¿Hasta donde es justa la demanda de coherencia hacia intelectuales y artistas?


Hay que comer

Si sos intelectual o artista y no naciste en una familia rica, también tenés que ganarte la vida.

Eso significa negociar con la realidad, hacer concesiones, ocasionalmente tragar sapos para no enemistar a tus jefes o clientes (de los que dependen económicamente vos y la gente que tenés a cargo). En resumen: elegir tus batallas. 

No podés ser el héroe de la clase obrera 24/7, ni vivir un 100% coherente con tus principios. Nadie puede. Dejémonos de infantilismos.

Los dobles estándares con la exigencia de coherencia

Esta cultura no exige la misma coherencia a un albañil o a un colectivero que a un intelectual o un artista. 

Obvio que entre intelectuales y artistas también hay mercenarios que merecen una justa condena. Pero en esta cultura hay una doble vara. Al intelectual/artista con la primera "incoherencia" ya se lo condena de careta o de vendido. Incluso al laburante alcahuete del patrón recibe más comprensión que el intelectual, porque se comprende que el primero tiene que comer y mantener a una familia. Pero esta cultura parece creer que los intelectuales y artistas viven del aire.

A los intelectuales y artistas se les demanda que sean "comprometidos". Inclusive, algunos les demandan que sean revolucionarios sin importarles el costo personal que eso les pueda significar.

"¿Un tipo de izquierda que escribe en Clarín?", juzga la gilada progre. "Ah, miralo al artista popular lo que cobra la entrada", juzga la gilada de derecha.

Cuando exigir coherencia es contraproducente

Se puede ser coherentemente defensor de los intereses dominantes. Como miembro de las clases subalternas, esa coherencia no me conviene salvo como ejemplo clarificador.

Otro ejercicio dañino de la coherencia es decir/hacer lo correcto en el momento inadecuado. Esto es seguro que llevará a resultados insuficientes o inclusive contraproducentes. 

Conclusiones

Dejémonos de exigir tanta coherencia, en general y con los intelectuales/artistas. A la hora de juzgar una trayectoria, importan más los resultados sociales y culturales que su relación con ciertos principios. Principios que, a veces, los que exigen coherencia ni siquiera comparten.

¿Seguís porfiado con "la coherencia"? Entonces sé coherente. Juzgate a vos con la misma vara que usás con el intelectual y el artista. Juzgá al resto del pueblo con la misma dureza. Contanos cómo te va.

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