A favor de la sensatez basada en evidencia



Lo que sigue no se tiene que tomar como una propuesta para la emancipación humana, ni siquiera para una política reformista. Si se la evalúa así por supuesto va a ser insuficiente.

He decidido salir en defensa de este ABC de la vida mental humana porque lo veo amenazado por tendencias anti-racionales y anti-ciencia que están teniendo mucha popularidad en círculos "de izquierda" y "anti-sistema".

Atribuyo estas tendencias, en primer lugar, a la decadencia general que está viviendo esta civilización, que también ha visto aparecer conspiranoias de derecha, el antivacunas, y el terraplanismo. En un segundo plano, especulando sobre la motivación personal de quienes son parte de ella, la atribuyo a la influencia de la intelectualidad posmoderna y también a la impotencia política.

También voy a salir en defensa de la ciencia, y mi defensa de la ciencia puede ser problemática. Principalmente por razones de ignorancia (es la primera vez que tengo este debate y me ha llevado a examinar cosas que daba por sentado y aprender otras) y porque al mismo tiempo tengo que delimitarme de las autoridades científicas oficiales, que son parte del status quo capitalista. No soy para nada un especialista en el tema, no estoy al tanto de los debates clásicos o recientes que haya habido sobre epistemología. Pero aquí va.

Por qué defiendo la sensatez basada en evidencia

Porque soy un laburante que lee, que estudia, que se da cuenta que las instituciones estatales/capitalistas escuchan e ignoran a la ciencia cuando les conviene, y porque las críticas más fuertes a este sistema que conozco son las que emplean buena lógica y están apoyadas en evidencia.

Por múltiples caminos he llegado a la conclusión que una opinión que emplea buena lógica y se basa en un análisis riguroso de los mejores datos disponibles es superior a una que no emplee buena lógica (o sea, que tenga falacias) y que se base en:
  • Anécdotas
  • Prejuicios
  • Odio, lástima, disgusto, tristeza, ira
  • Datos mal producidos
  • Dogmas
Este criterio, que desde algunas mentalidades "anti-sistema" se ve como favorable a las instituciones oficiales y sus discursos, y por lo tanto potencialmente perjudicial para el común de la gente, es en realidad una conquista moral e intelectual de la humanidad, precisamente contra el poder y sus abusos. De esta manera es que se han creado los argumentos que ayudaron al progreso intelectual y moral que hemos logrado contra la religión, las monarquías, el machismo, el racismo, el nacionalismo, y el dogmatismo en general.

La actividad científica no está al alcance de todo el mundo por cuestiones socio-económicas y, además, porque los humanos tenemos diversos intereses e inclinaciones. Pero la sensatez basada en evidencia sí está al alcance de todo el mundo. La empleamos en un montón de decisiones cotidianas. Incluso la gente que promueve la anti-razón y la anti-ciencia en el discurso público la emplea.

El discurso anti-ciencia de muchos "anti-sistema"

En el ambiente cultural de la izquierda actual, todo lo que no sea marginal es culpable de ser parte de la opresión hasta que se demuestre lo contrario. La ciencia es, en esta narrativa, un discurso oficial. Como discurso, está en equivalencia con cualquier otro discurso y su pretensión de ponerse en un lugar central o "privilegiado" tiene que ser desafiada. Pero si encima es un discurso oficial, ya basta para que sea culpable hasta demostrarse lo contrario. Quien lo defienda es visto como un pro-status quo o como un pobre ingenuo manipulado.

Para ser un anti-sistema exitoso hoy lo que tenés que hacer es reducirlo todo a un discurso. Entonces la crítica del mundo es muy fácil. No hay que aprender ninguna otra disciplina, o solo hay que aprender el lenguaje de esa disciplina. No hay que aprender cómo funciona el mundo sino cómo se lo habla. Es por eso que esta corriente intelectual atrae a gente muy hábil con el lenguaje, que se da cuenta que así puede sumar puntos fáciles en algunos campos, y también atrae a la gente más susceptible a las palabras que a los hechos. De hecho, astutamente, esta gente niega que existan los hechos (solo hay interpretaciones), niega que exista la realidad objetiva (porque todo está atravesado de subjetividad), niega que exista la verdad (cada cual tiene su verdad).

Por este ambiente cultural tan infectado de esta ideología oscurantista, es que la defensa de la ciencia hoy es una afirmación polémica. Hoy existe gente que, por derecha y por izquierda, demoniza a la actividad científica o, en una prueba de relativismo con esteroides, la pone en un lugar equivalente con la opinión popular.

Desde la conspiranoia de derecha, si confiás en la ciencia sos un iluso que no se da cuenta cómo es manipulado por la élite iluminati/reptiliana/judeomarxista que quiere destruir la familia, la raza blanca, la heterosexualidad y Occidente.

Desde la progresía jipi-new age, si confiás en la ciencia sos un eurocéntrico iluminista que desprecia saberes tradicionales de pueblos oprimidos y a la sabiduría milenaria de oriente.

Desde la izquierda anticapitalista, si confiás en la ciencia sos un manipulado que no ve los lazos que hay entre las instituciones académicas y de investigación con el capitalismo y el Estado.

Por qué y cómo defiendo a la ciencia

La razón positiva que yo tengo para defender a la ciencia como actividad humana (que no es lo mismo que defender su institucionalización e incluso a sus resultados) es que, hasta donde yo sé, es la mejor manera que hemos encontrado los humanos para acceder al conocimiento de la realidad.

Una evidencia de esto bien obvia es la tecnología que nos rodea. Algún superficial honesto o deshonesto puede acusarme, por decir esto, de ser un fan del actual sistema tecno-científico con todas sus consecuencias ecocidas y genocidas. Pero la tecnología es una prueba irrefutable de que se conocen los suficientes principios y propiedades del mundo que nos rodea como para modificarlo con nuestro accionar.

Lo que a mí personalmente me resulta más fascinante es que la ciencia ha logrado y está logrando responder preguntas profundas como el origen de la diversidad de la vida, del planeta que habitamos, y del propio universo, sin necesidad de una explicación sobrenatural.

Pero una de las principales conquistas de la ciencia tiene que ver con algo bueno para el común de la gente: la extensión de nuestras vidas y el mejoramiento de nuestra salud. Hay una diferencia de vida o muerte entre tener acceso a agua potable o no. El agua para consumo humano se puede potabilizar,  y así salvar al vida de millones de personas, porque existe una ciencia llamada química. La existencia de gente llamada médicos, que se forma con lo que la ciencia ha aprendido sobre el cuerpo humano como sistema bioquímico, también es muy importante.

Estas son cosas básicas, sobre la que puede matizarse mucho. Hay una variedad de gente a la que le encanta encontrarle un problema a cada solución. Sé que las tecnologías como las bombas nucleares y los agroquímicos son cuestionables. Sé que existen quienes promueven un culto proto-religioso a la ciencia y a la razón. Sé que el sistema médico ha sido protagonista de violaciones a los derechos humanos.

Tengo todo eso en cuenta en el balance que yo hago, y concluyo que los seres humanos estamos mejor con ciencia que sin ella.

¿Y qué hacemos cuando la mentira oficial usa a la ciencia?

Tenemos el problema de que sigue existiendo el Estado (este es el problema principal que los obsesionados con los discursos y el lenguaje se suelen olvidar), y en las culturas seculares la mentira oficial es disfrazada de ciencia. Contra eso lo que hay que hacer, y lo que se ha hecho, fue ciencia comprometida con la verdad. Las investigaciones de Andrés Carrasco sobre el efecto del glifosato en vertebrados son hoy un argumento en contra el sistema del agronegocio. También se emplearon estudios científicos para fortalecer los argumentos contra la megaminería en Esquel, combatiendo a los científicos corrompidos por las mineras y los gobiernos.

La ciencia puede emplearse y ha sido empleada por el poder. También por las luchas emancipatorias. Hay científicos que han sido y son aliados de causas populares.

Si estamos siendo víctimas de gobiernos y corporaciones que manipulan estudios para hacerles decir lo que no dicen, entonces la manera de responderles es divulgando los estudios no adulterados para demostrar la interpretación mentirosa.

Así hay que jugar, y no abandonando la sensatez basada en evidencia porque "la ciencia es parte del poder".

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