Las tensiones entre hombres y mujeres son reales: el progresismo y la derecha las exageran y las emplean para sus agendas
Introducción
El tribalismo es uno de los síntomas de la decadencia de esta civilización.
El rol de las redes sociales en promover el tribalismo ya ha sido estudiado y denunciado. Uno de los documentales al respecto es El dilema de las redes sociales.
Quiero hablar del tribalismo de hombres vs mujeres y mujeres vs hombres que se viene promoviendo desde TikTok, Instagram, Youtube, y las plataformas que replican el contenido generado en esas redes.
Esta va a ser una perspectiva justa, pero masculina. Soy hombre, no puedo dar una perspectiva neutral en este asunto. Cuando se trata de un asunto social que afecta a ambos sexos, las perspectivas que reconozcan el problema y quieran resolverlo van a tener que complementarse entre sí, ya que queremos resolver el problema pero somos parte del problema también.
Una mujer, por más experiencia e inteligencia que tenga, no va a poder reemplazar mi perspectiva desde adentro. Pero sí me puede señalar lo que yo no estoy viendo y ella sí puede ver desde su perspectiva. Y viceversa. Este es un diálogo que requiere honestidad, madurez y una actitud constructiva. Mi esperanza es que este aporte sea incorporado a una conversación más general.
La censura de la conversación por el progresismo y la "defensa de la libertad de expresión" por la derecha
Debido a la hegemonía intelectual y política del progresismo posmoderno, la realidad evidente de que los hombres y las mujeres son diferentes ha tenido un lugar marginal en los debates académicos y en las conversaciones públicas.
El progresismo posmoderno asoció la conversación sobre las diferencias con la creación de argumentos a favor de la discriminación y la opresión. Por lo tanto, ha censurado esa conversación en sus propias filas y fuera de ellas también, siempre que ha tenido el poder para ello. Han tenido que salir gurúes de la derecha como Jordan Peterson a hablar de las evidentes diferencias entre hombres y mujeres, basadas en evidencia científica. De esta manera, el progresismo le regaló a esta derecha las banderas de la ciencia y de la libre expresión. Tenemos numerosos debates entre referentes de derecha y referentes progres a partir de premisas como "¿qué es una mujer?". Si tienen el estómago para revisar esos videos, sentirán vergüenza ajena por las contestaciones evasivas o locas de la persona progre(1).
El clima de inquisición progre ha llevado a acusaciones injustas contra personas inocentes. Algunas de las cuales no pudieron soportar el cyber-bullying en las redes sociales y terminaron quitándose la vida. El resentimiento causado por la violencia y la hipocresía progresistas suma filas a una derecha que es similarmente violenta e hipócrita, pero ante la complicidad de la izquierda con el progresismo, esta derecha aparece como la única voz de razón detrás de la cual se pueden cobijar todas las víctimas directas e indirectas de la censura progresista.
Pero los crímenes del progresismo no nos tienen que cegar ante las intenciones de la derecha. Cuando la derecha dice algunas verdades sobre las diferencias y tensiones entre hombres y mujeres, primero que suele acompañarlas de alguna mentira o de interpretaciones distorsivas, y segundo que siempre lo hace desde su propia agenda: restaurar los roles tradicionales de género, si es posible deshaciendo los avances en derechos de las mujeres.
El progresismo sigue tirando nafta al fuego del consenso anti-feminista
Durante años, la hegemonía del progresismo en la conversación sobre los sexos empujó a los márgenes a las opiniones misóginas y antifeministas. Pero también lo hizo con las opiniones masculinas en general, salvo que fueran obsecuentes con el feminismo con sello progre. En esos márgenes se creó este pantano de hombres resentidos que se agrupan como redpillers, MGTOW, incels, todos bajo el paraguas de la manósfera.
Para colmo de males, se ha transformado en "cool" a la misandría. Mujeres jóvenes aprovechan su plataforma en las redes sociales para decir cosas horribles contra todos los hombres en general, y no hay voces feministas que estén saliendo a hablar en contra de esto. "No es nuestro problema", dicen cuando son interpeladas. Ah, pero ni bien una mujer sale a defender a los hombres de acusaciones o generalizaciones injustas, aparecen hordas de fanáticas a acusarle de traidora o "defensora de machirulos". ¿Ahora sí es tu problema? Estos dobles estándares aportan más leña al fuego.
Alimentado por estas nuevas injusticias, al consenso anti-feminista tradicional en hombres que efectivamente perdieron poder con la igualdad de derechos, se le empezó a sumar un consenso anti-feminista de muchos varones jóvenes. Este anti-feminismo empezó siendo subrepticio y marginal, pero ahora se muestra de manera abierta en las redes sociales, en los medios masivos e incluso en los debates políticos. Un episodio reciente que lo ha envalentado fue el veredicto en el juicio entre Johnny Depp y Amber Heard.
¿Cuál fue la respuesta del feminismo progre ante este ascenso del anti-feminismo? ¿Aprender de sus errores? Al contrario: volverse más fundamentalista. ¿Hacer nuevos aliados? Al contrario: se cerró sobre sí mismo e incrementó la vigilancia ideológica en sus propias filas. ¿Aflojar con la misandría y tender puentes hacia los varones jóvenes que se fueron para la derecha anti-feminista? Al contrario: se los demoniza y ridiculiza. En vez de adaptarse, redoblan la apuesta.
Los viejos y nuevos actores que están capitalizando este malestar social
Los terrenos tradicionales para disputar el sentido en las sociedades modernas han sido la enseñanza oficial, los medios de comunicación y las producciones audiovisuales. Desde los 2010s que se ha sumado un nuevo terreno: las redes sociales. Recomiendo este artículo para tomar dimensión de este proceso histórico. Facebook encabeza el ranking con más de 3.000 millones de usuarios, seguido de Youtube, Instagram y TikTok. Incluso teniendo en cuenta cosas como los bots, que una persona puede tener varias cuentas, y que una persona puede estar presente en varias redes sociales, podemos aventurarnos y decir que la mitad de la humanidad está en las redes sociales.
Los medios de comunicación, los políticos y las celebridades están en las redes sociales, pero ya no son los únicos formadores de opinión. Los nuevos actores, surgidos de ese mismo terreno y por lo tanto mejor adaptados a él, son los influencers, los streamers, los podcasters y los tiktokers. A todos ellos se los puede agrupar en la etiqueta creadores de contenido.
Como los incentivos en las redes sociales también son cuantitativos (cantidad de likes, de compartidos, de segundos de visualización), entonces la competencia entre los creadores de contenido no es por aportarle a la sociedad reflexiones necesarias, compasión, sabiduría... Se trata de producir contenido que capture la atención de la audiencia por el mayor tiempo posible, y la atención puede ser capturada desde la emoción negativa. O sea, produciendo contenido generalmente polarizante, que cause ira e indignación tanto en la tribu a la que se quiere arengar (fuente de followers) como en la tribu a la que se agrede (fuente de haters). Si alguien comenta tu contenido de manera negativa y convoca a otros a que vengan a hacer lo mismo, también te suma a tus estadísticas.
¿Un sistema con tales incentivos intervendrá de manera positiva o negativa en los problemas sociales entre hombres y mujeres? Por supuesta que negativa. Estos actores solo buscan su propio beneficio económico y/o la satisfacción de su ego. Si ven una mejor oportunidad poniéndose del lado de una tribu o de la otra, lo harán. No les importa el daño que le hacen a la sociedad. Por eso es frecuente que personalidades narcisistas sean atraídas a estas posiciones de influencia.
Algunos arquetipos de creadores de contenido que empeoran las tensiones entre hombres y mujeres
El patriarca. Ejemplos: Jordan Peterson y Kevin Samuels. Hombres de 50 para arriba que aprovechan la extendida crisis de orfandad paterna para ponerse en el rol de un padre compasivo pero firme, que inculca los valores patriarcales tradicionales para que los varones jóvenes "se hagan cargo de su vida". Aprovechan la actual subordinación del feminismo al progresismo woke para cuestionar los avances sociales en la segunda mitad del siglo XX como algo que "fue demasiado lejos" o que no debió haber pasado porque "debilita a la civilización occidental". Detrás de sus críticas certeras al feminismo woke, se esconde un anti-feminismo en general, y esto se revela cuando hablan honestamente de sus creencias o hacen propuestas "positivas".
El macho alfa. Andrew Tate es el ejemplo más conocido y reciente de este arquetipo. Un multimillonario que colecciona autos y mujeres. Myron Gaines es otro, con su podcast Fresh and Fit. Otro ejemplo es el mexicano Temach. A diferencia del viejo sabio, el macho alfa no tiene nada de compasión por su público masculino. Directamente para él los hombres que no son como él son pollerudos, "simps" o "machos beta". Para quienes pueden ver más allá del show, es fácil darse cuenta que en medio de algunas perogrulladas como "a las mujeres les atrae la seguridad" se comunican mensajes altamente dañinos y poco practicables para la gran mayoría de varones (que no somos millonarios con un six-pack ni lo seremos).
La ex-feminista. Mujeres maduras que alegan haber sido feministas hasta que "tomaron la píldora roja" y ahora se dedican a atacar a la Matrix. Al igual que los patriarcas, su crítica del feminismo actual es en realidad una posición anti-feminista en general. Segundean muchos de los puntos del patriarca y del macho alfa pero con voz femenina. Se ven obligadas a ser más papistas que el Papa para distinguirse y crear su marca personal.
La mujer de alto valor. Generalmente son mujeres jóvenes y sexis con una personalidad narcisista o bordeando el narcisismo. Actúan como si el mundo les estuviera en deuda. Es frecuente que hagan videos maquillándose. Al mismo tiempo que se autodenominan "mujeres fuertes independientes", están todo el tiempo reforzando los mandatos machistas sobre los hombres (protectores, proveedores, procreadores). Su política de género es una combinación hipócrita de igualdad y reivindicación de los roles de género tradicionales. Ejemplo: el dinero del varón es de la pareja, pero el dinero de ella es sólo de ella. También promueven abiertamente el uso transaccional de la sexualidad para conseguir beneficios. Dos modelos de éxito social según este arquetipo: 1) casarse con un varón con alto poder adquisitivo que se encargue de todas sus necesidades y gustos; 2) divorciarse de ese varón y quedarse con la mitad (o más) de su patrimonio. ¿Los niños y niñas que surjan de o pasen por esas relaciones? Les importan un carajo.
¿Cómo combatimos contra esto?
A veces quienes vemos todo esto y nos sentimos impotentes caemos en la trampa de pensar que realmente el asunto no tiene importancia y que lo mejor que podemos hacer es quedarnos al margen y esperar que todo esto desaparezca solo.
Notas
(1) Incluso el movimiento de mujeres se ha visto afectado negativamente por el debate de qué es una mujer. El feminismo hegemónico, que es el dominado por el progresismo, insiste con que no hay ninguna diferencia entre una mujer trans y una mujer biológica. Para la narrativa progre, la autopercepción importa más que la realidad objetiva. Esto por supuesto causa una reacción cada vez más virulenta en el feminismo que no ha comprado todo el paquete posmoderno. Si bien hay algunas feministas que promueven el odio a las personas trans (ya lo hacían con los hombres), no toda feminista que cuestione el discurso progre posmoderno merece que le llamen TERF o algún otro estigma.
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