Reflexiones sobre la democracia directa (o sea, real)

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¿La democracia directa es una utopía?

Entre las primeras cosas que puede pensar escéptico o cínico(1) acerca de la democracia directa es que se trata de una idea "utópica", en el sentido de "ilusoria" e "imposible". Creo que en esa afirmación hay dos errores. 

El primer error es muy común: igualar utopía con algo imposible de realizar. Las utopías pueden ser realizables o irrealizables. Hoy vivimos en una utopía neoliberal. Mucho de lo que vivimos hoy fue proyectado por algunas élites en los años 70. La manera de llegar a esa utopía fue quebrando los movimientos sociales que iban a resistirla (el obrero principalmente), mediante reformas en el mercado laboral para debilitar el poder de las mayorías sociales y reformas en el mercado financiero para incrementar el poder del capital concentrado por encima de los propios Estados, y mediante una contrarrevolución cultural que promovió el individualismo consumista y elevó la competencia a una virtud. El neoliberalismo no sólo es un ejemplo de lucha de clases. Es un ejemplo de que las utopías no tienen que ser buenas para todo el mundo, y que pueden ser realizables.

El segundo error es decir que la democracia directa es ilusoria e imposible. Esto no sólo es falso: es ignorante. Estudiar historia y antropología (recomendable la obra de David Graeber) es una manera de conocer sociedades que funcionaron y funcionan con democracia directa. Pero basta con examinar los movimientos y las organizaciones sociales contemporáneas para encontrar la evidencia de que la democracia directa existe y funciona. Así que cuando alguien afirma con toda seguridad que la democracia directa no es posible, hay una tremenda pereza intelectual, una voluntad consciente de mantenerse ignorante o una defensa indirecta del status quo.

Ajustando cuentas con el utopismo

Al principio de los años 2000 y en parte de los 2010s, yo aspiraba a una utopía humanista donde, una vez abolidas las clases sociales y resueltas las necesidades básicas de todo el mundo, cada individuo podría dedicarse a su realización personal de una manera sana y complementaria con el bien de la sociedad.

Este aspecto fue el que me atrajo al comunismo de Marx y Engels(2), y por muchos años estuvo en el trasfondo de mi actividad política e intelectual. En esa sociedad post-clasista donde las necesidades básicas de todo el mundo fueran satisfechas, todas tendríamos el espacio para desarrollar nuestras potencialidades humanas. Por lo tanto convirtiéndonos en el mejor ser humano que podríamos ser y dando como resultado una civilización ilustrada.

Hoy reconozco esto como una utopía irrealizable, que sería muy peligroso tomar seriamente como nuestro fin último. Si alguien realmente pensara que este futuro es posible, entonces cualquier atrocidad estaría permitida para llegar a él. Los cristianos fanáticos han sido capaces de cometer y justificar torturas y asesinatos por y en nombre de su utopía particular: salvar a la mayor cantidad de almas humanas del fuego eterno. Ni siquiera realizaron su utopía, lo que sí realizaron fue la Inquisición y el genocidio bicontinental conocido como Caza de brujas. Los fanáticos marxistas han cometido atrocidades similares a las del cristianismo en nombre de su utopía particular: la sociedad comunista. Tampoco realizaron su utopía, lo que sí realizaron fueron sociedades totalitarias.

Creo que tenemos que tener una relación muy cauta con la utopía. No debemos dejarla dirigir nuestro pensamiento ni nuestra acción. A la hora del pensamiento transformador de la realidad, tiene que importar más el conocimiento racional que tengamos sobre nuestra especie, sobre la comunidad a la que pertenecemos, y la gente con la que interactuamos.

Democracia y república, dos opuestos vendidos como sinónimos

Este punto ya lo hice en otros posteos. El último fue mi crítica a la propuesta anti-tribalismo de Guadalupe Nogues

No vivimos en democracias, vivimos en repúblicas de gobierno representativo. Que no son lo mismo. Recomiendo mucho este video (12 minutos).

Para complementar lo dicho en el video: democracia y Estado no son compatibles. La república es muchísimo más cercana a la monarquía que a la democracia, y esto es a propósito. Las elites que encabezaron la lucha contra la monarquía no querían que el pueblo se autogobernase, sino gobernar ellas. Que el pueblo se autogobierne siempre se calificó de "anarquía". Similar a la maniobra del Partido en la novela 1984, se ha creado una neolengua donde le estamos llamando democracia a su opuesto.

En la democracia gobierna el pueblo. En la república gobiernan los representantes. La Constitución Nacional argentina en su primer artículo habla de una forma de gobierno "representativa republicana federal". El artículo 22 explícitamente dice:

"El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición."

La narrativa de que vivimos en democracias funciona como chantaje político a la población: es esto o una dictadura abierta. Ni siquiera desde la izquierda anticapitalista se transgrede este imaginario, ya que los leninistas más ortodoxos todavía hablan de la "dictadura del proletariado" y justifican el fascismo bolchevique. Lamentablemente, también desde el anarquismo se ataca a la democracia, sea perpetuando el equívoco de igualarla con la república o incluso renegando de la democracia directa ya que sería opresiva para el individuo.

Un problema del que se habla poco en relación con la democracia: la gente anti-empática

Sea por genética, por una cuestión ambiental o por una cuestión cultural, las actuales sociedades cuentan con una cantidad no despreciable de psicópatas, narcisistas y sociópatas. Estas personalidades tienen nichos muy adecuados en este sistema para su carencia de empatía y sus ambiciones: desde el fango del mundo criminal fuera de la ley (sicarios, tráfico de personas, esclavitud, redes de pedofilia), hasta las alturas del mundo criminal dentro de la ley (las fuerzas represivas y militares, el mundo corporativo, la política). Pero también se encuentran en lugares intermedios (ámbitos profesionales y académicos) y cercanos (nuestro barrio, nuestra familia).

Esto es una dificultad que hay que tener en cuenta, ya que esta gente defenderá hasta el último momento las jerarquías que le permiten prosperar, o buscará poner otras en su lugar. Esta gente, con su habilidad para el lenguaje, puede diseñar engaños similares al de igualar democracia con república y sumisión con liberación.

La eliminación de la gente anti-empática es un proyecto totalitario e imposible. Tenemos que asumir que seguirán existiendo, por lo menos mientras persistan los factores ambientales y culturales actuales. La cuestión es lograr un contrato social donde los proyectos de vida individuales no pongan en peligro la resolución de las necesidades comunes. Creo que la estructura de este contrato social tiene que ser democrática. 

En una democracia esta gente seguirá haciendo daño, pero mucho menos que ahora, donde tienen acceso a posiciones de poder concentrado. Por eso es importante para las personas empáticas que tomemos conciencia de la existencia de esta gente, que sepamos defendernos de ella, y que sepamos combatirla.

Conclusión: la democracia como mal menor

Si estoy a favor de la democracia directa no es porque me parece algo lindo o sencillo, sino porque no conozco otra manera de cumplir con dos objetivos: 1) aprender la lección de los últimos 5 mil años y crear estructuras sociales donde nadie tenga demasiado poder sobre otros; 2) ser capaces, como comunidades, de organizar de manera sensata la solución de nuestras necesidades básicas y otros problemas comunes. Quiero recalcar que estoy pensando desde comunidades, o sea a nivel local.

Creo que ver a la democracia como un mal menor y no como una maravilla también nos ayuda a limar excesos utópicos en nuestro imaginario democrático. La vida en general -y la vida humana en particular- nunca será completamente bella, siempre tendrá sus peligros y también sus aspectos fastidiosos. 

Somos animales eco-dependientes y también socio-dependientes. La vida en sociedad no es opcional para nuestra especie. Esto es una ventaja (nuestra capacidad de cooperar nos ha puesto en esta posición dominante respecto a los demás animales) pero también puede verse como una maldición (lo cual me da alguna empatía con las cosmovisiones individualistas o misántropas). Sin embargo, una vez descartado lo imposible, lo que queda, por más improbable que sea, es lo posible. Y entre todas las formas posibles de organización social, creo que la democracia es la mejor o la menos peor.

Para terminar, recordar que estamos en una época de colapso civilizatorio, donde esta civilización industrial fósil, con sus estructuras socio-técnicas complejas, no va a poder sostenerse. Esto va a significar la caída tanto del capitalismo global como de los Estado-nación, y por lo tanto una ventana histórica para otros tipos de organización social. En este contexto, veo necesario promover un imaginario democrático no sólo porque me parece la más deseable, sino para combatir a las otras alternativas posibles, siendo el ecofascismo la principal. Para contribuir a este imaginario democrático de manera concreta, me dediqué a escribir un librito sobre cómo se podría gobernar a una ciudad con asambleas vecinales.

Notas

(1) No es lo mismo cínico que escéptico. Cínico es alguien que tiene una actitud negativa ante todo, como prejuicio y le digan lo que le digan. Escéptico es alguien que antes de tomar una posición requiere argumentos más convincentes que los presentados. Vas a saber diferenciar a un cínico de un escéptico por su relación con la evidencia.

(2) Dice en La ideología alemana capítulo 1: "en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos." Considero que esto es una utopía muy ambiciosa porque va más allá de abolir las clases sociales, la propiedad privada y el Estado; también pretende abolir la división del trabajo.

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