Tres reduccionismos comunes de la crisis ecológica (que los gobiernos y capitalistas usan en nuestra contra)

Huella ecológica: población, riqueza, tecnología

En este artículo dedicado a la huella ecológica se dice:

"El impacto causado por un grupo humano en el medio ambiente constituye el resultado de tres factores. El primero es el número de personas. El segundo es la medida de los recursos que consume el individuo medio (…). Por último, el producto de esos dos factores –la población y su consumo per cápita– se multiplica por el índice de destrucción medioambiental causado por las tecnologías que nos suministran los productos de consumo. El último factor es el impacto medioambiental por cantidad de consumo. En resumen:  Impacto= Población por Riqueza  por Tecnología,  o I= PRT"

¿Y cómo estamos en la huella ecológica?

"la huella ecológica conjunta de la humanidad excede la biocapacidad del planeta (en un factor ya superior a 1.7, según los informes Living Planet que se publican cada dos años)"

Cuidado con la demagogia verde que se viene

Esta situación desesperante en algún momento tendrá que ser asumida como una emergencia por los mismos gobiernos que han venido negando el problema o pretendiendo que lo toman en serio. Así por ejemplo el gobierno español lanzó esta semana su plan España 2050 que pretende lograr la descarbonización completa de la economía. En un análisis reciente de Antonio Turiel nos previenen:

"Después de años de negar el problema, y otros años más de pretender que se hacía alguna cosa cuando en realidad no se hacía nada, nuestros gobernantes han decidido que hace falta hacer algo con el problema del cambio climático. Con la pandemia de la covid todavía estrangulando la actividad económica, la Comisión Europea ha decidido que era el mejor momento para emprender el camino de la transición ecológica. Y por eso mismo, por el enorme retraso que llevamos, nos dicen, ahora hay que ir deprisa, muy deprisa. Rápido, rápido, hay que hacer la transición ecológica ya. No es el momento de pensar: es el momento de actuar."

Para transmitirnos esta urgencia y llevar adelante sus proyectos de transición ecológica (pensados de manera capitalista), van a hacer demagogia verde apostando a que no pensemos. Una de las armas que usarán contra nosotros será el reduccionismo. A continuación detallo tres reduccionismos típicos con los que pueden atacarnos en el futuro próximo.

El reduccionismo a la población

Ya venimos escuchando afirmaciones misantrópas desde hace mucho. Ahora, en pandemia, la de moda es "los humanos somos el virus".

Cuando se reduce la cuestión ambiental a la cuestión de la población, se hace abstracción de los otros dos factores: el consumo per cápita y el modo de producción de aquello que consumimos.

No todas las poblaciones tienen el mismo consumo. Como se dice en el primer artículo citado: "si todos quisiéramos vivir como estadounidenses o australianos necesitaríamos cinco planetas Tierra a nuestra disposición".

Es muy posible que algunos gobiernos quieran mantener el nivel de vida de algunas poblaciones a costa de sacrificar el nivel de vida -o incluso la existencia- de otras poblaciones. A este peligro se le llama ecofascismo. Este darwinismo social puede aplicarse tanto dentro de un mismo país como en dirección Primer Mundo -> Tercer Mundo. Por ejemplo, cuando se estigmatiza la cantidad de hijos por mujer en los sectores pobres o en países africanos o asiáticos.

El antinatalismo millenial que anda dando vueltas, con su etiqueta "childfree", resulta funcional a este ecofascismo "boomer".

El reduccionismo al consumo

Cuando el poder reduce la cuestión ambiental a la del consumo, no está pensando precisamente en el consumo realizado por la industria. Está pensando en recortes y medidas de "austeridad" que afecten principalmente a las masas, y a lo mejor un poco a los sectores privilegiados.

Consecuencias del petróleo barato como el auto familiar, el delivery las 24 horas, comprar un juguete hecho en el otro lado del mundo, serán historia. El mercado internacional se sostiene con un complejo sistema de barcos y camiones que transportan materias primas y mercaderías, cuando ese sistema no pueda sostenerse por falta de combustible, la economía tendrá que deglobalizarse y relocalizarse. Las cadenas de suministro de productos esenciales como alimentos e insumos médicos tendrán que revisarse, y lo mejor será incentivar la producción local de esenciales. Estas cosas son objetivamente ciertas y tendremos que acostumbrarnos a vivir en una sociedad con la mitad o menos de la energía disponible que la que tenemos hoy.

Ahora, el poder lo que hace acá es dirigirse al individuo y pedirle que consuma "responsablemente". No es malo en sí hablar de la responsabilidad individual que nos cabe como miembros de comunidades. Pero esto es escandaloso. ¿El mismo sistema que nos incentivó a consumir un montón de cosas que no necesitamos para mover la economía ahora nos dice que seamos responsables y pensemos en la Madre Tierra? Ellos causaron la crisis, las petroleras causaron la crisis, el sistema agroindustrial causó la crisis, los ejércitos y las guerras son grandes derrochadores de recursos. No lo olvidemos. Y no aceptemos cualquier medida de austeridad acríticamente, sobre todo si es para sostener privilegios ajenos.

El reduccionismo a la tecnología

Reducir la transición ecológica a una cuestión de energías "limpias" y sistemas de producción y distribución "sustentables" es el discurso favorito del capitalismo verde. Tenemos que reemplazar las plantas termoeléctricas por parques eólicos o solares, a los vehículos a nafta por vehículos eléctricos o a biodiesel, nuestro termotanque o calefón a gas por un calefón eléctrico o un termotanque solar, reciclar más...

Que no se malentienda. La economía circular, las energías renovables, las reformas tecnológicas en la industria y la movilidad son imprescindibles para la transición ecológica. Pero el poder pervierte estos conceptos porque quiere a toda costa mantener el núcleo de la insustentabilidad: el sistema capitalista con su tendencia al crecimiento infinito.

Además este discurso estimula uno de los negacionismos más sutiles de la crisis ecológica: el tecno-optimismo. La noción de que nueva y revolucionaria tecnología resolverá nuestros problemas sociales, económicos y culturales. No hará falta cambiar la sociedad, con reemplazar una tecnología por otra podemos seguir como siempre y nos salvaremos de realizar cambios profundos o de sufrir las consecuencias de 200 años de capitalismo fósil.

¿Y qué sería lo no-reduccionista?

Empieza respondiendo con una frase que a la vez es el título de un artículo muy recomendable: aprender las lecciones del planeta. A continuación resumo sus primeros dos puntos, con algunas críticas a la postura sociológicamente ingenua del autor.

Primero. La física está por encima de la política y de la economía. Siempre. Los límites del crecimiento, la cuestión del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la próxima escasez de los combustibles fósiles ya eran problemas que podían preverse hace décadas desde el pensamiento científico. Sin embargo, la comunicación entre la verdad científica y las decisiones de gobiernos y grandes empresas siempre dependió de si esa verdad se ajustaba o no a la agenda que esos actores ya tenían. La agenda de los capitales es obtener la mayor ganancia en el menor tiempo posible. La agenda de los gobiernos que responden a los capitales es que el PBI crezca lo más alto y lo más rápido posible. De ahí la "ignorancia" de la que el autor se queja.

Segundo. Actualizar nuestro pensamiento para entender sistemas complejos. Aquí el autor propone la termodinámica y el pensamiento de sistemas. Coincido con él, pero no excluyo la posibilidad de otras herramientas intelectuales. Con todas las críticas que llevo acumuladas hacia el marxismo y el anarquismo, han sido textos revolucionarios (y sociológicos) los que más han abierto mi mente a posibilidades invisibles en el pensamiento convencional. Una vez que des-naturalizás la organización social capitalista y problematizás el "sentido común", podés contemplar soluciones que incluyan el cambio radical de la organización social y que no necesariamente se ajusten a los imaginarios y las convenciones sociales dominantes.


Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Muy bueno!
    Info súper valiosa, buen compendio con una interesante vuelta de tuerca.
    El último punto me gustó mucho.

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