Por una economía al servicio de las necesidades humanas, dentro de los límites planetarios

Introducción

Empecemos por lo más sensato, y por lo tanto lo más rechazado por las corrientes económicas del crecimiento infinito (liberales, keynesianas y marxistas).

Como indica el diagrama de arriba, la economía es un subsistema que a su vez está dentro de un sistema mayor, la sociedad humana, que a su vez está dentro de un sistema mayor, el planeta Tierra. ¿Es obvio, no?

Bueno, las corrientes económicas dominantes han soslayado desde el principio esta realidad fundamental. Su punto de partida teórico es el mercado, o la relación entre mercado y Estado. Ni siquiera han tomado en cuenta al mundo de la familia, o de la economía doméstica. Y así estamos. Cuando la biosfera, la familia, el barrio, la cultura y la comunidad se transforman en "externalidades" para la economía, vas a tener como resultado una doctrina económica reduccionista en lo teórico, y destructora/contaminadora en la práctica.

En esta civilización capitalista, los economistas son y han sido los sacerdotes supremos cercanos al trono. Ellos tienen el oído del poder político. Los científicos solo tienen el oído del poder cuando sus invenciones sirven al crecimiento del PBI. Cuando no es así, el poder simplemente no los escucha. Pero algunos valientes se han hecho escuchar.

La economía surge con diversas corrientes críticas en su interior

En el siglo XIX la economía todavía no era una disciplina establecida académicamente. la gente que escribía sobre economía eran filósofos sociales o gente perteneciente a las clases propietarias con una formación intelectual superior a la media. La economía política clásica fue el discurso económico hegemónico durante una parte importante del siglo XIX.

Marx fue uno de los filósofos sociales que se involucró en la conversación sobre la economía. Aunque la cuestión ecológica no entraba en sus cálculos, definitivamente sí lo hizo la cuestión social. A partir de la crítica de la economía política, Marx dejó los cimientos para una propuesta económica cuyo propósito era abolir la explotación y que toda la humanidad se beneficiara del crecimiento económico. 

Pero si la economía política clásica tenía una intención científica honesta, las teorías económicas que le siguieron tiraron esa intención por la ventana. En el último cuarto del siglo XIX, el capitalismo tuvo una época de prosperidad que ahogó a las voces críticas y revolucionarias en un mar de conformismo y esperanza en el sistema. La disciplina económica, sin esa presión crítica, se convirtió en una subsidiaria de la narrativa del Progreso y en una justificación de la forma burguesa de ver al mundo. De la mano de la Escuela Austríaca, la disciplina económica se desconectó aún más de la historia y se transformó en una doctrina para hacer pasar los intereses particulares de la burguesía como los intereses generales de la humanidad. Este periodo duró hasta la Primera Guerra Mundial.

El fin de la hegemonía liberal y el surgimiento de la economía mixta

La gran crisis que sufrió la doctrina económica liberal con la Primera Guerra Mundial y el colapso político, económico y social que le siguió en Europa, creó el espacio para una reevaluación de la teoría económica dentro del status quo capitalista. El resultado de este proceso fue el keynesianismo. El Mercado no podía ser el único actor de la economía de un país, el Estado tenía que tomar un rol activo y planificador en algunas áreas estratégicas para la nación.

Durante la Guerra Fría, el "Primer Mundo" capitalista tuvo que hacer concesiones a su población obrera para no perder consenso ante el socialismo. Sobre todo en Europa occidental, el capitalismo mutó a un régimen donde la burguesía tenía que compartir algo de su poder con la clase política y con el movimiento obrero. En esa época se habló de economía mixta, una supuesta mezcla entre lo mejor del capitalismo y lo mejor del socialismo. Este status quo duró unas tres décadas, coincidiendo con el periodo conocido como boom de la posguerra o edad de oro del capitalismo. Los debates económicos en esa época se restringieron a la interacción entre Mercado y Estado. Los defensores de la economía mixta podían presentarse a sí mismos como el justo medio entre el extremismo de Mercado del liberalismo y el extremismo estatista del socialismo.

La caída de la economía mixta y el ascenso del neoliberalismo 

La corriente intelectual y cultural llamada neoliberalismo tuvo su comienzo teórico con la Escuela de Chicago y otros fundamentalistas del Mercado, profundamente influidos por la doctrina de la Escuela Austríaca. Su deseo era combatir el consenso alrededor de la economía mixta, que ya estaba presentando problemas en la práctica, y volver a un consenso liberal renovado. Ello requería terminar con el status quo tripartito entre burguesía, clase política y movimiento obrero, y reinstaurar una hegemonía más completa de el Mercado (léase la burguesía). Había que quebrar al movimiento obrero y subordinar a la clase política.

El país donde este plan se ejecutó por primera vez fue el Chile de Pinochet. Ronald Reagan y Margaret Tatcher en los 80s fueron los cabecillas del neoliberalismo dentro de la clase política occidental. Pero para que el neoliberalismo se expandiera al resto del mundo hubo que esperar hasta el colapso del "campo socialista". Allí, con el capitalismo neoliberal como "única alternativa", sobrevino la orgía de privatizaciones, desregulaciones (o sea, nuevas regulaciones a favor del capital), y financiarización de las economías.

Hoy el consenso neoliberal está consolidado en lo que se llama economía ortodoxa. Este es el dogma que se enseña a todos los economistas desde sus primeros años en la universidad. Suele combatirse desde una "heterodoxia" detrás de la cual sobreviven los economistas keynesianos o marxistas.

Pero algo más se estaba moviendo en el fondo

Si bien las corrientes económicas pro-Estado y pro-sociedad habían sufrido una fuerte derrota con la hegemonía neoliberal, en esa época aparecieron las voces críticas que reclamaban un equilibrio entre la economía y el planeta. 

En 1972, un grupo de científicos escribió el libro-informe Los límites del crecimiento, donde se preveían nefastas consecuencias humanitarias y ambientales si los sistemas de producción y consumo seguían funcionando como si los recursos materiales y energéticos del planeta fueran infinitos. Las consecuencias ecológicas de la extracción y de la contaminación terminarían perjudicando a las sociedades en un plazo de décadas. La progresiva escasez material y energética daría el golpe de gracia a las estructuras sociales y políticas. Si hubo un momento para prevenir el colapso de esta civilización, fue en las últimas décadas del siglo XX.

Donnella Meadows y otros herejes pusieron en cuestión al paradigma del crecimiento infinito. No solo reclamaban que los tomadores de decisiones escucharan más a la ciencia que a los economistas, sino que los mismos economistas adoptaran una visión de sistemas y retomaran la conexión con la realidad biofísica.

Una heredera contemporánea de estos herejes se llama Kate Raworth. Es una economista inglesa y su modelo se llama doughnut economics, que puede traducirse como economía de la dona o de la rosquilla.

La Economía de la Dona

Este modelo fue presentado al mundo en el libro del 2012, Economía rosquilla: siete maneras de pensar la economía del siglo XXI. La síntesis gráfica del modelo es la siguiente:

El espacio seguro y justo para la humanidad se encuentra entre el fundamento social y el techo ecológico. El fundamento o cimiento social son las mínimas condiciones de vida digna para los seres humanos, también conocidas como necesidades básicas. Menos que esto, se considera "deficiencias". El techo ecológico es la biocapacidad del planeta para albergarnos de una manera sostenible. Pasarnos del techo ecológico en este gráfico aparece como "excesos", en inglés se usa la palabra overshooting. Lo que está arriba del techo ecológico son algunas de las consecuencias de los excesos.

Si aprovechamos el mismo gráfico para sacar una foto de la situación humana y de la biosfera, obtenemos algo así:

Los espacios rojos son excesos y deficiencias verificados. La sumatoria de las sociedades humanas está excediendo límites planetarios al mismo tiempo que es altamente deficiente para garantizar necesidades básicas a miles de millones de sus integrantes.

Raworth no perdió su tiempo intentando que la mayoría de los economistas salieran de su dogma del crecimiento infinito y le dieran una oportunidad a su modelo económico. Directamente fue en busca de la gente que se interesó por su libro y sus clases, y con la gente que ya estaba ponderando la necesidad de una economía que tuviera en cuenta los límites planetarios. Incluso ella como profesora ve este reclamo en sus propios estudiantes, varios de ellos activistas climáticos.

Pero la labor de Raworth no es solo docente. La economía de la dona se está implementando en la práctica por más de 70 gobiernos locales de la mano del Doughnut Economics Action Lab.

Para profundizar

Proponer una economía que priorice el bienestar humano dentro los límites planetarios significa desafiar al paradigma dominante del crecimiento infinito. Cuando alguien hace una propuesta que desafía a los paradigmas actuales, hay tres fases de respuesta: primero te ignoran, después te ridiculizan, después te atacan. Eso tenemos que esperar. Sin embargo, más que entretenernos en debatir a quienes tienen intereses creados en defender al crecimiento infinito, primero tenemos que agruparnos entre quienes ya estamos convencidos de la necesidad de una nueva economía, e ir a dialogar con los inconformes.

Aquí la charla TED que Raworth dio en el 2018. Dura 15 minutos, está subtitulada en español.

Para una explicación más extensa en formato reportaje, te invito a ver este podcast. También tiene subtítulos en español.

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