La transición energética post-fósil

Los partidarios del crecimiento "verde" y algunos ambientalistas bien intencionados dicen que para mitigar el cambio climático hay que producir más energía de fuentes renovables. La realidad es que para mitigar el cambio climático lo principal no es cambiar la fuente de energía sino necesitar menos energía.

La transición energética post-fósil: por qué y en qué condiciones

La transición energética no es algo nuevo en la historia humana. Los humanos hemos hecho transiciones energéticas desde que domesticamos animales para transporte. Hemos transicionado de la madera al carbón y del carbón al petróleo. Cada una de estas transiciones fue de una fuente de menor densidad energética a otra fuente de mayor densidad energética. Ahora nos espera una transición en sentido contrario.

Los seres humanos vivos hoy tenemos dos incentivos para ir abandonando a los combustibles fósiles. El primero, la emergencia climática. La quema de combustibles fósiles en estos dos últimos siglos nos está aproximando a una sexta extinción masiva. Segundo incentivo: el hecho de que los combustibles fósiles son recursos limitados y ya estamos en su fase de declive. Tenemos que iniciar la transición ahora, no cuando se acaben. En ese momento ya será tarde.

Los humanos somos capaces de sostener sociedades e incluso imperios sin combustibles fósiles, la historia lo ha comprobado. Pero esta actual civilización industrial global se ha edificado encima de estos cimientos fósiles, y estos están empezando a fallar.

Si no queremos que el edificio colapse, tenemos que irlo demoliendo manualmente para llegar a una estructura que sea sostenible con los cimientos futuros. Necesitamos más energía de fuente renovable, sí, pero no en el esquema de crecimiento, sino de decrecimiento o post-crecimiento.

Medidas de transición post-fósil

Resumen

  1. Instalar más renovables, pero descentralizadas, fuera de la red y sin ilusiones de "crecimiento verde".
  2. Compensar a los países productores por conservar los combustibles fósiles en el suelo. 
  3. Retirar los subsidios a los combustibles fósiles.
  4. Adaptar nuestras infraestructuras básicas a una menor producción de energía.
  5. Racionamiento.

Ampliación

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El crecimiento verde es la quimera, sostenida por capitales y por ambientalistas desinformados, de que nuestra civilización puede seguir creciendo reemplazando a los combustibles fósiles por energía de fuentes renovables. El modelo energético que esta gente propone es el REI: Renovable Eléctrico Industrial, y tiene importantes falencias.

  1. La electricidad ni siquiera es el vector energético más utilizado.
  2. No existe ni la materia prima ni el espacio suficiente para producir, con paneles solares y turbinas eólicas, la misma energía que hoy se produce con combustible fósil.
  3. Los paneles solares y turbinas eólicas necesitan combustibles fósiles para su producción y traslado de la fábrica adonde serán vendidas y luego instaladas.
  4. La incorporación de parques eólicos y solares a las redes eléctricas nacionales y continentales crea una desestabilización intradiaria y estacional que tiene que ser compensada instalando más centrales de ciclo combinado. Esto es lo que viene pasando en Europa. Los dos principales fracasos del REI es que no ha mitigado la dependencia del gas natural (un combustible fósil) y ni siquiera ha abaratado la energía eléctrica.
  5. Los paneles solares y turbinas eólicas tienen una vida útil de unas pocas décadas, y son difíciles o imposibles de reciclar. O sea, vamos a necesitar invertir cada vez más energía en producir la misma energía, lo cual es insostenible.

Este modelo es un derroche de recursos y tanto científicos como ambientalistas informados están resistiendo su implementación.

¿De qué manera es recomendable aumentar la presencia de energías renovables? De manera descentralizada, siguiendo el criterio de la generación distribuida, y sin conexión con la red. Un ejemplo sencillo es el termotanque solar. Otro es el biogás a partir de residuos agrícolas. Ninguna de estas soluciones es superior a la eficiencia y versatilidad de los combustibles fósiles, pero son mejores que nada, y esa "nada" será la realidad de millones cuando el declive se transforme la escasez.

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Hay países cuya economía depende de exportar combustibles fósiles. Exigirles que renuncien a esos ingresos sin verse compensados de ninguna manera no es realista. Solo se le podría imponer a naciones débiles y a costa de un gran sufrimiento para su población.

Desde el ámbito internacional tiene que encontrarse una manera de compensar económicamente a los países con recursos fósiles para que los conserven en el suelo. Una solución sería, como se sugiere en la novela El Ministerio del Futuro, que los bancos centrales creasen una moneda equivalente a toneladas de CO2. De esa manera no sólo se compensaría a los Estados productores de combustibles fósiles, sino que se premiaría económicamente a las actividades que mitigan el cambio climático, haciendo posible la implementación de innumerables proyectos que hoy no tienen financiamiento.

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Actualmente el precio de los combustibles fósiles se basa en el costo de su extracción y refinamiento y en especulaciones sobre su futuro. Pero también tendría que basarse en el hecho de que han tardado millones de años en producirse, no son renovables y por lo tanto son preciosos.

Una manera de aproximar el precio de los combustibles fósiles al que deberían tener es dejar de subsidiarlos. Yo soy partidario que los subdisios a los combustibles fósiles vayan retirándose de una manera tal que el consumo popular sea la última tuerca a ajustar. Pero esto se tiene que complementar con el siguiente paso, que es la transición en las infraestructuras básicas.

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Las infraestructuras básicas o críticas de un país son la producción de alimentos y energía, la provisión de agua, el transporte, los servicios públicos de salud y seguridad, las telecomunicaciones y el sistema financiero.

Transición en la industria alimentaria. La agricultura regenerativa/agroecológica puede llegar a rindes iguales o superiores que la agricultura industrial, empleando menos insumos de la industria petroquímica y menos combustible para vehículos/maquinaria. Además de reducir sus emisiones de CO2, aumentará la demanda de mano de obra y especialistas, se producirán alimentos más sanos y diversos, y se conservará mejor la fertilidad del suelo. La producción agroecológica también puede implementarse en las ciudades, con todos los beneficios anteriores más uno adicional: la resiliencia ante situaciones de desabastecimiento.

Transición en la movilidad. A nivel urbano: priorizar la bicicleta y el transporte público. Para el transporte público, fomentar autobuses a biodiesel o trolebuses/tranvías. A nivel interurbano: priorizar el ferrocarril para transporte de carga y de pasajeros, reduciendo el transporte en camiones, colectivos de larga distancia y aviones. Algo a destacar es que el auto eléctrico no es ninguna solución: es un nuevo lujo para los ricos.

Transición en el comercio. El transporte marítimo de mercancías emite más CO2 por año que Alemania. Los números en dinero cerrarán para las transnacionales pero los números en toneladas de CO2 no cierran para la biosfera. La producción y el comercio local deben tener prioridad por encima del internacional. Los gobiernos tienen que fomentar la sustitución de importaciones cuando es conveniente en términos de emisiones.

Esta transición tiene como fin reducir y eventualmente eliminar la demanda de combustibles fósiles. Esto es totalmente posible para los países ricos. La transición en los países pobres tiene que ser financiada internacionalmente, según el principio de la justicia climática.

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Implementar un racionamiento de los combustibles fósiles, empezando por los usos de lujo. La gente común que necesita trasladarse en vehículo para ir a su trabajo o llevar a los hijos al colegio tiene que ser la última que sufra un racionamiento. Hay que garantizar esenciales como el transporte público, las ambulancias y los bomberos. El racionamiento tiene que comenzar por los vuelos de jets privados, los vuelos militares y de gobernantes, seguir con los vuelos comerciales, y los usos industriales para producción de artículos que no son esenciales.

Esto que parece obvio es necesario convertirlo en consenso porque en las situaciones de escasez los gobiernos favorables a los ricos van a intentar imponer un racionamiento que no los afecte y sí nos afecte a todos los demás. Un residuo positivo de la reciente pandemia ha sido la distinción entre lo que es esencial y lo que no lo es. Básicamente, lo esencial es lo necesario para la reproducción social. Los gobiernos deben ser forzados a priorizar los esenciales.

Lecturas recomendadas

Cómic El pico del petróleo

Cómic Esclavos energéticos

Libro En la espiral de la energía

Blog de Antonio Turiel

Wikipedia Movilidad sostenible

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