muy útil para el debate teórico y para guiar el análisis económico (que todavía tiene que basarse en datos). Pero no reemplaza ni exime la investigación concreta sobre la sociedad en la que vivimos, tanto a nivel local como supralocal. ¿De qué fuentes viene la electricidad que se consume en tu localidad? ¿Cómo y dónde se produce lo que comés? ¿Qué bienes de primera necesidad se producen localmente y cuáles vienen de otra parte? Si no sabés cosas como esa, tu crítica al modo de producción capitalista es únicamente abstracta. Para hacer propuestas superadoras al modo capitalista de planificar, producir, distribuir y consumir necesitamos saber más que el modelo aprehendido de la teoría del capital. Colapso nos da datos actualizados sobre la dependencia de nuestros sistemas energéticos y agroalimentarios de materias primas agotables. Su aporte a la crítica anticapitalista es que el capitalismo nos lleva a una situación catastrófica global que de ninguna manera era inevitable.

Los límites del libro son también sus fortalezas

Un libro de 180 páginas como el de Taibo no abarcará todo ni podrá profundizar en mucho. El gran mérito de Taibo ha sido presentar una síntesis de las tendencias del capitalismo contemporáneo y proponer una perspectiva de su/nuestro futuro con bastante cautela, pero sin minimizar las certezas harto verificadas. Es nuestro trabajo el buscar otras fuentes que puedan confirmar, complementar e incluso contradecir lo dicho por Taibo. Hasta ahora, en mi caso, todo lo que he investigado lo viene confirmando. Pero puedo estar equivocado. A lo mejor mis conocidos revolucionarios y reformistas tienen razón: un colapso es o imposible o todavía muy lejano para preocuparnos por ello, y podemos seguir con nuestro juego político actual. Demuéstrenlo. Lean el libro (no tienen excusas, es en castellano, corto, sencillo, y se consigue gratis en PDF) y destrócenlo.

Los otros dos límites del libro que se me ocurren tienen que ver con que fue publicado en 2017.

Taibo dedicó un capítulo al ecofascismo pero recientemente ha surgido con más fuerza un enemigo de la transición ecosocial muy insidioso por su rostro simpático: me refiero a las propuestas tipo Green New Deal que están teniendo lugar en Europa y EEUU. Esas propuestas han sido criticadas por intelectuales contemporáneos dos motivos principales: 1) mantienen la “injusticia climática” entre países ricos y países pobres; 2) dan por hecho la continuidad de una relación de dominación entre un Norte que no solo no renunciará a sus estándares de vida, sino que los hará “sostenibles”, y un Sur que aportará las materias primas de ese desarrollo y se quedará con los pasivos ambientales del extractivismo. Tal es la crítica que se hace, por ejemplo, desde el Pacto EcoSocial del Sur. Pero hay algo aún peor sobre la propuesta del GND: fortalecen el tecno-optimismo y la idea de resolver la cuestión ecológica mediante más crecimiento y no menos. Una vez más (y de esto el Pacto EcoSocial del Sur también es culpable) postergan el necesario debate sobre el decrecimiento.

Por último, la crisis por el covid que estamos viviendo en este 2020 ha producido muchos datos útiles sobre lo poco resilientes que son las sociedades capitalistas y especialmente su producto más típico; las metrópolis. Algunos de ellos:

• El énfasis en la eficiencia de las cadenas de suministro (con métodos como el stock cero) ha producido situaciones de desabastecimiento y alza de precios. Esto da lugar para plantear que la eficiencia capitalista se contradice con la resiliencia comunitaria. La producción local de bienes y servicios esenciales seguramente no sea lo más eficiente pero sí reduce la vulnerabilidad de las comunidades.
• Medidas consideradas imposibles e impensables pasaron a ser urgentes y bastante obvias. Antes de esta pandemia, si alguien hubiera planteado cerrar oficinas y centros comerciales o restringir actividades productivas y el transporte, con un propósito de bien colectivo como reducir la contaminación, hubiera sido tratado de loco tanto por derecha como por izquierda. Este es un antecedente a tener en cuenta.
• Las medidas de cuarentena han tenido que introducir en el debate público la división entre productos y servicios (y trabajos) esenciales y no-esenciales. ¿Por qué esto empeora la situación económica? Porque la “normalidad”, esto es la estabilidad económica, política y social bajo el capitalismo, depende de una economía en gran parte “no-esencial”. Otro punto de ataque: los trabajos “esenciales” se encuentran entre los más precarizados.
• El énfasis necesario en los sistemas de salud públicos desautoriza los discursos privatistas muy en boga hasta hace poco y ha provocado volantazos estatistas y asistencialistas en gobiernos “neoliberales”. También está teniendo más voz el discurso de la prevención, que siempre fue ninguneado por los intereses creados dentro del sistema de salud, que prefieren vender productos farmacéuticos antes que fomentar hábitos saludables.

El desafío a las percepciones marxistas sobre el colapso

Una de las partes más interesantes del libro está en su capítulo 6, que se llama “Las percepciones populares sobre el colapso”. Entre otras cosas, allí se analiza cómo las obras de ficción distópicas y postapocalípticas, de moda tanto en el cine como en la televisión, han transformado en entretenimiento vacío lo que debería ser un tema de discusión seria en los medios de comunicación: la decadencia y la posible caída de nuestra civilización.

Incluso dedica varios pasajes a los negacionismos más en boga, y tengo que decir que el negacionismo marxista al colapso coincide bastante con el negacionismo burgués. Con aditamentos propios.

No son nuevas las críticas al marxismo por lo que tiene en común con el progresismo burgués. Las hizo Castoriadis, las hicieron otros autores. Pero qué útiles resultan ahora. La intelectualidad marxista ha heredado del progresismo burgués la idea de un crecimiento infinito. Por ello comparte una aversión básica con las propuestas que ponen en entredicho ese crecimiento. Pero hay algo legítimo en esa aversión y ahí tienen sentido los aditamentos.

Mal que mal, el marxismo toma partido por la gente proletarizada. Por eso es justificado que su primera impresión ante propuestas de austeridad en el consumo, decrecimiento, control poblacional, reducción de la huella ecológica, sean recibidas con desconfianza. Es entendible: sin una revolución social que cambie a la clase dirigente, quien va a implementar todas esas medidas será la burguesía, y en interés del capital. ¿Más austeridad de la que ya hay? ¿Cómo vamos a mantener nuestro empleo y nuestros salarios con ese decrecimiento? ¿Quién va a decidir cuántos hijos puedo tener yo o pueden tener mis hijos? ¿No son más urgentes los problemas de vivienda, salud, empleo, seguridad y educación que los ambientales? Mis respuestas son tres. La primera es: vean los datos por ustedes mismos. La segunda es: yo también estoy preocupado. La tercera es la que sigue.

Si el decrecimiento no es libertario, será ecofascista

Cualquier discurso que problematice el impacto de casi 8 mil millones de humanos en este planeta despierta la alarma de maltusianismo en gran número de izquierdistas. Sin embargo, para ecologistas con responsabilidad intelectual, la huella ecológica de la humanidad es un tema ineludible. Porque no solamente somos demasiados en este planeta, sino que -en promedio- consumimos demasiado y el modo en que producimos lo que consumimos también es un problema.

He notado que la primera persona del plural causa alarma en quienes se han acostumbrado a leer la sociedad en clave “ellos y nosotros”. Sí, está bien, existe el “ellos y nosotros” por división de clase y por otras divisiones también. Sin embargo, también existe el “todos nosotros”: los humanos que vivimos en este planeta, y desde allí también es necesario hablar.

La atención al consumo también causa alarma en la ortodoxia: “el problema no es el consumo sino el modo de producción”. De acuerdo, el modo de producción capitalista es un problema. Pero hay una realidad física previa que como materialistas no podemos ignorar: los recursos del planeta han sido y serán finitos sin importar en qué sistema social vivan los humanos. Aceptar esta realidad no significa renunciar a las conquistas intelectuales de la crítica al capitalismo. Significa que los humanos hemos llegado a una situación histórica donde necesitamos tener en cuenta los límites biofísicos de los ecosistemas para la planificación de nuestras sociedades. Esto nunca había pasado antes porque éramos pocos y nuestro impacto ambiental no era tan grande. Pero ahora es una realidad y tenemos que asumir esta responsabilidad.

¿Por qué tendríamos que confiar en revolucionarios que compartan la irresponsabilidad de la actual clase dirigente? El decrecimiento tiene que ser uno de los principales elementos de divergencia con el discurso del capital, cuya lógica es la de un crecimiento infinito. Si no reconocemos que estamos sobrepasando la capacidad del planeta y no planteamos soluciones por izquierda ahora, llegaremos a una situación de entre la espada y la pared donde las únicas soluciones planteadas serán el decrecimiento de ciertas poblaciones para que otras poblaciones puedan mantener su consumo per cápita. Esa será la ventana del ecofascismo.

El colapso es un campo de investigación social e histórica desde hace tiempo

Cuando escribí mi primer texto relacionando al comunismo con el colapso hice una introducción rápida a temas complejos como que se nos pasó el tren para un “comunismo de la abundancia” vía revolución socialista y que se avecina un colapso de la civilización capitalista. Debí haber escrito este texto primero, recomendando “Colapso”.

Mientras estaba escribiendo éste, vi que nuestro blog publicó una extensa respuesta de Rossoinero a mi primer texto. Leerlo ha sido una triste confirmación del negacionismo marxista al colapso que mencioné más arriba. Prácticamente todas sus menciones del colapso son sarcásticas o en referencia a lo que yo dije del colapso. Como si esta noción no tuviera ninguna bibliografía, como si yo la hubiera inventado, como si fuera parte de un imaginario basado en ciencia ficción. Abundan las citas de Marx y no hay ni una referencia a las fuentes en las que yo me basé. Es una respuesta desde la más aburrida ortodoxia. Se perdió la oportunidad de hablar de la luna, y en cambio se habló del dedo que la señala. 

Yo puedo ser un malísimo divulgador del colapso, pero basarse en eso para dar por cerrado el tema es de lo más incauto. No se queden con lo que yo digo ni para estar de acuerdo ni para refutarlo. ¡Investiguen, en esto nos va la vida!

El dilema entre un falso negativo y un falso positivo

Si quienes alertamos sobre el colapso tenemos razón y éste sucede, entonces el negacionismo de izquierda habrá hecho tanto daño como el de derecha. Habrá contribuido a que el colapso sea más catastrófico y que lleguemos al mismo más vulnerables, y dejando toda la iniciativa en la clase dirigente.

Si quienes alertamos sobre el colapso nos equivocamos y éste no sucede, habremos desperdiciado tiempo y energía en prepararnos para un modo de vida menos dependiente de los combustibles fósiles, más en contacto con la naturaleza, y en promover la resiliencia comunitaria. Yo creo que el tema merece ser investigado, ¿a ustedes qué les parece?

Enlaces útiles

El libro reseñado en PDF: http://www.fondation-besnard.org/IMG/pdf/taibo_-_colapso_final-1.pdf

Para introducirse en el Green New Deal: https://es.wikipedia.org/wiki/Green_New_Deal

Un eco del GND en Argentina: https://www.pagina12.com.ar/264095-el-green-new-deal-para-la-pos-pandemia

Una crítica al GND desde el eco-progresismo latinoamericano: https://pactoecosocialdelsur.com/

Una crítica al GND desde el decrecimiento: https://casdeiro.info/textos/2020/06/27/20-razones-para-preferir-el-decrecimiento-frente-al-green-new-deal-como-opcion-politica-ante-el-colapso-civilizatorio/

Notas:

[i] También al PC chino, que quizás no califique de burguesía.

[ii] Se supone que un materialista se hubiera concentrado en dar pruebas, mediante el análisis social, de que existe un movimiento obrero (primero) y que éste puede convertirse en un movimiento revolucionario comunista. Pero similar a la cuestión del colapso, las respuestas a este interrogante también fueron citas de Marx.

[iii] Analfabetismo notable en la parte dirigente de la sociedad: la burguesía, la clase política y la intelectualidad en general, incluyendo las élites académicas. O sea, en quienes toman la mayoría de las decisiones que afectan al ambiente.

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