Adiós al marxismo y una propuesta de rearme teórico (1/2)


He sido marxista por muchos años, por eso en este blog hay mucha crítica del marxismo. Sin embargo, esa crítica no es puramente negativa. El proyecto que tuvo Karl Marx, de desarrollar una visión materialista de la realidad, me sigue pareciendo una empresa necesaria. Esta crítica se trata de seguir desarrollando esa empresa trabajando los límites de Marx y su teoría, y al final hago una propuesta.

Algunos límites idealistas del marxismo (*)

Resumen

  1. Su resistencia a actualizarse
  2. Su tecno-idealismo
  3. Su eco-ignorancia
  4. Su obsesión con la revolución
Lo que sigue desarrolla estos cuatro puntos.

Nació en otro mundo y no se actualizó

El cuerpo de textos que hoy llamamos teoría marxista empezó a escribirse en los 1840s por un par de comunistas alemanes involucrados en las luchas ideológicas entre distintas corrientes filosóficas, donde jugaba un papel fundamental la escuela hegeliana.

En este mundo europeo todavía no existían teorías científicas sobre el origen del universo o de la vida. La religión cristiana dominaba la imaginación y por lo tanto gran parte del pensamiento. Las personas ilustradas no creían en las estupideces de la Biblia pero no tenían nada mejor que oponerles que el escepticismo o alguna creencia deísta/panteísta.

El principal combustible fósil era el carbón, pero todavía se usaba masivamente la leña. Las ciudades estaban lejos de ser electrificadas, el transporte terrestre era con tracción a sangre, mucho menos había transporte aéreo, la iluminación dentro de una casa era con velas, la gran industria estaba en sus comienzos, las comunicaciones eran por carta. Contemporáneo al Manifiesto Comunista fue el descubrimiento de los "gérmenes" por Louis Pasteur, lo cual habla de la gran ignorancia sobre los microorganismos y su relación con las enfermedades, y por lo tanto las medidas para prevenir las enfermedades en la higiene personal y la conservación y preparación de los alimentos.

En ese mundo existía una clase social llamada el proletariado, que sufría en carne viva la esclavitud asalariada en el joven capitalismo fósil, sin gozar casi ninguno de los beneficios de la sociedad burguesa, y podía recordar una vida rural más digna hace pocas generaciones atrás. Ese proletariado creó el movimiento obrero, un universo de organizaciones gremiales y partidarias que tenía visiones y prácticas radicales, incluso cuando sus objetivos eran reformistas. El antagonismo entre ese movimiento obrero con el Estado y con la clase capitalista era agudo y marcado; la teoría de la lucha de clases representaba fielmente a la realidad social.

Es difícil cuantificar el avance del conocimiento científico desde entonces y su impacto en nuestra visión del mundo y el sentido común. Pero no sólo eso, sino las profundas transformaciones tecnológicas, sociales y culturales del siglo XX y de lo que va del siglo XXI. El capitalismo ha sufrido enormes transformaciones, también las sociedades y las culturas, el proletariado del marxismo ya no existe más. Hay que manejar grandes niveles de abstracción (más bien, anteojeras ideológicas) para afirmar que no mucho ha cambiado en estos dos siglos porque "seguimos viviendo en el capitalismo" y porque "sigue habiendo capitalistas y obreros". Sin embargo, eso es lo que hacen los marxistas para justificarse(1).

El tecno-idealismo

La tecnología es materia, energía y conocimiento condensados(2). Y yo agregaría también intención.

Esta constitución marca posibilidades pero también límites al desarrollo socio-tecnológico. Es posible que tengamos la materia y la energía necesaria para una tecnología y nos falte el conocimiento para construirla. Es posible que se tenga la materia, la energía y el conocimiento para construir una tecnología, pero falte la intención para construirla. Es posible que tengamos el conocimiento para una tecnología pero no tengamos la cantidad de materiales necesaria para construirla, o la energía para desarrollarla más allá de prototipos.

Los marxistas comparten con el sentido común burgués una visión bastante idealista con la tecnología cuando asumen que la materia y la energía siempre estarán disponibles, y que por lo tanto la variable determinante es el conocimiento y/o la intención. Para reforzar esta convicción idealista, pueden usar como ejemplo la historia de otra tecnología que en sus comienzos utilizaba muchos materiales y consumía mucha energía y ahora no tanto ("las computadoras de primera generación ocupaban una sala entera y ahora podés tener una mucho más potente en la palma de tu mano"). Sin embargo, esa historia omite el pequeño detalle de que durante todas estas décadas de optimización e innovación, hubo materia y energía disponible para minería, transporte, construcción de complejos industriales, y además un contexto económico que favoreció la inversión en esta tecnología.

Otra muestra de idealismo es que aplican a toda tecnología el pragmatismo de "depende cómo se use", cuando es obvio que hay tecnología que sólo sirve para destruir y dominar. Existe una relación innegable entre tecnología compleja y dominación, tanto lógica como histórica. Pero la misma arrogancia marxista que habla de instaurar el comunismo desde el poder del Estado puede argumentar a favor de un "control obrero" de la tecnología compleja y así empantanar el debate.

Por este idealismo de base es muy frecuente que los marxistas adhieran al tecno-optimismo: La creencia de que el progreso tecnológico seguirá avanzando a pesar de las restricciones materiales y energéticas, y que hay en el futuro alguna tecnología que va a resolver nuestros problemas sociales e incluso los civilizatorios (como el cambio climático). Consistente con esto, dentro del negacionismo del colapso civilizatorio se encuentra la mayor parte de los marxistas.

La eco-ignorancia

El dualismo sociedad/naturaleza es una de las marcas registradas de la Modernidad burguesa. La naturaleza es algo que está allá afuera, de lo que la sociedad toma recursos para producir. El marxismo comparte este dualismo, y como considera a la naturaleza como un repositorio de recursos, su énfasis es explicar lo social únicamente por lo social.

El dualismo sociedad/naturaleza del marxismo es dialéctico y eso lo hace superior a un dualismo mecánico, unilateral, o incluso la ausencia completa de la naturaleza. Pero las disquisiciones filosóficas de Marx sobre la relación entre los hombres y la naturaleza son pre-ecológicas. Es más: son pre-darwinianas (El origen de las especies fue publicado cuando Marx tenía 41 años).

La teoría de la evolución por selección natural tuvo el efecto revolucionario de situar a la especie humana como otra especie animal más, y por lo tanto sometida también a las presiones del medio. La noción de ecosistema, introducida por la ecología a principios del siglo XX, surge de la aplicación de un enfoque sistémico para analizar la relación entre los seres vivos y el entorno físico abiótico (geológico, climático). Esto no es solo superior a la dialéctica marxista filosóficamente, sino que es resultado de investigaciones científicas.

Por lo tanto, un materialismo actualizado al actual conocimiento científico como mínimo tiene que incorporar la noción de ecosistema, reconocer a la humanidad como otra especie animal y por lo tanto eco-dependiente, y reconocer a las sociedades humanas como subsistemas dentro de los ecosistemas.

Las dinámicas históricas internas de cada sociedad involucran intercambios de materia y energía con el ecosistema en que están situadas y muchas veces también con otros (mediante el comercio, la producción y distribución de energía, o la gestión de los residuos, por ejemplo). De manera que la dinámica socio-histórica humana no se explica únicamente por lo que pase dentro de las sociedades (trabajo, lucha de clases, política, desarrollos intelectuales), también por lo que pase en los ecosistemas que son la matriz de esas sociedades.

El marxismo toma la base de su análisis materialista en las fuerzas productivas humanas. Pero en la realidad, esas fuerzas productivas dependen de la disponibilidad material de los ecosistemas, y esa disponibilidad puede agotarse (por ejemplo con la minería) o puede disminuir por razones climáticas. Las fuerzas productivas humanas dependen de los ecosistemas y no solo de la capacidad técnica/creativa humana.

Todo esto parece obvio cuando se lo dice, sin embargo los marxistas no incorporan estas obviedades a su marco teórico. Su marco teórico no sólo no sale del dualismo sociedad/naturaleza pre-ecológico, sino que lo refuerza. Al igual que con el sentido común burgués, la naturaleza es vista como un Otro y no como la matriz que nos contiene y nos atraviesa. De ahí que el marxismo herede la visión burguesa de la naturaleza como un enemigo al cual todavía no hemos logrado dominar totalmente(3).

El desinterés marxista por la vida cotidiana

A los marxistas les encanta discutir sobre cuestiones abstractas y/o lejanas a la vida cotidiana. Sea la relación entre fuerzas productivas y relaciones de producción, o cuestiones filosóficas como la dialéctica y el materialismo histórico. Estas son discusiones "seguras", donde gana el que logra derrotar al oponente sea con falacias o con hastío.

Creo que el desinterés marxista por la vida cotidiana se debe, además de este gusto por el teoricismo y el debate doctrinal, a que el mundo de la vida que al marxismo le interesa es únicamente el de la política revolucionaria. La revolución social del marxismo es interpretada como el accionar de partidos y/o clases sociales en el escenario de la Historia y/o de la estructura social (la dialéctica sujeto/estructura es otro tópico que les entretiene mucho). Pero acá hay dos problemas. Primero que las revoluciones sociales son procesos históricos excepcionales, y la gran mayoría de nuestras vidas estamos reproduciendo el orden social en vez de alterarlo radicalmente. Segundo, que no es verdad que el sujeto (sea un individuo, un partido, una clase social) intervenga directamente en "la Historia" o en la estructura social. Toda acción social es una interacción. Es una acción con/hacia/contra otros sujetos o agentes.

Este es otro momento donde un marxista puede decir "pero eso es obvio, ya lo sabemos!", y yo le tendré que contestar "bueno, decíselo a tu marco teórico". Es más, te puedo comentar que vos eso ya lo sabés como persona que vive en sociedad y por lo tanto como agente que interactúa con otros (directa e indirectamente) todos los días de su vida. Pero tu marco teórico no lo sabe. Por lo tanto cuando pensás como marxista, es como si no lo supieras.

La primera matriz donde vive el agente o actor social no es la estructura social ni la Historia, sino las interacciones sociales cotidianas. Esto lo puede saber cualquier estudiante universitario que se haya encontrado con Ervin Goffman y la microsociología. Sin embargo, el marxismo no lo sabe porque la vida cotidiana no fue su objeto de estudio, sino la revolución social. En las concepciones revolucionarias clásicas la acción transformadora (generalmente concebida como militancia) aparece como una interrupción o algo aparte de la vida cotidiana. ¿Y si esto es precisamente lo que no hay que hacer?

Concluyendo

El marxismo se desarrolló en una época de bastante ignorancia biológica, sociológica y psicológica sobre el ser humano. En su desarrollo no incluyó métodos ni prácticas para su actualización con nueva evidencia, y por lo tanto los escritos de Marx se transformaron en doctrina y los lugares comunes del marxismo se transformaron en dogma.

El marxismo no es reformable ni recuperable. Su teoría económica del capital es lo único de valor científico (4). La actitud más sana es considerarlo como un conjunto de ensayos del cual pueden sacarse algunas hipótesis e intuiciones interesantes que deben ser comprobadas y desarrolladas.

Notas

(*) Cuando digo idealista hablo en el sentido filosófico, de afirmar la primacía de las ideas sobre la realidad en su conjunto o su independencia de la realidad material. Esto es algo polémico para decir de Marx o del marxismo, que son identificados como materialistas. Básicamente mi punto es que el marxismo no es consecuentemente materialista.

(1) Hago una excepción con quienes han sabido distinguir la teoría económica marxista del resto de la obra marxista. La teoría económica marxista sigue siendo la mejor herramienta para analizar la dinámica económica del capitalismo.

(2) En la espiral de la energía. Introducción, p. 27.

(3) Para ver una introducción al delirio productivista y tecno-fetichista dentro del marxismo, aquí. También es patético ver a grupos marxistas hablar de una megaminería bajo control obrero.

(4) Es irónico que justo esa parte de la teoría marxista sea la más despreciada por la izquierda.

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