Una introducción a la crisis ecológica
La crisis ecológica actual es la principal amenaza existencial para la especie humana y para su actual civilización global. Su componente más conocido es el cambio climático. Su componente menos conocido es la crisis de recursos, incluyendo los recursos energéticos.
Por qué estamos en emergencia climática
¿Qué es el cambio climático?
En la atmósfera terrestre existen gases de efecto invernadero (GEI) como el dióxido de carbono y el metano, gracias a los cuales parte de la radiación solar se queda en el planeta y eso permite que tenga un rango de temperaturas mucho más cálido.
El efecto invernadero es bueno para nosotros. En cierta proporción, la presencia de GEI en la atmósfera es lo que permite la vida terrestre tal como la conocemos.
¿Pero qué pasa cuando tenemos una concentración excesiva de GEI en la atmósfera? La temperatura empieza a subir cada vez más, creando el efecto del calentamiento global. Como el clima es algo complejo, esto tiene distintos efectos en distintas zonas climáticas. Pero lo que sucede en promedio, es que la temperatura global aumenta y el clima se desestabiliza. La estabilidad climática del Holoceno, periodo geológico en el cual nos encontramos hace unos 12.000 años, es lo que ha permitido el establecimiento de sociedades basadas en la agricultura. Recordemos este dato.
El clima ha cambiado a lo largo de la existencia del planeta. La Tierra tiene sus ciclos independientemente de lo que haga la especie humana. En este gráfico vemos la relación que hay entre la concentración de dióxido de carbono (CO2, el principal de los GEI) y la temperatura antártica en los últimos 800.000 años. Es fácil ver que oscilan al mismo ritmo, pero miren hacia el final. Hay una concentración de CO2 muy por arriba de lo que fue el máximo durante cientos de miles de años.
Lo particular acerca del actual cambio climático es que ha sido disparado por las actividades humanas que emiten GEI a la atmósfera. Principalmente, la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón). Este cambio climático ha comenzado con el inicio de nuestra era industrial fósil hace unos 200 años. Vamos a un gráfico más cerca de nuestros tiempos históricos.
Es claro. La concentración de CO2 empieza a aumentar sostenidamente desde los 1800 y no se detiene. La temperatura global promedio continúa en su ciclo oscilante normal hasta que desde la segunda mitad del siglo XX empieza a subir muy rápido.
El actual cambio climático se ha transformado en una emergencia climática
El organismo de Naciones Unidas encargado de seguir el cambio climático, el IPCC, ha advertido al mundo que necesitamos limitar el aumento de la temperatura a 1,5º. Esto, sí o sí, significa quemar menos combustibles fósiles para disminuir las emisiones humanas de GEI y, eventualmente, dejar de quemarlos para dejar de emitir.
Los científicos del clima han venido advirtiendo a los gobiernos primero y al público general después que si seguimos quemando combustibles fósiles al ritmo actual o mayor, el cambio climático se saldrá de control y en lo que queda del siglo varias zonas del planeta serán inhabitables para la especie humana y para gran parte de las especies animales y vegetales. Lo cual también significa áreas en las que no se podrá hacer agricultura ni ganadería. Lo cual significaría un gran sufrimiento y mortandad para las miles de millones de personas que dependemos de esos sistemas para comer.
Por eso estamos en una emergencia climática. La tendencia actual del cambio climático es una amenaza existencial y tenemos que tratarla como tal. Ya no hablamos de un peligro para próximas generaciones lejanas. Para asegurar la supervivencia de nuestros hijos/nietos y sus descendientes estamos obligados a realizar una transición post-fósil: reformas radicales de nuestros sistemas energéticos, alimentarios, urbanos y de transporte para dejar de depender de los combustibles fósiles.
El planeta no está en peligro, así que esa consigna de "salvemos al planeta", aunque bien intencionada, es arrogante. Es la humanidad (y varias especies más) la que está en peligro. La transición post-fósil tiene que empezar ya y requiere un esfuerzo extraordinario a nivel global comparable al realizado para derrotar al Eje en la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué la transición post-fósil no se ha hecho ni se está haciendo?
Porque hay gente muy poderosa en contra de esa transición
Para empezar, el lobby petrolero, que exitosamente ha promovido por varias décadas el negacionismo del cambio climático, comprando científicos que dijeran que podíamos seguir quemando petróleo despreocupadamente, arruinando y marginando a los científicos que decían la verdad, y así amenazando al resto. El lobby petrolero también ha comprado medios de comunicación, políticos, académicos, intelectuales públicos. Es por esto que esta información ha tardado tanto en llegar al público general a pesar que ya se conocía en los años 80.
Hemos perdido décadas de acción climática porque las fuerzas a favor de la misma eran muy escasas y desorganizadas, mientras que las fuerzas en contra muy grandes y con muchos recursos. Hoy el terreno se ha nivelado, pero no lo suficiente. La oposición a la agenda climática sigue siendo más fuerte y exitosa que las fuerzas a favor de la transición. El fracaso de las cumbres climáticas es prueba de ello.
La transición post-fósil se contradice con el crecimiento económico
El carbón, el petróleo y el gas natural han motorizado un crecimiento económico rapidísimo, único en toda la historia humana. Condujeron a una explosión de desarrollo tecnológico, dándole a la humanidad montones de energía para aprovechar en todas sus actividades, multiplicando la producción industrial y agrícola (vía maquinaria alimentada a gasoil pero también vía fertilizantes y plaguicidas de la industria petroquímica), haciendo posible el uso masivo del motor a vapor primero y del motor de combustión interna después (para recorrer distancias cada vez más largas a una velocidad cada vez más rápida), haciendo posible el uso masivo de la electricidad que hoy tomamos como natural y básico hasta en la urbanización más pequeña. Hace 200 años que combustibles fósiles y crecimiento vienen siendo la misma cosa.
¿Y las otras fuentes de energía? Las demás fuentes de energía disponibles, como la nuclear o la renovable a gran escala, no son más productivas que el petróleo y dependen de los combustibles fósiles también para su fabricación, distribución y mantenimiento. Las energías renovables a pequeña escala generan mucha menos energía que la que necesitan las economías para seguir creciendo. Aunque el petróleo aprovechable para el sistema económico ha empezado a acabarse (los recursos planetarios sin finitos, por más tecnología que tengamos), todavía es la más productiva de todas las fuentes de energía que existen y por eso hay muchos intereses económicos y políticos en seguir aprovechándola. No es únicamente la industria encargada de extraer y refinar el petróleo. Sino las industrias consumidoras de sus derivados, que son prácticamente todas. Para una profundización de todo esto, recomiendo el libro Petrocalipsis del físico Antonio Turiel.
La transición post-fósil que necesitamos hacer para asegurar la supervivencia humana se contradice con el crecimiento económico. Por lo tanto, todas las fuerzas sociales a favor de seguir creciendo económicamente se oponen a la transición post-fósil. Algunas se niegan terminantemente a realizar estas medidas porque dicen que el cambio climático es un engaño (lo cual es una locura) o dicen que no hay consenso científico sobre el tema (lo cual es una gran mentira), pero son las menos. La mayoría lo que hace es apoyar la agenda climática en teoría pero postergarla en la práctica, aduciendo que todavía la cosa no es tan grave y tenemos tiempo, o que los que tienen que dejar de crecer son otros países. De manera que el obstruccionismo climático no necesita del negacionismo climático. Más importante que lo que gobiernos y empresas dicen, es lo que (no) hacen.
La emergencia climática es acompañada por una crisis de recursos
El crecimiento económico ha significado también un crecimiento del consumo de los recursos planetarios.
Fuente: Ruiz Acosta, M. La devastación socioambiental del capitalismo en la era del Antropoceno |
Este hecho ya fue alertado por los científicos que escribieron el informe Los límites del crecimiento en 1972. Ese libro ya alertaba que si se continuaba con la tendencia de crecimiento económico infinito, la humanidad se dirigía a un colapso de sus sistemas energéticos, alimentarios y urbanos por escasez de los recursos necesarios para mantenerlos.
Hace décadas que científicos vienen alertando a los tomadores de decisiones de algo que ya puede preverse por simple lógica: un planeta finito no puede sostener un crecimiento infinito. En algún momento, hay que dejar de crecer. Obviamente, sabemos lo que pasó. El consumo de recursos planetarios siguió creciendo y hoy ya hemos pasado el pico de producción de muchos de los materiales de los que esta civilización se ha hecho dependiente. El principal de ellos, el petróleo.
Por lo tanto tenemos ya, en un segundo plano, una crisis de agotamiento de recursos de la que se habla muy poco. Esta crisis es todavía ignorada por el público general, negada por los gobiernos y empresas, y relativizada por los intelectuales tecno-optimistas.
Un enfoque integrador de ambas crisis: el overshoot o sobregiro
Toda la crisis ecológica puede resumirse a estos dos puntos.
1) Estamos consumiendo los recursos planetarios a un ritmo mayor del que pueden regenerarse.
2) Estamos produciendo residuos a un ritmo mayor del que la biosfera puede absorberlos.
El cambio climático es perfectamente entendible como un problema de residuos. Los gases de efecto invernadero se encuentra entre los gases residuales de las actividades humanas. Así que reducir esas emisiones significa reducir nuestros residuos. Lo mismo aplica para otros residuos considerados contaminantes.
Por lo tanto, la mitigación de la crisis ecológica es reducir la extracción de recursos y reducir la generación de residuos. ¿Cuál es la propuesta-trampa que aparece inmediatamente ante este problema? "Aumentemos la eficiencia". Pero aumentar la eficiencia dentro de un paradigma de crecimiento infinito significa aumentar el consumo de recursos, no disminuirlo. En una economía orientada al lucro, una fábrica de tornillos no va a optar por producir la misma cantidad invirtiendo menos recursos, sino por producir muchos más tornillos así se baja el precio y se copa el mercado.
La solución es consumir menos, contaminar menos, ocupar menos territorio. Y esto es incompatible con una civilización orientada al crecimiento infinito. Cualquier ambientalismo que no desafíe a la noción y al objetivo del crecimiento, es pura palabrería inútil o cómplice.
Ni desarrollo sostenible ni crecimiento verde: decrecimiento
Cuando se empezó a notar que nuestro consumo de recursos planetarios estaba creciendo más rápido de lo que el planeta podía reponerlos, se empezó a hablar de desarrollo sostenible (o sustentable). Esto es, sigámonos desarrollando, pero de una manera tal que no le quitemos la posibilidad de desarrollarse a las generaciones siguientes.
Este programa hubiera sido aplicable cuando empezábamos a pasarnos de la capacidad de carga del planeta, hoy ha quedado anacrónico. Ya no es posible un desarrollo sostenible porque el mismo desarrollo se ha tornado en insostenible. A nivel cuantitativo, tenemos que achicarnos. Hoy el único desarrollo en que se puede avanzar es uno cualitativo (reorientar la economía a los esenciales, promover la resiliencia comunitaria, priorizar las tecnologías más sencillas, hacer lo mismo con menos).
En los últimos tiempos, como respuesta a la agenda climática, ha surgido un sector muy influido por empresas y personas tecno-optimistas que proponen un "crecimiento verde". Esta gente se imagina un futuro donde pongamos paneles solares y turbinas eólicas en todos lados, reemplacemos los vehículos de combustión interna por vehículos eléctricos, y aumentemos la eficiencia energética. Este nuevo lobby acepta la emergencia climática, pero su propuesta para solucionarla es una transición tecnológica sin renunciar al objetivo del crecimiento. Algunos autores le llaman a este lobby "negocionismo", porque está compuesto por ex-negacionistas que "vieron la luz" cuando se dieron cuenta de que se podía hacer negocio con la emergencia climática. La propuesta del "crecimiento verde" ignora deliberadamente la crisis energética y de recursos que estamos teniendo: asume que los materiales y la energía para esa transición tecnológica van a estar disponibles, cuando no es así.
Tanto a partir de la evaluación científica de la realidad como de la aplicación de la lógica más elemental se ha llegado a la conclusión que, si nuestro consumo de recursos planetarios ha crecido más de lo que el planeta puede soportar, entonces no sólo hay que dejar de crecer, sino que hay que decrecer. Esta corriente de opinión se denomina decrecimiento y está empezando a ganar partidarios en científicos e intelectuales que tomaron conciencia de la crisis de recursos y lo que va a suceder si seguimos actuando como si fueran infinitos.
El decrecimiento será planificado o será caótico
Sintetizando lo anterior, si no encaramos el decrecimiento pronto y por las buenas, vamos a ver un decrecimiento caótico y destructivo causado por la escasez de recursos y el impacto de este hecho físico en los sistemas financieros, comerciales, políticos y sociales. Un decrecimiento caótico significaría un gran sufrimiento para la mayoría de la especie humana.
Dije "para la mayoría de la especie" porque las élites económicas y políticas van a tratar de blindarse a sí mismas de las consecuencias y seguir gozando de sus estilos de vida privilegiados. Hay quienes ya vieron una oportunidad comercial en el colapso y están construyendo búnkeres para los super-ricos. También hay países y magnates comprando tierras fértiles y/o con recursos hídricos. ¿Pero qué pasa con los que no tenemos esos recursos? ¿Qué le pasa al conjunto de la sociedad?
Se tiene registro de 26 civilizaciones que colapsaron en la historia. En todas ellas el colapso nunca fue inevitable: las élites que dirigían esas civilizaciones eligieron colapsar por razones políticas, económicas o culturales. Y los pueblos sufrieron el colapso porque acompañaron las creencias de sus élites o porque no las compartían pero fracasaron en forzar un cambio de rumbo.
Cuando los recursos alcanzaban para seguir creciendo, entonces las élites mantenían la desigualdad en el acceso a los recursos con la parte del león para sí mismas, una porción suficiente para algunos, y migajas para el resto. La promesa es que el crecimiento mejoraría la situación para todo el mundo. "Una marea alta levanta todos los barcos", la teoría del derrame, y todo eso. ¿Pero qué sucede en escenarios donde se mantiene la desigualdad y los recursos se reducen? Pueden deducirlo. Las élites ya saben esto y aun así eligen continuar el rumbo.
Está claro que las élites no están pensando en nosotros. Las élites han elegido el colapso de su propia civilización -con toda la catástrofe humanitaria que eso implica- en vez de renunciar a sus privilegios. Por ello la pregunta de qué tiene que hacer la humanidad ante la emergencia climática y la crisis de recursos hay que precisarla en términos sociológicos excluyendo a las élites y al sistema político que ellas dominan.
¡Hay esperanza!
Todo lo anterior pinta un cuadro terrible, pero eso no es lo mismo que decir que todo está perdido. Lo podemos sintetizar en cuatro puntos.
- La verdadera crisis ecológica no es el cambio climático, sino el sobregiro. El cambio climático es un síntoma del sobregiro.
- Quienes ya dan todo por perdido se equivocan tanto o más que quienes siguen teniendo optimismo en que la cuestión ecológica se resolverá sola, o que la solución será meramente tecnológica. Tenemos margen para la acción a nivel individual, familiar, comunitario, nacional e internacional.
- El decrecimiento se impondrá sí o sí por el declive de los recursos, el principal de ellos el petróleo (principal material que ha impulsado el crecimiento). Tenemos que luchar para imponer un decrecimiento planificado respetuoso de los derechos humanos y de los límites planetarios. Y saber que esto será resistido por las élites políticas, económicas, y culturales.
- El problema no es tanto saber lo que hay que hacer técnicamente, sino qué hacer políticamente. Cuando descomponemos la crisis en problemas técnicos (producir alimento y energía, potabilizar agua, construir viviendas...) ya tenemos disponibles un montón de soluciones técnicas probadas. A varias de ellas podemos implementarlas individual y familiarmente. Pero para implementarlas a la escala necesaria, tenemos que vencer la resistencia de los actuales sistemas sociales, económicos y políticos. O directamente ir por fuera de ellos. Esto requiere que nos organicemos.
Para una discusión en mayor detalle sobre qué podemos hacer las personas comunes ante todo esto, aquí.
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