Apoyemos la insurrección en Perú

Dina Boluarte, actual presidente de Perú, con más muertes que días de mandato

Breve síntesis de lo que viene pasando en Perú en los últimos meses

El izquierdista Pedro Castillo del partido "Perú Libre", asume la presidencia en julio de 2021. El 7 de diciembre de 2022 intentó un autogolpe: anunció en cadena nacional su intención de disolver el congreso, reformar el poder judicial y gobernar por decreto. El tiro le salió por la culata, y el congreso lo destituyó a él ese mismo día. Inmediatamente después de la destitución y detención de Castillo, asume como presidente Dina Boluarte, que era la vicepresidente. Del mismo partido político que Castillo, "Perú Libre". 

Desde entonces se gestó un proceso de insurrección popular, donde el pueblo movilizado exige la renuncia de Boluarte, elecciones generales anticipadas, e incluso una asamblea constituyente. El gobierno ha respondido matando a los manifestantes (los asesinatos ya superan los 60) y llamándoles terroristas. 

Las manifestaciones son en todo el país, pero el punto estratégico sigue siendo Lima, la capital. En estos días peruanos de diversas partes del país han llegado a la ciudad siendo recibidos con represión y racismo, con la honrosa excepción de las universidades públicas. El día de ayer los estudiantes universitarios de Lima fueron el blanco de una represión que terminó con 200 detenidos. La policía ingresó con tanquetas a la universidad. Claramente es un mensaje a los limeños opositores al régimen: "miren lo que les pasa a los que sean solidarios con los terroristas". 

Mi análisis de la situación actual

La posición de Dina Boluarte es débil. El régimen tiene cada vez menos consenso popular en Perú, está empezando a ser repudiado internacionalmente (y no solo por los gobiernos y la prensa de izquierda latinoamericana, más solidarios con Castillo que con el pueblo peruano). Los gobernadores de al menos 3 provincias del Perú exigen la renuncia de la presidente. Las cartas a favor de Dina son el apoyo de las fuerzas armadas (que protagonizan la represión), la historia de anticomunismo del país (que permite emparentar a cualquier izquierda con Sendero Luminoso) y la discriminación histórica de los habitantes de Lima a los demás peruanos (especialmente si son cholos o indígenas). 

La izquierda latinoamericana, igual de enemiga de los pueblos que la derecha latinoamericana, se presenta como solidaria con el movimiento popular peruano. Pero en su denuncia al gobierno de Dina contrabandea la victimización de Castillo, de Lula, de Evo Morales e incluso de Cristina Fernández. Si este movimiento popular se hubiera producido bajo Castillo, lo estarían condenando como golpista. La derecha latinoamericana es enemiga de todo movimiento popular que no controle. La izquierda latinoamericana también.

Los "revolucionarios" que quieran ver a una revolución en Perú están delirando. Se trata de una insurrección. En Irán sí hay una revolución, porque lo que busca el pueblo movilizado es la abolición del régimen construido a partir de la revolución islámica de 1979. Lo que busca el pueblo movilizado en Perú es un recambio del personal político dentro del régimen republicano existente. Esta insurrección puede escalar a una revolución si radicaliza sus métodos y sus demandas. Por ejemplo, si la demanda de elecciones generales anticipadas es reemplazada por la demanda de una asamblea constituyente (por ahora propuesta por una minoría radical). Pero incluso si esto no pasa, se trata de un paso adelante que definitivamente es positivo. 

Por qué y cómo apoyar a este movimiento

La victoria de la insurrección peruana, incluso si se limita a los marcos de la república burguesa (elecciones generales anticipadas), es deseable para cualquier persona decente en el mundo. Sería una victoria para todo el pueblo peruano, incluso la parte que hoy se opone al movimiento y apoya al gobierno. Porque demostraría que el pueblo le puede poner límites al Estado, y esto condicionaría a los gobiernos que vengan después. Por eso mismo las fuerzas representadas por el gobierno de Dina no quieren aflojar y apuestan a vencer la insurrección mediante su represión y estigmatización. No deben lograrlo.

Cada golpe represivo del régimen al movimiento popular, cuando es hacia una movilización relativamente pacífica, es una victoria material pero también una derrota moral. Mientras la indignación supere al miedo, el movimiento popular no será vencido. Si no encontramos medios de solidaridad material con la insurrección peruana, al menos sí tenemos a mano fortalecer la condena moral al régimen, que suena a poco pero es algo muy necesario para mantenerlo contra las cuerdas. Toda violencia de los manifestantes tiene que verse como autodefensa o como reacción justa a la violencia del otro lado. El régimen y sus perros guardianes nunca tienen que quedar como las víctimas de la situación, sino como los victimarios que reciben su merecido de un pueblo digno.

Acciones al alcance de quienes no estamos ni podemos estar allí:

  • Difundir artículos analizando y explicando las causas del conflicto social, evitando los simplismos de izquierda y de derecha, y exponiendo a la izquierda latinoamericana tanto como a la derecha.
  • Si tenemos los contactos: enviar dinero o algún otro recurso a medios independientes, ONGs de derechos humanos, u otras agrupaciones que participen del movimiento popular peruano.
  • Difundir las inevitables violaciones a los derechos humanos cometidos por el Estado peruano es una manera de esmerilar su prestigio ante la "comunidad internacional", deseosa de guardar las apariencias de democracia y libertad. Esto pone al régimen en una situación internacionalmente complicada.
  • Difundir las acciones heroicas de los manifestantes y de quienes se solidarizan con ellos contribuye a conservar los ánimos de lucha.
  • Difundir especialmente, si sucede, las acciones de solidaridad con los manifestantes que surjan de cuerpos represivos.

Acciones contraproducentes:

  • Análisis o informes de la situación peruana que en realidad son hechos para decir que vos o tu partido tienen la razón.
  • Difundir detalles sádicos de la represión más funcionales al miedo que a la indignación.
  • Glorificar las acciones de violencia de los manifestantes e incluso pedir por más violencia: esto disuade a la gente no-violenta de apoyar al movimiento. 

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