El tribalismo: conversación con Guadalupe Nogues

Les presento a Guadalupe Nogues. Una doctora en biología, argentina, que tomó el camino de analizar el discurso público, el fenómeno del tribalismo, y el de la pos-verdad. Es importante que vean esta TED antes de seguir. Si tienen poco tiempo, vayan directo a las conclusiones. 

Esta charla me inspiró mucho. Lo suficiente para buscar más material sobre ella. Por ejemplo este artículo suyo en El Gato y la Caja. Fue leyendo ese artículo que se me ocurrieron algunos contrapuntos con su teoría del tribalismo y de cómo superarlo.

No vivimos en democracias

La primera gran diferencia con Guadalupe es que su proyecto positivo de cómo superar el tribalismo está encuadrado en la ilusión de que los sistemas políticos en los que vivimos son democracias. El mensaje de Guadalupe puede resumirse en que el tribalismo está lastimando y poniendo en peligro a nuestra democracia. La propuesta, entonces, es terminar con el tribalismo para tener una mejor democracia.

Pero no vivimos en democracias, vivimos en repúblicas de gobierno representativo. Que no son lo mismo. Recomiendo mucho este video (12 minutos).


Democracia y Estado no son compatibles. La república es muchísimo más cercana a la monarquía que a la democracia, y esto es a propósito. Las elites que encabezaron la lucha contra la monarquía no querían que el pueblo se autogobernase, sino gobernar ellas. Que el pueblo se autogobierne siempre se calificó de "anarquía". Similar a la maniobra del Partido en la novela 1984, se ha creado una neolengua donde le estamos llamando democracia a su opuesto.

La posición anti-X

Hay una cuestión que no está contemplada en el análisis de Guadalupe. En la definición de tribu que da Guadalupe encajan fácil las posiciones pro-algo pero no encajan las posiciones que son anti-algo, que suman otra capa de complejidad. La cito:

[H]ay grupos de personas que comparten determinadas ideas pero no toman de manera identitaria sus posturas. El foco está en la idea y no en la identidad. Esto no significa que no haya emociones y que la postura sea puramente racional. De hecho, cuando algo nos importa mucho sumamos emociones a eso, pero en esta modalidad serían emociones más positivas. Para no confundirnos con las palabras, podríamos llamar ‘grupos’ a este tipo de grupos no-tribales, y ‘tribus’ a los grupos en modo tribal, identitario y en donde predominan las emociones negativas.

La posición atea

Los católicos, los evangelistas, los musulmanes y los judíos tienen la opción de ser tribales o no. Los ateos directamente no tenemos la opción de ser una tribu. Ser ateo (que es una palabra inventada por religiosos) es simplemente no creer en ningún dios. Esto es una definición por la negativa. Por lo tanto, habrá personas ateas en todo el espectro ideológico. ¿En la gente atea predominan las emociones positivas o las negativas? Yo diría que predominan las negativas hacia todas las religiones y, dependiendo con el ateo con el que se hable, las emociones positivas se orientan hacia la ciencia, la razón, el materialismo, el humanismo secular, el socialismo, el liberalismo... Estos ya no son sólo "matices": directamente no hay una identidad común. Por lo tanto no somos una tribu y ni siquiera somos un "grupo no-tribal" en el esquema de Guadalupe.

Hagamos un recorte de la población atea. Los ateos militantes. Un ateo militante puede adoptar los comportamientos que Guadalupe agrupa en el "cómo tribal", pero al mismo tiempo ser un gran proponente de la conversación y los consensos (eso sí: consensos hacia el ateísmo o por lo menos hacia el laicismo). Los referentes ateos como Richard Dawkins o Matt Dillahunty se especializan en la conversación porque la conversación es la manera que tiene el ateísmo de diseminarse. Pero es una conversación que, por más que se modere en sus formas, propone una intolerancia hacia la superstición y las creencias sin buena evidencia. Vemos mezclados los elementos de grupo y de tribu en algo que no es un grupo ni una tribu, porque no tiene una identidad.

La posición anti-peronista

En Argentina existe la tribu peronista y existimos las personas anti-peronistas. Somos personas de todo el espectro ideológico con la única coincidencia de estar en contra del peronismo. Por supuesto tenemos emociones negativas hacia el peronismo y lo consideramos un "otro" enemigo al que hay que destruir o al menos derrotar. Pero no coincidimos en qué debería reemplazar al peronismo. En el anti-peronismo tenés desde anarquistas y marxistas hasta cambiemitas y partidarios de Milei, pasando por radicales y todo tipo de republicanos. Es más: es totalmente posible ser "moderado" y anti-peronista al mismo tiempo. Como no hay una identidad común anti-peronista, tampoco somos un grupo.

La posición anti-capitalista

Existimos personas anti-capitalistas. Sabemos que estamos en contra del capitalismo y del Estado-nación moderno. No podemos ser una tribu, tenemos proyectos positivos divergentes y hasta antagónicos. Un anarquista y un marxista-leninista solamente pueden convivir en una unidad de acción momentánea. Si hay una alianza entre anarquistas y marxistas-leninistas "por la revolución", entonces los segundos están manipulando a los primeros(1). No hay una identidad común anti-capitalista, por lo tanto tampoco somos un grupo.

Yo soy un anti-capitalista que está a favor de la democracia directa. Una de mis influencias es la propuesta de municipalismo libertario de Murray Bookchin. Este proyecto es antagónico con los anarquismos que están en contra de democracia (y de la sociedad) y con los marxismos que quieren que nos gobierne un "partido revolucionario de vanguardia".

Los límites a la convivencia que Guadalupe no tiene en cuenta

Guadalupe menciona la paradoja de la tolerancia de Karl Popper. La cito:

Por supuesto, cada uno sabrá cuál es su ‘borde’ para considerar que se debe excluir a alguien que piensa distinto. En mi caso, creo que voy por aquellas personas que promueven posturas intolerantes extremistas (nazismo, terrorismo): no soy tolerante con los intolerantes, como planteaba Popper ya en 1945. Su ‘paradoja de la tolerancia’ podría resumirse como “para que una sociedad pueda mantenerse tolerante, debe ser intolerante con la intolerancia”. Aunque estos bordes puedan cambiar entre nosotros, creo que estaremos de acuerdo en que deberíamos poder convivir con la enorme mayoría de las personas que forman parte de nuestra sociedad.

Este es el esquema que propone para entender la ubicación de las tribus, de la grieta entre ellas, y de las posibilidades no-tribales en todo el espectro ideológico:

www.elgatoylacaja.com

Este esquema asume que vivimos en una sociedad con libertad de expresión para todo ese espectro ideológico. ¿Pero qué pasa si vivimos bajo una dictadura? Entonces no tenemos libertad de expresión. O mejor dicho, solo tienen esa libertad quienes están a favor del mantenimiento de esa dictadura. Todos los que estamos por el derrocamiento de esa dictadura tenemos que callarnos, mentir, o fijarnos muy bien con quiénes hablamos sinceramente. Nuestro "borde" cambia según la situación histórica.

Podríamos decir que en ese caso el esquema de arriba solamente se aplica a quienes estamos en contra de la dictadura. Tenemos que tolerarnos y alcanzar consensos entre nosotros, evitar el tribalismo para lograr una máxima unidad de acción contra la dictadura. Pero estamos excluyendo al resto de quienes piensan que la dictadura está bien. No es posible incluir siempre a todo el espectro ideológico en la conversación.

El Estado vs la democracia

La democracia es un proyecto incompatible con la permanencia del Estado-nación moderno. Es el pueblo gobernándose a sí mismo en vez de ser gobernado por representantes. Los partidarios de la democracia en muchos aspectos formamos parte de la "enorme mayoría" de la que habla Guadalupe. Podemos ser más o menos tribales, seguramente. Podemos convivir y conversar y alcanzar algunos consensos. Hasta que no podamos. Nuestro proyecto es radicalmente divergente al del mantenimiento de la república. Podemos converger en ciertas luchas por reformas, como lo fue la legalización del aborto. Pero nuestra convivencia con los defensores del Estado-nación tiene fecha de vencimiento.

Si en una parte del país se tiene la oportunidad de expulsar al Estado-nación y autogobernarse mediante la democracia directa, el resto del mundo va a tener una elección que hacer: la indiferencia, alinearse con esos ciudadanos, o alinearse al Estado-nación para someter a ese movimiento popular y volver a imponer su soberanía. Desde la perspectiva de quienes luchan por la democracia directa, quienes elijan la tercera opción serían los intolerantes. Incluso si ellos piensan de sí mismos como moderados. ¿Qué pasará con los ciudadanos que vivan en zonas del país bajo el Estado-nación y quieran autogobernarse mediante democracia directa? Quedarán fuera del espectro ideológico con quienes los partidarios de la república pueden lograr consensos. Existen proyectos divergentes y los consensos no los reconcilian: para que uno gane otro tiene que perder.

Hablemos del capitalismo

Existimos quienes consideramos que el capitalismo está destruyendo la biosfera y poniendo en peligro la continuidad de la especie humana y de muchas otras. Creemos que la manera de salir de esta situación en que nos hemos metido (crisis climática, ecológica y de recursos) es el decrecimiento. Esto es antagónico con un amplio espectro de proyectos basados en el crecimiento económico. Desde el neoliberalismo "business as usual" hasta el socialismo de estilo marxista-leninista. Esto también pone un límite a la convivencia. 

Si el decrecimiento gana una masa crítica, primero que surgirán grietas con aquellos que quieran volver al crecimiento. Pero también habrá grietas sobre cómo implementar el decrecimiento. Porque así como el crecimiento tiene perdedores, también los tendrá el decrecimiento, y habrá que decidir quiénes son: las élites o las masas(2). No todo antagonismo es resultado del tribalismo.

Conclusiones

Coincidimos con Guadalupe en que el tribalismo es un problema, pero percibo que su propuesta de-tribalizadora no tiene el alcance general que ella ambiciona. Presupone un consenso previo e implícito a favor de la actual estructura social.

La propuesta de de-tribalizar la democracia parte de la premisa de que vivimos en democracia. Lo cual es fácticamente incorrecto. El Estado es el que tiene el poder, no los ciudadanos. Democracia y república son opuestos.

Falta integrar la variable tiempo en el esquema eje ideológico-tribalismo. El borde de la tolerancia, la sección del espectro ideológico con aquello con lo que podemos convivir, conversar y consensuar, cambia según la situación histórica.

La propuesta de Guadalupe también tiene problemas a la hora de integrar teóricamente a posiciones por la negativa (anti-teístas, anti-fascistas, anti-capitalistas). La misma propuesta de Guadalupe puede ser categorizada de anti-tribalista(3).

A pesar de lo anterior, considero que la propuesta convivencia-conversación-consenso de Guadalupe es útil para las relaciones interpersonales, para la vida interna de grupos no-tribales y, dentro de ciertos límites, para el diálogo entre grupos.

Notas

(1) Consideremos la historia de las revoluciones del siglo XX: cuando los marxistas-leninistas alcanzaron una cuota de poder estatal se ocuparon de eliminar a los anarquistas y a cualquier otro socialista que no se subordinase a "la vanguardia revolucionaria".

(2) Carlos Taibo es uno de los pensadores del decrecimiento que han previsto un escenario donde las políticas ambientales sean implementadas por gobiernos de corte nacionalista, autoritario y posiblemente racistas y genocidas, que mantengan los privilegios de las élites a costa del bienestar del pueblo. Denomina a este peligro con el rótulo de ecofascismo. Este ecofascismo tendría que ser incluido entre "los intolerantes" para mantener el esquema positivo de convivencia, conversación y consenso.

(3) Noto que las personas moderadas tienen problemas a la hora de considerar las posiciones "anti". Es como si desearan que no existieran. Y cuando las consideran, las valoran demasiado negativamente. 

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