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Imagen sacada del artículo "Promiscuidad ética" (ver abajo de todo) |
Acá la parte 1 de esta serie, donde hice aclaraciones conceptuales sobre la monogamia y mi punto de partida personal con este tema.
En esta segunda parte voy a profundizar en mis puntos de divergencia con la crítica liberal a la monogamia, la más en boga en páginas sobre amor libre, relaciones abiertas, poliamor.
La inclusión en el discurso y no en la práctica
La mayoría de discursos poliamorosos y de amor libre con los que me he encontrado, en teoría se dirigen a todo el mundo, pero en la práctica se dirigen a personas que tienen bastante resuelta su subsistencia o incluso tienen un buen pasar económico, que suelen ser jóvenes (entre sus 20 y 30, quizás algunas de 40), no tener ninguna discapacidad o enfermedad mental, y ser sexualmente atractivas.
No se dirigen a la madre soltera con 2 o más criaturas. No se dirigen a la gente que vive con sus xadres porque ni siquiera puede alquilar. No se dirigen a la gente con diagnósticos de bipolaridad, depresión, o ansiedad. No se dirigen a la gente mayor de 40. No se dirigen a la gente que por h o por b no desarrolló las capacidades sociales de levante (o ligue o la palabra equivalente). No se dirigen a la gente que vive en entornos no-cosmopolitas. Y cuando se dirigen a la gente con inseguridades, el discurso es "supéralo".
Si hiciéramos un corte de la sociedad según capital sexual, estos discursos se dirigen hacia la clase alta. La forma de ese discurso recuerda al coaching: "podés tener más de lo que ya tenés si abrís tu cabeza y aprovechás todas las oportunidades a tu alrededor; y la buena noticia es que hay para todos". Es esta última parte la que parece manifestar un interés de este discurso por el bien común de la sociedad. Pero al no reconocer la desigualdad socio-sexual causada por la distribución desigual de atractivo sexual + la causada por las estructuras sociales, este discurso contribuye a empeorar la situación de quienes la están pasando mal y sólo mejorar la situación de quienes ya la están pasando bien o muy bien.
La monogamia no es algo "a superar"
Tratar a la monogamia como algo a "superar" asume que todo el mundo tiene acceso a la monogamia.
No es así. Mientras vos mirás al ideal de la pareja monogámica como algo que tuviste o podrías tener si quisieras, hay gente para la cual la pareja monogámica es algo inalcanzable o que se ve como inalcanzable, sea porque se trata de gente menos atractiva que la media, o con la autoestima por el piso, o gente que todavía no tuvo pareja sexual o que siempre ha sido tratada como "la otra" o "el chongo".
Hay personas que tienen alguna característica física o social expuesta a la vergüenza social que son tratadas por otras personas como amantes ocultas o como un pasatiempo (hasta que consiguen una pareja que sí puedan mostrar ante la sociedad). Muchas veces estas personas tuvieron sus primeras experiencias sexuales con gente en pareja que buscaba algo de adrenalina en la infidelidad o con gente soltera que quería pasarla bien en ese momento sin importarle mucho con quién. Hay una palabra muy cruel que las personas con mayor capital sexual usan para referirse a estas personas sin acceso a la monogamia: "peoresnada".
Entonces, primero hay que reconocer que en cualquier arreglo social habrá gente con más atractivo sexual que otra, y que esto no siempre depende de la cultura. No seamos hipócritas al respecto ni hagamos como que todxs tenemos las mismas posibilidades y oportunidades. Si andás proponiendo tu utopía de la tríada poliamorosa a gente que con suerte tiene una pareja, mucha empatía no tenés.
Si nos interesa promover un cambio social en torno a las relaciones sexo-afectivas, como mínimo hay que asegurarse de no empeorar la situación de las personas que están sufriendo el actual estado de cosas. Y para eso, en vez de apuntar los cañones contra la monogamia para promover el poliamor, hay que criticar a la ética relacional hegemónica actualmente. Porque una mala ética relacional arruinará cualquier tipo de relación, monógama o no.
El modelo relacional no implica una ética relacional
La monogamia es un modelo relacional donde las relaciones sexo-afectivas son de a dos y en un formato de exclusividad sexual y amorosa. En el poliamor, las relaciones pueden ser de a tres o más. En esas relaciones puede haber o no exclusividad amorosa y sexual entre 3 o más personas, o puede haber exclusividad amorosa pero no sexual, o puede no haber ninguna exclusividad. También puede haber jerarquías o no haberlas.
Ahora, esto no dice nada sobre la ética de las personas que conforman esas relaciones. Las personas traen su ética al modelo relacional y no al revés.
El modelo relacional puede estar relacionado con una moral y tener sus normas de funcionamiento. Por ejemplo, una de las reglas de la monogamia es no ser infiel. Pero lo que efectivamente termine pasando en las relaciones monógamas no depende tanto de esa regla, ni siquiera de las creencias de las personas: depende de su práctica concreta, de su conducta.
Sabemos que hay gente que en el amor y en el sexo se comportan como consumistas de personas. Sea desde el hedonismo o desde una compulsión, esa gente va a usar y descartar personas, dejando cadáveres emocionales a su paso, independientemente del modelo relacional que adopte. Así como puede adoptar el poliamor y consumir a varias personas simultáneamente, puede adoptar la monogamia serial y consumir una persona después de la otra.
Esta distinción entre modelo relacional y ética relacional es importante para que no se hagan jerarquizaciones tontas entre monogamia y no-monogamia, como si una fuera más ética que la otra o algo así. La ética viene con las personas, no con los modelos relacionales. Y una persona es ética más por lo que hace que por lo que cree. El consumismo de personas puede llevarse a cabo tanto de manera monogámica como no-monogámica. De manera que el modelo relacional que adopte una persona no nos dice nada de su ética relacional.
Así como hay personas con una ética relacional consumista, también hay personas con una ética de responsabilidad, respeto y cuidado por el otro, y que adoptan esa ética con cualquier persona con la que se vincule, tanto si la ama como si no. Esas personas pueden ser monogámicas o no serlo.
Esquemáticamente, las posibilidades serían éstas:
Uno de los efectos de la marginación de los modelos no-monogámicos es que paguen "justos por pecadores". Cuando algo no-ético sucede en una relación no-monogámica, se critica a la no-monogamia como no-ética. Créase o no, también hay gente partidaria de la no-monogamia que usa la gran cantidad de infidelidades para condenar a la monogamia en bloque. ¿Y si en vez de dividirnos entre "team monogamia" y "team no-monogamia" colaboramos en pro de una ética del respeto y el cuidado, y problematizamos la cosificación del otro, la violencia, el consumismo de personas?
La ausencia de la comunidad
La comunidad no suele estar presente en los discursos corrientes del amor libre y el poliamor. ¿Qué está pasando hoy en día comunitariamente con la marginación de las no-monogamias y con la hegemonía de la ética relacional consumista? ¿Cuáles son las consecuencias comunitarias de la infidelidad, de la ideología del amor romántico, del encorsetamiento de todos los deseos en un único ideal monógamo y heterocéntrico, de la violencia presente en los noviazgos adolescentes y las parejas adultas?
Me parece que
Coral Herrera Gómez hace un genial trabajo a este respecto. Como dice ella, si lo personal es político,
lo romántico es político también. Coral es feminista y su principal interlocutor son las mujeres que se relacionan con hombres, aunque también dice cosas universalmente válidas y de vez en cuando se dirige a los hombres y al sufrimiento que les ocasiona el machismo.
Pero se necesitan otras miradas para llegar a otros rincones. La mayoría de consejos sobre el amor y las relaciones que reciben los hombres hetero vienen desde el grupo de machos compitiendo por quién la tiene más larga. Para los no satisfechos con esto, las opciones secundarias más frecuentes son el pickup artist, el feministo que propone "deconstruirse" (lo que sea que eso signifique), o la autoayuda sociológicamente analfabeta.
¿Y qué hay de lxs niñxs y adolescentes? (Por favor, no caigamos en ese lugar común progre de "no necesitan nada, están más adelantados que nosotros"). ¿Qué redes de contención hay que crear para niñxs cuyas madres son poliamorosas, bisexuales y/o promiscuas? ¿En una educación sexual integral no debería incorporarse la discusión sobre la ética relacional y sobre los distintos modelos relacionales?
La ausencia de una crítica de la estructura social
Como es característico de todos los discursos desligados de una crítica radical de la sociedad y con una empatía muy limitada en la propia clase, en el típico discurso liberal sobre el (poli)amor, el individuo y su voluntad son el alfa y el omega. Se considera a la sociedad como una colección de individuos, cuando lo que caracteriza a una sociedad es mucho más las relaciones de interdependencia entre los individuos que los mismos individuos. Golpe para el ego individualista y subjetivista: ni siquiera somos individualistas por decisión propia, sino porque esta estructura social lo promueve.
La crítica liberal de la monogamia puede partir, y en algunos casos lo hace, de llevar hasta sus últimas consecuencias el hedonismo individualista que nos propone el neoliberalismo (para quienes pueden pagarlo). Algunas propuestas de "relaciones libres" o "relaciones abiertas" que pueden encontrarse googleando o en las redes sociales no son otra cosa que trasladar las lógicas del libre mercado y del consumismo a las relaciones sexoafectivas. Sin hacer estas relaciones entre nuestras interacciones (las actuales y las deseadas) y la estructura social, no vamos a tener una idea muy clara de las consecuencias de lo que estamos haciendo y de lo que queremos hacer. De cómo van a afectarnos y cómo van a afectar a otros.
El concepto de responsabilidad afectiva es un paso en la dirección a hacerse conscientes de las consecuencias de nuestros actos, pero sigue todavía muy dentro de la cosmovisión individualista. Y prueba de ello es que personas narcisistas abusan de este concepto, victimizándose en sus interacciones, igualando torpeza o estupidez con violencia, y convirtiendo el "no tenés/tiene responsabilidad afectiva" en una nueva manera de pisarle la cabeza a alguien desde un lugar de superioridad moral.
Conclusiones provisionales
Quienes hoy pueden vivir de manera coherente el poliamor o la anarquía relacional no es porque se iluminaron. Es porque están en una situación de privilegio relativo, sino a nivel económico (un ingreso que da independencia y una casa propia, por ejemplo), a nivel social (redes de apoyo familiar y de amistades que no te castigan con ostracismo, o una robusta comunidad de semejantes en valores e ideas) y cultural (porque el acceso a estas ideas y a su comprensión tampoco es universal).
Si no logramos que ese capital económico, social y cultural esté disponible para más personas, la cosa seguirá como hasta ahora. Socializar ese capital cultural mediante la difusión de ideas y su discusión es un aporte importante, pero es ingenuo nivel liberal pensar que con eso es suficiente.
Cuando una persona aprender a reconocer las estructuras que la condicionan, es ahí cuando puede: 1) conocer y aprovechar mejor su margen de autonomía y 2) luchar para extenderlo (sola o con otras). También aprende a no exigir lo imposible para otros, o caer en esa porquería de pensar que si la gente sufre es porque quiere, o esa bazofia voluntarista de que las estructuras sociales y los problemas de salud física o mental son obstáculos que se "superan".
Termino recomendando el artículo
Promiscuidad ética que abunda sobre las posibilidades no-monogámicas que existen.
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