El goce fascista y el berrinche progre sobre el caso Depp-Heard
Amber Heard y Johnny Depp |
Las denuncias recíprocas de violencia doméstica y de difamación entre esta ex-pareja se convirtieron en un caso altamente partidizado en la sociedad estadounidense. Por qué el fascismo está de fiesta con el veredicto a favor de Depp y cuál es la responsabilidad del progresismo.
El goce fascista
La gente que es fan de Johnny Depp y/o que participa del culto a las celebridades siguió con avidez el juicio y festeja su final como un acto de justicia.
Pero festejando junto a ellos hay una tribu a la que no le importan ni Johnny Depp ni las miles de víctimas anónimas de injusticia. Son los fascistas que están en contra del feminismo por principio, porque quieren vivir en una sociedad donde se reviertan todos los avances en equidad de género de las últimas décadas, y quizás del último siglo.
Son fáciles de identificar. Son los que con más entusiasmo van a utilizar este veredicto para tirarse en contra del MeToo en EEUU, del NiUnaMenos en Argentina, y contra el feminismo en general.
A esta gente le importan un carajo los varones que van a denunciar violencia por sus parejas mujeres y las autoridades se les cagan de risa en la cara. Esta gente no hace nada por los padres injustamente alejados de sus hijos. Esta gente no genera ningún ambiente solidario para los varones víctimas de abuso o acoso sexual (sea por parte de mujeres o de otros varones). Su interés en este caso y otros casos similares es -en el peor de los sentidos- puramente político.
Diferenciar a los fascistas de conservadores y neutrales
Sería una estupidez confundir a los fascistas con todo aquél que haya discutido con el feminismo o haya demostrado escepticismo respecto a algunas consignas y lugares comunes. Los fascistas son un sector muy específico que tiene una agenda reaccionaria: volver a una sociedad tradicional donde la mujer esté subordinada al varón en el espacio público y en la familia, y donde se reprima toda sexualidad que no sea hetero, toda expresión que no sea género-binaria y todo formato relacional que no sea la monogamia.
Los fascistas son reaccionarios anti-igualdad y eso no es lo mismo que ser conservadores. Un conservador es alguien que quiere que las cosas se queden como están, lo cual incluye a los progresos logrados en igualdad. La única coincidencia entre fascistas y conservadores es la oposición a nuevos progresos. Pero los fascistas no sólo se oponen a nuevos procesos igualitarios y libertarios: quieren revertir los ya logrados. La actitud de un conservador puede ser tibia y moderada, pero la de un fascista es radical y extremista (en un sentido anti-igualdad).
A los fascistas les resulta más conveniente disfrazarse de conservadores y hasta de neutrales cuando no gozan de la correlación de fuerzas necesaria para imponer su programa. Este camuflaje detrás de una "mayoría silenciosa" es una cuestión de supervivencia para ellos, y les obliga a ser hipócritas. Por ejemplo, pueden llegar a decir que no se oponen a los feminismos de épocas anteriores sino únicamente al actual, cuando en realidad en épocas anteriores también se hubieran opuesto a esos feminismos.
Saber distinguir entre conservadores y fascistas es crucial para no cometer la torpeza de llamarle fascista a todo el mundo, para explotar las diferencias entre conservadores y fascistas, y para aislar a estos últimos.
Los fascistas son enemigos mortales de los movimientos de liberación y por la igualdad
Si los fascistas no se animan a decir abiertamente que están en contra de que las mujeres puedan votar, participar de política y ser propietarias es porque saben que -por ahora- esa es una batalla perdida. Si lo hicieran, se alienarían de la mayoría de la sociedad y quedarían expuestos al ridículo y al escarnio que merecen. Por eso sólo van a hablar sinceramente sobre la sociedad que quieren en ciertos círculos.
Mientras tanto, seguirán la estrategia de hacerse pasar por conservadores y hasta pueden posar de escépticos. Es importantísimo tener en cuenta esta estrategia de camuflaje del fascismo: para cuando perdieron el miedo de mostrarse abiertamente ya es porque están a punto de conseguir su objetivo. Mientras tanto, van a apostar a mover el clima de opinión cada vez más hacia la derecha, cada vez más hostil hacia las minorías, cada vez más receloso de nuevos avances libertarios-igualitarios y cada vez más escéptico de valores libertarios-igualitarios consolidados. Es muy frecuente ver al fascismo acompañado de conspiranoias.
Para eliminar a los fascistas (oh, sí, la pelea con ellos es a muerte) hay que cortar sus lazos con esa "mayoría silenciosa" y dejarlos expuestos. Y para eso todos los movimientos de liberación van a tener que cortar lazos con esa amistad tóxica llamada progresismo, que promueve una política de aislamiento entre los movimientos de liberación y el pueblo, lo cual termina ayudando al fascismo.
El berrinche progre
El progresismo está que trina con el veredicto Depp-Heard porque puso todas sus fichas en la victoria de la segunda. ¿Por qué el progresismo apoyó a una celebridad multimillonaria que se valió de un movimiento legítimo como el MeToo para lograr un fin egoísta y mezquino? Porque el progresismo hace exactamente eso con el feminismo y con cualquier movimiento por la liberación y la igualdad.
El progresismo en relación con cualquier movimiento de liberación se comporta como una amistad tóxica. ¿Cómo identificar a una amistad tóxica?
- Te da la razón en todo incluso cuando no la tenés.
- Te adula con frases peligrosísimas como "nunca cambies" (o sea quedate así que ya te saqué la ficha).
- Te aísla de relaciones que te puedan llevar a crecer y por lo tanto salir de su dominio.
- Te enemista con aliados actuales y potenciales.
- Te parasita.
- Cuando estás bajón y pensás que el mundo está en tu contra, refuerza esa idea (porque lo convierte a él en un vínculo más valioso) en vez de desafiarla y promover el optimismo.
La amistad tóxica del progresismo con el feminismo se suele expresar de esta manera: Mientras el feminismo siempre promovió la liberación de la mujer y la igualdad de la misma ante el hombre, el progresismo promueve su victimización e infantilización.
Al tratar a las mujeres sólo como víctimas y divorciándolas de la capacidad de hacer el mal se las está deshumanizando. Al negar la posibilidad de que las mujeres mientan se las está infantilizando (o peor, porque hasta los niños pequeños tienen capacidad de mentir). Este progresismo tóxico adopta con las mujeres una actitud sobreprotectora y le llama misoginia a cualquier afirmación realista o plausible sobre las mujeres en general o alguna en particular que, al considerar a las mujeres como miembros de la especie humana, las considere capaces de mentir, robar, matar, violar y torturar. Quienes no creen que las mujeres -y la gente no-binaria, ya que estamos- tienen acceso a ese espectro de la experiencia humana, no creen realmente en la igualdad entre los géneros. Están infiltrando y parasitando al feminismo, promoviendo una agenda que tiene coincidencias puntuales con la agenda feminista, pero que es esencialmente divergente.
¿Cuál es la agenda del progresismo?
Los movimientos por la libertad y la igualdad son reacciones de antagonismo contra este sistema. Todo movimiento hacia la libertad e igualdad humanas termina siendo anti-sistema si se desarrolla hasta sus últimas consecuencias. El progresismo tiene un origen diferente: son reajustes del propio sistema para sobrevivir al cuestionamiento de estos movimientos.
El progresismo se propone "humanizar" al sistema capitalista-estatal pero preservándolo, sin ninguna intención de superarlo en un futuro. De hecho, su intención es desactivar toda tendencia en ese sentido. El progresismo es una contrarrevolución preventiva y "light".
El progresismo busca ser un aliado de los movimientos por la libertad y la igualdad o incluso dice que siempre fue parte de ellos. La estrategia del fascismo es camuflarse en la "mayoría silenciosa" y hacerse pasar por conservadores para mover el consenso más hacia la derecha. La estrategia del progresismo es acercarse a los movimientos sociales con el mensaje "queremos lo mismo", con la actitud de amistad tóxica descripta antes, y con el objetivo de que los movimientos sigan sus consejos estratégicos.
Estos consejos son dados con el argumento de "llegar al mismo lugar pero por otro camino" y, ante las propuestas estratégicas más directas y radicales (las más coherentes con las necesidades del movimiento), el progresismo responde que son poco realistas y "funcionales a la derecha". El fin último del progresismo es afectar no sólo la estrategia de los movimientos, sino sus objetivos y sus resultados. "Empoderamiento" en vez de libertad, "inclusión" en vez de igualdad.
El propósito del progresismo es evitar que los movimientos por la libertad e igualdad se desarrollen hasta darse total cuenta de su antagonismo con el sistema y convertirse en una amenaza contra él. Para eso, qué mejor que empantanarlos en caminos tipo "cambiar al sistema desde adentro" o dirigir todo el foco en pequeños cambios graduales e incrementales (desperdiciando oportunidades radicales cuando las hay).
El progresismo ha hecho más daño de lo que ha ayudado
En el contexto de una sociedad civil democrática, a un movimiento de liberación le interesa lograr el mayor número posible de personas comprometidas con su causa, ganar el máximo consenso social posible a favor de su agenda, generar argumentos persuasivos para los escépticos neutrales, horadar la convicción conservadora, y dejar expuestos y aislados a sus enemigos irreconciliables.
Esta estrategia ha sido bastante exitosa en la historia humana y gracias a ella hay sectores de la sociedad que tienen libertades mucho mayores a las de hace un siglo.
El progresismo lo que hace es sabotear sistemáticamente esa estrategia. Y lo hace posando como aliado o incluso como integrante del movimiento. Estas son algunas de las maneras en que lo hace:
- Masajea el ego de quienes forman parte del movimiento diciéndoles que tienen un monopolio sobre la verdad y el bien.
- Busca cooptar a las personalidades más respetadas de ese movimiento con prebendas del poder. Si esto falla, busca aislarlas y eventualmente calumniarlas.
- Demoniza al conjunto de la sociedad opuesta al movimiento sin distinguir entre neutrales, conservadores y reaccionarios. Si es posible, con sobrenombres deshumanizantes (el fascismo hace lo mismo).
- En vez de crear puentes con la gente que no está persuadida y podría estarlo, fortalece la polarización a favor o en contra del movimiento y aísla al movimiento de la sociedad general.
- Cuando la parte demonizada de la sociedad reacciona viendo a ese movimiento como una élite con intereses contrarios a los suyos, y a cualquiera que enfrente a esa élite (incluso con argumentos de mierda) como un héroe o por lo menos alguien del palo, el progresismo le dice al movimiento dice "¿ven?".
- En vez de ayudar a informar, educar y persuadir, construye un ambiente dogmático donde cualquier cuestionamiento e incluso algunas dudas se tratan como herejías.
- En vez de responder argumentos contrarios con argumentos mejores, los responde con violencia verbal y condena moral. Para justificar ese comportamiento hace un uso perverso del concepto de empatía. Por ejemplo, acusar de "falta de empatía" a quien no se deja convencer por un mal argumento.
- Promueve un anti-intelectualismo que embrutece al movimiento y lo hace más fácil de manipular.
Cortar las cadenas con el progresismo, construir puentes con la gente común
La gente común en este sistema tiende a ser bastante egoísta, corta de miras y fácil de manipular. Esto es algo deliberado: ni el sistema educativo ni el sistema político forman ciudadanos, sino súbditos del Estado moderno que se sometan al despotismo capitalista en la economía. Claro, los súbditos del Estado moderno tenemos más derechos y bienestar que los súbditos del Estado feudal y que los esclavos. Pero los de arriba no nos quieren libres (sino no habría "arriba") y para eso la mejor manera es hacernos creer que ya somos libres.
Mientras el sistema político actual se publicita como una democracia donde todos los ciudadanos son iguales ante la ley, en realidad vivimos bajo repúblicas de gobierno representativo, donde la gente común mantenemos con nuestro trabajo a una clase dominante que se da la gran vida a costa de nuestra explotación y de arruinar la biosfera. Entre esa clase dominante y nosotros hay una corte de soldados, funcionarios, intelectuales y gobernantes que sirven a esta clase dominante, mantienen el orden de las cosas, y por eso suelen estar en una mejor posición que la del común pueblo (véase el personaje de Stephen en Django Unchained).
La gente común tiene sus ventajas respecto a otras capas sociales como los intelectuales y los militantes partidarios. Su visión del mundo está limitada por el sentido común, pero al menos no están poseídas por una ideología que tiene aparente respuesta para todo y hace innecesario todo aprendizaje. Esa ideología puede ser religiosa o política, el efecto es el mismo. Si la gente común vive en una parcela de tierra y rara vez se aventura más allá, la gente poseída por una ideología está metida dentro de una fortaleza. Esa fortaleza puede tener más superficie que la parcela de tierra e incluso varios pisos, y por eso la persona ideologizada aparenta tener más inteligencia que la que no. Pero esa fortaleza tiene altos muros y profundos pozos que la separan del resto del mundo.
La persona común suele ser más pragmática que la ideologizada. Cuando el pragmatismo viene acompañado de ignorancia, esto implica una falta de profundidad, de amplitud y de imaginación. Si esa persona es particularmente terca puede ser frustrante discutir con ella. Pero al menos no es dogmática. En eso se convierte cualquiera que entre a la fortaleza de una ideología (peor si es en un partido político o secta).
El progresismo iguala a ambos tipos de personas y nos dificulta diferenciarlas para proceder distinto con cada una. No es lo mismo si la oposición a un punto de la agenda viene del enemigo irreconciliable o si viene de alguien que no está convencido. Con el segundo hay posibilidad de dialogo. Cuando el progresismo pone todo en la misma bolsa, complica la tarea de persuadir a la opinión pública cuando se requiere lograr sensibilidad y acompañamiento sobre un tema.
Quienes estamos a favor de la libertad y la igualdad tenemos que esforzarnos en acercarnos y empatizar con la gente común, en construir los argumentos que funcionen para persuadir y ganar aliados, en vez de los argumentos que nos gustan más porque son más coherentes con X ideología o porque son más populares dentro de X colectivo.
Creo que una manera útil para reflexionar sobre qué hacer y qué no hacer es prestar atención a lo que están haciendo nuestros enemigos fascistas y dejar de seguir los consejos de nuestras amistades tóxicas progres.
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