Izquierda, derecha: dos caras del mismo sistema

Algunas definiciones

Los términos de izquierda y derecha aplicados a la política surgieron desde la revolución francesa. La izquierda es identificada con el cambio, el progreso, la igualdad, la justicia. La derecha es identificada con la estabilidad, la tradición, la eficiencia, el orden. En el medio de ambas, el centro. Hay versiones más moderadas y más radicales de ambos extremos (centro-derecha y centro-izquierda, extrema derecha y extrema izquierda).

En la época de la revolución francesa, a la izquierda estaban los que querían reemplazar a la monarquía por la república y a la derecha los que sólo querían reformar la monarquía. Hoy, la derecha política es la que más defiende al capitalismo tal como es (neoliberal) y la izquierda es la que quiere un capitalismo más justo (1). Además existe un engendro llamado progresismo, que se publicita como una centro-izquierda o "izquierda posible", pero en realidad es otra cosa.

Alguien puede no acordar con estas definiciones. Las hago explícitas para que se entienda mejor lo siguiente y para que sea más fácil de criticar.

Algo de historia (importante para después)

En la Asamblea Nacional francesa, uno de los primeros parlamentos opuestos a la monarquía, quienes se orientaban más hacia reemplazar la monarquía por una república se sentaban a la izquierda del salón. Quienes eran más conservadores de la monarquía, en la derecha. Quienes estaban en el centro, no estaban lo suficientemente de acuerdo con ninguno de los dos extremos o su acuerdo era más moderado. El rey, mientras conservó su cabeza, vio a toda la Asamblea como su enemigo, incluso a quienes le rendían pleitesía y "solo" querían una monarquía constitucional.

La historiografía de los "grandes hombres" nos da mucho detalles sobre lo que pasaba dentro de la Asamblea y elabora biografías de sus personalidades más destacadas. En la historia contada por ellos, el pueblo francés aparece como una masa indiferente, ignorante, seguidista de uno u otro lado, de humor cambiante, respetuosa de los "grandes hombres" dentro de la Asamblea y por momentos impertinente. Al hacer foco en lo que pasaba en la Asamblea para explicar lo que pasaba en Francia, los debates dentro de la Asamblea y los distintos partidos que participaban en ella cobran gran importancia.

Pero las revoluciones las hacen los pueblos, no los partidos ni los "grandes hombres" (2). Lo que sucedió fuera de la Asamblea condicionaba lo que pasaba adentro. Lo que pasaba dentro de la Asamblea influía en Francia solo en la medida que Francia la obedecía.

Mis fases pasadas

Cuando yo era de izquierda, tenía un sentido común incorporado de que a pesar de todas las diferencias con el progresismo, la derecha era mucho peor, y contra la derecha había que presentar un frente único. Había que pegarle a la derecha (casi siempre junto con el progresismo, y como segundones), y ahí la izquierda ganaba si pegaba más fuerte que el progresismo. Al progresismo había que "correrlo por izquierda" para delimitarse lo suficiente sin pegarle directamente, lo cual podría serle "funcional a la derecha".

Después, sobre todo en la década kirchnerista, empecé a ver que el progresismo tenía mucho más en común con la derecha de lo que pensaba (por ejemplo, el extractivismo), y que en cuanto a enemigos, era más conveniente para la izquierda tener un enemigo de derecha, para polarizar más, ya que el enemigo progresista corría con demasiada ventaja para presentarse como la "izquierda posible" y así fortalecer el bipartidismo "yo o la derecha". Por lo tanto la "táctica" era pegarle al progresismo de manera tal que no se fortaleciera la derecha, y viceversa también. La izquierda tenía que proponerse no como un progresismo "pero mejor", sino como una "tercera posición".

Desde que renuncié a considerarme de izquierda porque me hice más anti-estatista y ecocéntrico (el culto al Estado y al dominio de la naturaleza unen a derecha, progresismo e izquierda), ya no pienso en qué es lo que necesita la izquierda para "ganar". Pienso a nivel de especie y de comunidad. Una vez libre de las necesidades tácticas de la izquierda, pude ser libre para darme cuenta que el progresismo tiene un nivel de moralina que iguala o supera a la derecha religiosa.

Qué pienso hoy

A lo mejor en unos años cambie a otra posición, pero lo que veo HOY es que el progresismo es el enemigo principal del libre pensamiento (más que la derecha). Tanto por su efecto estupidizante como por su vocación inquisidora. Apoyan, fanáticamente, las mismas medidas que condenarían si las llevara a cabo lo que ellxs llaman "la derecha". Hoy el progresismo es la sección del espectro político que más desprecio por su hipocresía y por su corporativismo.

También ha variado mi posición sobre la izquierda. Desde considerar que mi voto a sus parlamentarios podía servir para ponerle palos en la rueda al capital, pasando por tenerle lástima por su carácter minúsculo y sectario, hasta la posición actual que es de cada vez mayor hostilidad. Ya que su militancia no reniega para nada del fascismo rojo bolchevique y hoy mismo apoyan al Estado cubano contra el pueblo cubano. Estas sectas, si pudieran, harían las mismas barbaridades contra la población obrera y campesina que hicieron los Estados socialistas. Incluso las troskistas. Actualmente, son laderos del estatismo burgués. Y, particularmente en Argentina, sirvientes más o menos inconscientes del peronismo.

Con la derecha tengo una posición distinta también. Primero porque mucho de lo que se llama a sí mismo (o deja que le llamen) progresismo es, en realidad, derecha. En Argentina, el kirchnerismo. El bipartidismo que tenemos en Argentina entre el peronismo y el macrismo no es entre una derecha y una "izquierda posible", ni siquiera entre una derecha mala y una peor. Es entre dos derechas con distintas tácticas, estrategias, y amigotes a quienes beneficiar.

Los sectores progres de la población argentina apoyan a la derecha que les dé algunas reformas y concesiones simbólicas (lenguaje inclusive, discurso de lo público y de la solidaridad, de la soberanía) por más que, en lo económico y en lo represivo, sea tan o más antipopular que la otra derecha. Y tan o más ecocida también.

La gente harta de la derecha hipócrita o que es por naturaleza hostil a los valores del progresismo, opta por la otra derecha, que incluso cobra la apariencia de un sector subalterno que quiere recuperar al país de la banda de ladrones que lo usurpó y construir un país serio, donde el capitalismo real sea igual que el capitalismo teórico.

Si esta derecha subalterna no existe o no es creíble, el vacío es llenado por una ultraderecha más extremista sea en lo económico (un liberalismo talibán del tipo "que se muera de hambre quien se tenga que morir") o en lo cultural (nacionalista, xenófoba, racista, machista). Esta ultraderecha "corre por derecha" a la anterior. En la Argentina, el liberalismo tipo Milei/Espert o el carapintadismo tipo Gómez Centurión serían esta ultraderecha.

Conclusiones

Todo este espectro político, desde la izquierda más roja hasta la ultraderecha, está dentro del Estado. Ninguna disputa el dominio de la población por un puñado de representantes, funcionarios y cuerpos armados.

Ofrecen distintas maneras de gestionar el capitalismo. No disputan el dominio de la especie humana sobre todas las demás y sobre el planeta. Justifican el ecocidio en nombre del desarrollo y del progreso. Ven en el crecimiento algo siempre bueno.

Así como son todas ecocidas, si hace falta también son genocidas. Que las acusaciones liberales contra los regímenes de izquierda sean ciertas no significa que los crímenes del fascismo o del colonialismo/imperialismo burgués sean menores. Con esta estupidez que solamente hay dos lados y o estás de un lado o estás del otro se han justificado las peores atrocidades.

El punto de vista que adopto es el de las necesidades de la especie (lo cual me permite y me estimula a una visión a largo plazo y más conectada con los procesos naturales). Las soluciones a los problemas sociales tienen que funcionar para toda la gente o por lo menos para la gran mayoría, y no solo hoy sino en las próximas generaciones. Ese no es el punto de vista de quienes están dentro del Estado, aunque vengan de la izquierda y de los movimientos sociales. No es el punto de vista de la izquierda, y por eso no puedo ser más de izquierda.

La transición ecosocial que necesitamos no la va a hacer el Estado (al contrario, el Estado será su enemigo), y por lo tanto no podemos contar con el espectro político estatista. Por ello estoy mucho más del lado del anarquismo (aunque con algunas reservas) y del comunalismo (al que estoy empezando a conocer).

Notas al pie

(1) Se protestará que la izquierda extrema o revolucionaria es anticapitalista y quiere el socialismo. Pero en realidad la izquierda de tipo bolchevique quiere un capitalismo manejado por ella.

(2) Si querés leer una historia de la revolución francesa que toma al pueblo como protagonista, recomiendo la de Piotr Kropotkin.

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