Mi experiencia en una secta troskista

 


Dos décadas atrás, milité por unos meses en una secta troskista. Algunos quizás deduzcan cuál es la secta a partir de lo que cuente. Esta historia se puede contextualizar en el primer y segundo párrafos mi biografía política.

Hoy soy no solo antitroskista sino antibolchevique, así que toda variedad de sectas leninistas, desde el maoísmo hasta el troskismo, pasando por el stalinismo y el guevarismo, me causa el mismo rechazo. Soy bastante ecuánime en ese asunto, como lo soy con el desprecio a las religiones abrahámicas. Esto es un examen autocrítico de mi experiencia como miembro de una secta troskista. 

Aunque entré a la secta con críticas hacia ella (su aparateo en las asambleas populares, lo que percibía como su sectarismo) y hacia al bolchevismo (su dictadura de partido único, la represión de Kronstadt, las 21 condiciones de la 3ra internacional), lo hice pensando que era el partido con la construcción más cercana a mi ortodoxia leninista de entonces, y con el proyecto de conformar una tendencia dentro del partido para que sea menos sectario y más leninista (la ironía...). 

En ese entonces yo era un "leninista crítico", todavía bastante convencido por los argumentos de Lenin sobre cómo hacer una revolución y lograr el socialismo/comunismo. Mi esperanza era que si transformaba al partido éste lograría impulsar una revolución que a su vez alcanzara al socialismo. Esperanza infundada tanto por la trayectoria particular de la secta como por la naturaleza del leninismo. 

En esa experiencia, hacia adentro, pude constatar la firmeza de la dominación de la dirigencia sobre las bases, no solo ni principalmente por convicción ideológica sino por reglas burocráticas y normas informales impuestas al militante. La persona responsable del círculo al que yo concurría directamente BAJABA LÍNEA y confrontaba cualquier disidencia "fraternalmente" primero y con dureza después. De manera que una disidencia incluso parcial con la línea partidaria ya te identificaba como alguien problemático tanto para la dirigencia como para tus compañeros. Nunca logré estar convencido de la línea partidaria de esconder al socialismo detrás de "la lucha". Este punto de vista y mis ganas de hablar abiertamente de socialismo con la gente eran criticados como "propagandismo". Tampoco pude decir "nosotros" cuando el partido decía/hacía algo con lo que yo no estaba de acuerdo, y esto también era mal visto.

En cuanto al hacia afuera, por ejemplo con amistades y con mis compañeros de la asamblea popular (hacia quienes tenía instrucciones de atraer a las posiciones del partido) me hice más estúpido e hipócrita. Como yo tenía la ambición de atraer a gente para el partido para fortalecer adentro una tendencia crítica que lo transformara, en discusiones con esa gente (que para la secta eran "mis contactos") me vi obligado a defender lo que criticaría hablando con ellos si fueran militantes del partido, y maximizar lo que yo le veía de bueno. Para justificar mi elección de militar en esa secta particular y no en otras, me ví obligado a adoptar una actitud de asimetría crítica entre mi secta y la competencia. 

Por suerte hubo un momento que me ayudó a romper con la secta. Hubo una posición pública de la secta a través de su prensa con la que fui particularmente crítico, polemizando con la dirigencia en el boletín interno y admitiendo esa disidencia con mis contactos de afuera del partido. Mi persistencia en la polémica causó que un dirigente viniera a una reunión del círculo a discutir el tema conmigo. Con más experiencia para rosquear, me dejó en ridículo "fraternalmente" frente a todo el círculo, de manera que perdí esa discusión. Igualmente repensé la discusión más tarde y encontré la falla en el argumento del dirigente, y cuando lo hablé en el círculo la responsable me dijo "pero [el dirigente] ya lo habló con vos". Esa respuesta tan burocrática ayudó a mi hartazgo. 

Paralelamente a todo esto, mis críticas al bolchevismo se habían radicalizado a partir de mi encuentro con el comunismo de consejos (Gorter, Pannekoek, Rühle, Mattick), de manera que militar en una secta bolche, aún críticamente, ya perdía todo sentido. 

Mi salida de la secta fue poco elegante, incomprensible para mis compañeros, seguramente ni bien crucé la puerta del local me trataron de fundido, de pequeño burgués, etc. Pero fue una de las mejores decisiones de mi vida. Hoy veo ese período con algo de vergüenza por mi comportamiento pero también con valiosas lecciones para la política y para la vida. 

Dos de esas lecciones son: 1) la convicción de la impotencia del individuo ante el entorno; 2) el papel de la contingencia en la historia. No me hago ningunas ilusiones sobre mis capacidades personales ni sobre un destino personal. Si yo no hubiera recibido los estímulos correctos y en los momentos correctos para romper con la secta, hubiera seguido ahí adentro. A esta altura sería un "cuadro", un militonto, o un "fundido" en malísimo estado. De similar manera, si yo no hubiera sido estimulado por diciembre del 2001, mi trayectoria política sería totalmente distinta. Somos más hijos de nuestros tiempos que de nuestros propios padres. 

Mis experiencias, lecturas y reflexiones posteriores a la ruptura con la secta me llevaron a examinar críticamente al marxismo (previo a eso hice una distinción radical entre marxismo y leninismo), eliminar prejuicios contra el anarquismo (sin dejar de ser crítico), educarme científicamente, y abrirme a otras corrientes intelectuales, priorizando por encima de todo la verdad. Este compromiso cuasi-religioso con la verdad tiene la ventaja de mantenerme escéptico de ideologías que tengan respuesta para todo, pero las desventajas de no poder tener una visión del mundo coherente (pues tengo que basarla en evidencia) y que se me haga difícil tener claro el "qué hacer". Sin embargo, he encontrado ventajas en esas desventajas.

Algunas de mis creencias/certezas actuales son: 

  • Que la dialéctica estímulo-reacción, juzgada como reduccionista y poco sofisticada por una cultura intelectual tan influida por el psicoanálisis como la nuestra, tiene mucha más influencia en nuestra trayectoria de lo que se admite. Individualmente y colectivamente. 
  • Que para buscar las verdades profundas sobre la humanidad hay que buscarlas en su animalidad. Y para ello importan más lo que concluyan las investigaciones científicas sobre el homo sapiens y otros primates que lo que diga mi ideología preferida. Somos seres bio-psico-sociales, y ningún reduccionismo conviene. Pero creo que un reduccionismo biológico va a acertar más veces que los otros dos. 
  • Que en la cultura de izquierda se suele señalar al individualismo como el principal pecado o impulso a combatir para transformar positivamente al mundo y para que nuestro ser se aproxime al "deber ser", pero el tribalismo tiene un papel tan o más nefasto y la izquierda es bastante ciega a esto, porque ella misma es una tribu o "tribu de tribus".

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