Sobre el rechazo a la reforma constitucional en Chile

Escribo esto motivado por irritación con la izquierda sin autocrítica que llora ante el triunfo del Rechazo en Chile. También contra los balances maximalistas que estoy viendo por ahí.

A la izquierda: así van a seguir hasta que rompan con el progresismo

La izquierda decidió perder frente a la derecha desde el momento en que, tentados por el progresismo, renunciaron a la identidad de clase trabajadora. Apuestan por todas las otras identidades, todas legítimas, pero de manera aislada a las condiciones materiales de vida. Asumen que al común de la población explotada ya la tienen el bolsillo, solo por ser de izquierda y hablar de vez en cuando contra el capitalismo.

Cuando la gente trabajadora que no pertenece a ninguna de las identidades presentes en el discurso de la izquierda vota a la derecha, es culpada de bruta, alienada, estúpida, borrega... Que es cierto que algo de eso hay. Pero la izquierda no hace ninguna autocrítica. No se ponen en los zapatos de esa gente para preguntarse cuáles son sus opciones. ¿Quiénes le hablan a esta población? ¿Quiénes le hablan de los temas que le importan? ¡La derecha!

Si esta gente está angustiada por temas económicos, por la cobertura médica, por el acceso a la educación y ven que la agenda de la izquierda es toda feminismo, mapuches, y LGBT, ¿pueden culparla por optar por otros partidos? Incluso si son partidos que tienen un historial de promesas incumplidas. Incluso si, junto con la promesa de resolver los temas que a la gente sí le importan, incluyen demagogia reaccionaria contra las minorías. ¡Incluso si son los mismos partidos que causaron los problemas que prometen resolver!

La Constituyente trató de resolver de un plumazo enormes problemas históricos como el de la autonomía indígena y el nacionalismo. Y lo mismo con el aborto, el machismo, el neoliberalismo... Esto condenó a la nueva constitución a ser rechazada. Incluso cuando un 80% del electorado del 2020 había estado de acuerdo con que había que reformarla. 

Lamentablemente los perjudicados no serán solo la izquierda, sino el conjunto del pueblo y en especial las minorías en cuyo nombre se promovieron estas reformas (minorías que estuvieron sobre-representadas en la Constituyente del año pasado).

Así será hasta que esta izquierda influida por el progresismo desaparezca y sea reemplazada por una izquierda más obrerista. Lo cual no significa una izquierda racista, machista, homofóbica. Pero sí una izquierda que se ocupe de reformas favorables a la población explotada por el capitalismo y también favorables a las minorías en tanto forman parte de esa mayoría explotada.

El viejo énfasis de clase tiene que volver a ser central, incluso si es reformista. Esa es la manera de disputarle a toda esa gente a la derecha.

Punteos contra el maximalismo

  1. Esta reforma constitucional fue una oportunidad histórica para mejorar varios aspectos estructurales de la situación del pueblo chileno y de la correlación de fuerzas con el Estado. Esta oportunidad se consiguió gracias a la sangre, el sudor y las lágrimas de la insurrección popular del 2019-2020 (conocida como Revuelta de Octubre), y fue estúpida y criminalmente desperdiciada por la izquierda chilena, infestada de progresismo. Pero este resultado no significa que los maximalistas tenían razón y que lo más sabio hubiera sido no haber invertido ninguna energía en la reforma constitucional. Esto no es inteligente. Y no sólo no es inteligente, ni siquiera es un pensamiento revolucionario: es conservador. Cuando se desperdicia una oportunidad de mejorar tu situación, eso no significa que la oportunidad en sí no fue positiva y que si se vuelve a presentar en el futuro hay que ignorarla. ¡Esto no es inteligente!
  2. Las opciones en el Chile pos-revuelta no eran la reforma constitucional o los soviets. La Revuelta de Octubre, con todo lo importante que fue, no fue una revolución. No tuvo la fuerza para gestar una alternativa viable al capitalismo. Pero la insurrección sí tuvo la fuerza para influir en el escenario político chileno y generar dos experiencias reformistas avanzadas: el gobierno de Boric y la asamblea constituyente. Dos nuevas experiencias del pueblo chileno, dos nuevos escenarios para las luchas populares (con sus ventajas y desventajas).
  3. El Rechazo no sólo es una derrota para el Chile reformista, también lo es para el Chile revolucionario. Sí, aun para quienes todo el tiempo dijeron que la Constituyente era una distracción y que había que volver a las calles. Este proceso no fue una lucha entre el Chile revolucionario y el Chile reformista. Era una lucha entre el Chile reformista y el revolucionario por un lado, y el Chile  fascista, reaccionario y conservador por el otro. Estabas en la pelea aunque lo niegues, revolucionarix, aunque no te hayas dado cuenta. Todos los integrantes del Chile revolucionario que nieguen haber sufrido una derrota viven en una nube. Todos los integrantes del Chile revolucionario que extrañen al gobierno de Piñera porque planteaba un escenario más sencillo de confrontación con el Estado, se están declarando inútiles para el pueblo por el que dicen luchar.
  4. Las fuerzas revolucionarias en casi todo el mundo necesitan urgente una buena teoría para hacer política. No me refiero al bolchevismo ni nada parecido (acá mi opinión del bolchevismo). Me refiero a entender que estrategia y táctica no son malas palabras. Que hay que aprender del enemigo contra el que se combate. Que "revolucionario" no tiene que significar "anti-reformas" sino "más allá de las reformas". Que la "teoría revolucionaria" no puede ser inferior al sentido común. Que todo paso adelante de un movimiento real vale más que 100 programas y que 100 "acciones revolucionarias" de elementos aislados.





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