Para qué sirve y para qué NO sirve el ambientalismo


Una de las realidades antipáticas de esta época, pero muy útil para no desperdiciar nuestras energías: El ambientalismo no ha servido ni servirá para impedir el consumo insostenible de los recursos planetarios ni para frenar la catástrofe climática. Pero tiene sus usos.

Paneo general del ambientalismo

Entiendo por ambientalismo al activismo ciudadano en defensa del ambiente y de los ecosistemas.

Los fundamentos intelectuales del ambientalismo provienen del ecologismo. Originalmente los ambientalistas/ecologistas solían ser profesionales de las ciencias naturales o gente con un afecto muy especial por especies vegetales y animales. En una segunda oleada, el ambientalismo se ha ampliado con ciudadanos de profesiones varias, con tendencias conservacionistas, que quieren ver a su ciudad limpia (suelo y aire), que tienen una actitud protectora de sus áreas naturales cercanas por una cuestión identitaria y de legado, que se involucran en proyectos de educación, de reciclaje y de transición energética, y que se oponen a proyectos extractivistas o desarrollistas porque saben que verán reducida su calidad de vida. En otra oleada, se ha incorporado al ambientalismo la juventud preocupada por la contaminación, la deforestación, las especies animales, y el cambio climático.

El ambientalismo se ha expresado en ONGs y movimientos ciudadanos con una dinámica de diálogo/presión con las autoridades estatales, sea para oponerse a proyectos puntuales o para exigir participación ciudadana (por ejemplo, en la planificación urbana). También existe una corriente que se enfoca en los cambios en el estilo de vida (alimentación, movilidad, uso de agua y energía). Algunos ambientalistas buscan la coherencia entre su vida cotidiana y la sostenibilidad que exigen a gobiernos y empresas.

Los éxitos del ambientalismo han consistido en proteger a algunos ecosistemas del extractivismo y el desarrollismo, estimular a algunas empresas a reciclar y/o tratar sus residuos, impedir algunos desastres ambientales, obligar a empresas y Estados a realizar tareas de restauración ecológica, y enseñarnos que tenemos que vivir de maneras ecológicamente sostenibles (educación ambiental).

Los límites del ambientalismo/ecologismo

La obsesión con la conciencia

En el ambientalismo se ha popularizado el término "concientización" para englobar a la actividad de comunicación y educación desde los movimientos/organizaciones ambientalistas hacia la sociedad civil en general. La otra cara de la moneda de la "concientización" es el "tomar conciencia".

Este sobre-énfasis en la conciencia es consistente con una concepción muy lineal del ser humano. Se presume a una persona moral que, una vez se da cuenta que está haciendo algo malo, va a dejar de hacerlo. Esto no se aplica a psicópatas y narcisistas. Tampoco se aplica a personas empáticas y morales, que a pesar de que saben que están haciendo algo malo, no pueden dejar de hacerlo por adicción, o por estar coaccionadas, o porque esa actividad les permite sobrevivir y no ven una alternativa mejor. En todos esos casos el "tomar conciencia" no ayuda a interrumpir o modificar la actividad. De hecho, hasta puede empeorar las cosas.

En las cuestiones ambientales no podemos confiar en que la gente con el poder de hacer algo malo para el ambiente pero beneficiosa para ella decida moralmente no hacerlo. Necesitamos estructuras sociales que hagan costoso (en recursos, jurídicamente) o directamente imposible hacer eso que queremos que se deje de hacer. La obsesión con la conciencia lleva a descuidar la necesidad de transformar la estructura social. 

La ingenuidad política y la cooptación

Muchos ambientalistas presumen que, como la defensa del ambiente es una cuestión de bienestar común de quienes viven hoy y de las generaciones futuras, todo el mundo tendría que estar a favor de ella. Quienes no lo están, es por falta de conciencia.

Esto lleva a descuidar el análisis de los intereses de cada actor social. Es crucial para una estrategia política el saber quiénes son nuestros enemigos y quiénes son o pueden ser nuestros aliados. A la hora de analizar los actores sociales que pueden intervenir en una lucha o en un proyecto, el dato que más importa son sus intereses. Y sus intereses no son (necesariamente) los que él dice que son. Se determinan por su acción en el tiempo, por su posición en la sociedad, por su modo de vida.

Cuando los ambientalistas de una comunidad se convierten en un actor social imposible de ignorar por parte del sistema político, y su represión no es una opción por el costo político que significaría (1), se abre la temporada de cooptación. Los partidos oficialistas o de oposición convocarán a los ambientalistas a "trabajar en conjunto". Haciendo ofertas atractivas de incorporar las demandas ambientales al programa de gobierno, la idea es que los activistas ambientales pasen a ser militantes de ese partido político. Lo cual, eventualmente, pone al ambientalista que ahora es funcionario del Estado personalmente en conflicto con los demás ambientalistas. Si se ocasiona la división del movimiento ambientalista, tanto mejor. Lo que antes no se podía hacer porque había un movimiento ambientalista fuerte que lo impedía, ahora se podrá hacer porque el ambientalismo estará debilitado.

¿Y si los ambientalistas forman un partido político propio? Murray Bookchin dialogó con mucha paciencia con los Partidos Verdes de su época, aconsejándoles que se enfoquen en la política local y que nunca bajen la guardia con el Estado. Los partidos que no le hicieron caso terminaron cooptados por el sistema político de sus países, quizás logrando una que otra reforma pero concediendo todo su programa transformador. Se convirtieron en el ala ecologista del sistema ecocida.

El conservacionismo

La más original corriente dentro del ecologismo ha sido la idea de conservar una naturaleza prístina, virgen, no tocada por el ser humano. Esto frecuentemente viene acompañado de la romantización de los tiempos pre-industriales y es lo más fácil de caracterizar como oposición al progreso (chicana que la burguesía y sus portavoces conscientes o inconscientes usan contra todo el ambientalismo).

Esta idea de que la naturaleza es genial hasta que llega el ser humano y la arruina es, además de falaz, consistente con una misantropía más o menos escondida, que puede ser explotada por ecofascistas(2).

El desarrollo sostenible

El desarrollo sostenible o sustentable es una concesión ambientalista al capitalismo. Es una exigencia irrealista de que el capitalismo domine su tendencia al crecimiento infinito y que tanto empresas como gobernantes ponga los intereses de las generaciones venidoras encima de los beneficios económicos a corto plazo.

Esta concepción, abrazada entusiastamente por la ONU, solo puede dar pie a un un ambientalismo domado con un tibio programa reformista, que se conforme con pequeñas concesiones que dependan de la generosidad de empresas y gobernantes, mientras el capitalismo sigue expandiéndose un ecocidio tras otro. El carácter poco práctico del proyecto del desarrollo sostenible puede percibirse en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Conclusión: el ambientalismo es inútil para detener la decadencia civilizatoria, pero esencial para la reconstrucción

Desde el ecologismo se ha caracterizado correctamente a la crisis ambiental como una crisis civilizatoria. Pero crisis civilizatoria ya es un término muy tibio para lo que vivimos. Lo que vivimos es una decadencia civilizatoria. Esta civilización va a morirse y no hay que salvarla.

El capitalismo no será domado. Todo intento institucional para hacerlo solo puede sostenerse por un corto tiempo y cuando el capital tiene más oportunidades lucrativas por otro lado. Las empresas de capital canadiense como la Barrick Gold tienen la megaminería prohibida en Canadá pero permitida en otros países.

Ni las clases dominantes ni las poblaciones van a "tomar conciencia" para vivir de una manera sostenible, ni con todo el activismo y la educación ambiental del mundo. Sólo se cambiará el modo de vida cuando no haya otra opción. En una sociedad acostumbrada a la abundancia (incluso los pobres tienen la expectativa de gozar de la abundancia algún día), la austeridad necesaria para la sostenibilidad será universal cuando sea el único camino para la supervivencia.

La humanidad ha puesto en pie un sistema social que es más fuerte que ella misma. La inercia del capitalismo global es superior a la voluntad de los pueblos (incluso en los casos donde esa voluntad puede articularse). Este sistema tiene que colapsar para que podamos volver a decidir sobre nuestro destino.

El ambientalismo se ha convertido en un repositorio de ideas y prácticas de la sostenibilidad ecológica que nos será muy útil cuando, sin la influencia del capitalismo global ni del Estado-nación, las poblaciones podamos decidir democráticamente cómo reconstruir nuestras sociedades.

Notas

(1) Hay lugares del mundo donde el costo político de reprimir ambientalistas es muy bajo, y donde incluso es frecuente asesinarlos. Colombia tiene un triste récord de asesinatos de referentes ambientales. Para el Capital y para el Estado, el asesinato siempre es una opción sometida a una evaluación costo/beneficio.
(2) Para entender qué es el ecofascismo, aquí y aquí.

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