Las ideologías, la historia convencional y la Gran Historia



Estuve pensando en la relación entre ser liberal en el sentido económico y el conocimiento de la historia, y se me ocurrieron tres maneras de ser liberal:
  1. No saber nada de historia
  2. Haber leído un poquito de historia favorable al capitalismo de libre mercado. 
  3. Tener una lectura más completa de la historia humana, pero limitada a los últimos 5 mil años.
El analfabeto histórico es el tipo más frecuente entre los liberales (como lo es en el general de la población, y no es accidente). Es alguien que solo conoce de historia lo que le obligaron a estudiar en la escuela y lo que habrá escuchado en alguna conservación. Su toma de posición a favor del libre mercado es 100% ideológica. Entró en contacto con el discurso liberal por Youtube o por algún referente y fue persuadido por la coherencia lógica interna de ese discurso. No por su consistencia histórica, ya que él no puede juzgarla. Este tipo de liberales suelen ilusionarse a sí mismos que basan su visión del mundo en evidencia al memorizarse unas estadísticas sacadas de contexto (generalmente números-foto). Le llaman comunista a todo gobierno estatista y le llaman socialista a cualquier medida de regulación del mercado. Lo cual es una señal de analfabetismo político y de fanatismo.

El segundo grupo quizás empezó siendo como el primero y sintieron un poquito de vergüenza o de curiosidad y dijeron "bueno, vamos a leer algún libro de historia". Eligieron autores favorables al libre mercado, cuya historia edulcorada de las potencias indica que su prosperidad fue una cuestión de ideas sobre la economía y no de circunstancias históricas (que suelen ir por el lado del colonialismo, las guerras y la geopolítica). En este nivel la convicción pro-capitalista sigue siendo 90% ideológica. Cuando esta gente vive en países tercermundistas, puede llegar a fantasear que sus propios países se convertirían en potencias si adoptaran políticas liberales. Generalmente tienen una narrativa sobre cómo su propio país iba en una buena dirección hasta que empezó a ir mal a partir de tal o cual gobierno nacionalista y/o populista. En Argentina conocemos bien este relato.

El tercer grupo de liberales hizo el esfuerzo de estudiar historia convencional (los últimos 5000 años) de diversas fuentes y sacar sus propias conclusiones. Su universo de sistemas sociales humanos empieza con la caricatura del "hombre de las cavernas", luego las sociedades agrícolas, y de ahí a la cadena esclavismo => feudalismo => capitalismo, agregándole los socialismos estatales del siglo XX. Partiendo de este universo, se siente con autoridad moral e intelectual de defender al capitalismo como la opción menos mala o la mejor, con la confianza de que esta elección no es ideológica sino basada en la evidencia. Es frecuente verles usar su erudición histórica como arma conservadora contra quienes no estamos conformes con el capitalismo y sermonearnos sobre las consecuencias genocidas que tuvo la utopía marxista (incluso hacen eso contra los anarquistas). En este nivel, a pesar de la biblioteca que hayan leído, la convicción pro-capitalista sigue siendo mayoritariamente ideológica.

Me dí cuenta que podemos reemplazar "liberal" por "marxista" y el ejercicio sigue siendo válido. Cuando un liberal históricamente leído debate con un marxista históricamente analfabeto, el liberalismo sale ganando como la posición más sensata. Tener una lectura más o menos extensa de historia convencional es mejor que el analfabetismo histórico, pero sigue dejándote a merced de visiones estrechas y de posesión ideológica. Cuando tu ideología guía tu elección bibliográfica, ampliás la evidencia a favor de tu ideología a costa de cegarte a la evidencia contraria.

¿Hay una opción "no-ideológica"?

Mi respuesta a esto es que existe algo que se le aproxima, y es el estudio de la historia más allá de los confines de la historia convencional, que prioriza los últimos miles de años y llama "prehistoria" a todo lo anterior. 

Los restos más antiguos del Homo Sapiens que se encontraron hasta el momento datan de 315.000 años. De manera que los últimos 5000 años serían poco más que el 1,5% de nuestra historia. ¿Qué solidez pueden tener las generalizaciones que hagamos sobre la humanidad si nos basamos solo en el 1,5% más reciente de nuestra historia?

Desde algún tiempo se está desarrollando la disciplina conocida como Gran Historia (Big History en inglés). La gran historia empieza con el Big Bang, continúa con la formación de nuestra galaxia, nuestro sistema solar y nuestro planeta; abarca toda las eras geológicas y la evolución biológica; y cuenta la historia del Homo Sapiens desde sus comienzos hasta nuestros días desde una visión sistémica. Es profundamente multidisciplinar e incorpora los últimos desarrollos en cosmología, geología, climatología, antropología, arqueología, entre otras muchas ciencias.

La elección entre estudiar historia convencional y gran historia depende de lo que se quiera lograr. Si es para satisfacer curiosidades puntuales sobre nuestro pasado reciente y local, ganar puntos en algún campo de juego académico o una discusión de bar, o hacer política cortoplacista, no hace falta leer de gran historia.

Pero si se quiere reflexionar sobre el destino de la especie, si se tiene interés en ver si podemos lograr algo mejor que el capitalismo, o si se tiene curiosidad sobre la naturaleza humana, entonces la lectura de gran historia es lo adecuado.

Es con la lectura de historia a largo plazo (por ejemplo, de la mano de David Graeber) que nos damos cuenta que la diversidad de sistemas sociales humanos es mucho mayor que los reduccionismos de la historia convencional (en los que Marx también incurrió) y que ver la historia humana como una línea hacia el progreso es un impresionismo. Alejándonos de la historia del propio Estado o nación y buscando los patrones de comportamiento de las poblaciones humanas en general, podemos darnos cuenta que lo animal tiene un papel más importante que lo que la cultura moderna reconoce, y por lo tanto abriendo mucho más las posibilidades sociales sin llegar a la falacia de la tábula rasa o del construccionismo. Reconociendo que, como toda otra especie animal, somos eco-dependientes, es posible ver más fácilmente la relación entre desarrollos históricos y cambios climáticos.

Es con una lectura profunda y amplia de la historia que lxs anticapitalistas podremos explicar mejor por qué fracasaron los movimientos revolucionarios del pasado y por qué sus éxitos también fueron fracasos (sin caer en explicaciones ideologizadas donde se encuentra la causa en la traición, en la mala lectura de la Teoría Revolucionaria, o en ciertas circunstancias que se usan como excusas).

Si la salida al capitalismo sigue siendo una revolución social, entonces la teoría de esa revolución social tiene que nutrirse de gran historia. Para un proyecto de esta magnitud necesitamos ejemplos positivos y negativos que no se restrinjan a Europa o a los últimos dos siglos. La propuesta post-capitalista tiene que ser compatible con la comprensión de la naturaleza humana que podemos obtener de la ciencia en su conjunto. La gran historia tiene la virtud de ser una narrativa que tienden a aprovechar e hilar todo ese conocimiento.

Esta posibilidad teórica no se tuvo anteriormente. Y es posible que no la tengamos por mucho tiempo. Razón de más para aprovecharla hoy.

Lecturas para empezar a despertar la curiosidad



Esta reseña del libro póstumo de David Graeber, The dawn of everything, explica los mitos de la historia convencional respecto a la historia humana que prevalecen incluso en el ambiente académico, y ofrece una narración alternativa que abarca los últimos 30.000 años. La conclusión, resumida, es que la diversidad de las sociedades no-estatales ha sido mucho más grande que la contada por la historia convencional y que la gente misma decidía cuál iba a ser su organización social. También se desmiente la conexión que la historia convencional cree necesaria entre las ciudades y la autoridad centralizada. Esta es otra reseña del mismo libro, similar pero incorpora una críticas.

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