Mensaje desde el 2071: recordando el cambio climático

Les comparto este inspirador relato ficticio del escritor Kim Stanley Robinson, discípulo de la gran Ursula Le Guin, para una visión esperanzadora de nuestro futuro. En el video el original en inglés, debajo la traducción al español de TED.


La década del 2020 fue un punto crucial en la historia de la humanidad. Comenzó con la primer pandemia, una bofetada para todos, ya que tuvieron que aceptar que eran una sola civilización en una sola biósfera, totalmente dependiente de la ciencia para mantenerlos vivos. La civilización es algo frágil. Y aunque la gente empezó en los ’20 a querer ignorar la profunda verdad, aún luego de la primer pandemia, las grandes olas de calor de 2023 encendieron dicha esperanza. Los humanos no pueden sobrevivir a combinaciones de alto calor y humedad por encima de una temperatura índice llamada “bombilla húmeda 35”. Y ese año, los eventos de bombilla húmeda 36 en India, el sureste de Asia y el medio oeste estadounidense mataron a muchas más personas que la primer pandemia y quedó claro que las cosas simplemente tenían que cambiar. La llegada de la segunda pandemia puso un signo de exclamación a la cuestión.

En este punto tan desesperante la pregunta era ¿podían cambiar las cosas? ¿Podía la humanidad detener sus actitudes destructivas y restaurar el balance en cuanto a su relación con la biósfera? Crucialmente, ¿podía disminuir la temperatura global de la Tierra a tiempo para evitar matar a millones de personas, más animales y en efecto especies enteras? Mirándolo desde nuestra perspectiva 60 años después, esto parece posible, porque lo hicieron. Pero no era de ninguna manera algo seguro. Imagina lo que se sentía en ese momento, cuando el pánico llenaba el aire, y nadie podía estar seguro de que el éxito era posible. Muchos declararon que la humanidad estaba condenada. Esto es porque muchos los llamaron “los turbulentos años 20” o “los terroríficos años 20.” Solo mucho después algunos historiadores los llamaban “los fabulosos años 20” o incluso “los locos años 20,” aunque eso es un chiste de historiador y como suelen ser, uno malo. No era para nada como los locos años 20 de un siglo antes. Era mucho más raro.

En esos años, las lecciones aprendidas en la primera pandemia se pusieron en uso. La comunidad científica se apuró para hacer frente a esa crisis de una forma sin precedentes, librando una explosión de cooperación y creatividad nunca antes vista. Y ahora lo hicieron de nuevo. Las cosas que parecían imposibles se volvieron la nueva normalidad, y las olas de calor del 2023 estimularon una mentalidad de manos a la obra, en la que casi cada solución propuesta para ayudar a resolver la crisis climática era apurada para ser probada.

La diversidad de este esfuerzo hace cualquier estudio de los años 20 un asunto muy multidisciplinar —que me gusta— involucrando a toda la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la medicina, el STEM, sí, nuestra gran caja de herramientas, pero también esencialmente: gobernanza, derecho, justicia, diplomacia, filosofía y arte, y más que nada, finanzas. Los cambios rápidos en el software de la civilización fueron lo que permitió los cambios rápidos en el hardware. Fundamentalmente, la gente de ese tiempo tuvo que arreglar para pagarse a sí mismos para hacer las cosas necesarias para sanar la biósfera. El dinero debía ir al buen trabajo en lugar de al malo. Este fue el punto de inflexión. Con ese cambio realizado, había mucho trabajo del bueno listo para ser realizado.

Hay que entender que antes de los años 20, el capital siempre iba a la tasa de rendimiento más alta. Esa era la ley del capital, muchas veces la ley directamente. Restaurar los daños en la biósfera, sacar el dióxido de carbono de la atmósfera, eso no rendía la tasa de rendimiento más elevada, entonces el dinero se iba a otro lado, y así llegó la catástrofe. Por extraño que parezca, hasta podría haber seguido la financiación de la destrucción si no fuese por un cambio básico en la economía política mundial, un cambio orientado por la ciencia, organizado bajo en Acuerdo de París y luego promulgado por todas las naciones del planeta.

El mecanismo para esta transformación fue llamado la Red para la Ecologización del Sistema Financiero, una organización de 89 de los bancos centrales del mundo. Bajo la dirección y aliento de sus gobiernos, estos bancos cambiaron el mundo a lo que algunos hoy llaman el patrón del carbono. También es llamado “reducción cuantitativa del carbono” o “la moneda de carbono.” La idea era esta: que el nuevo dinero fiduciario debe ser creado precisamente en proporción a la cantidad de dióxido de carbono que se sacaba de la atmósfera y secuestrado en las plantas, el suelo o las rocas bajo nuestros pies. Y que el nuevo dinero le sea dado a quien sea que saque carbono del aire o que demostrablemente y a largo plazo se abstuviera de quemarlo en primer lugar.

La política monetaria y fiscal reorientó una gran proporción de trabajo humano a proyectos de decarbonización y había muchos de ellos ya listos. La agricultura regenerativa era un gran área, muy importante, ya que las personas debían comer mientras salvaban al mundo. La reforestación también era un método rápido de reducción de carbono. También la captura directa de aire, lo cual requería una infraestructura completamente nueva, todo pagado con las monedas de carbono. Algo de carbono capturado se convirtió en sustituto para el hormigón y el acero, y eso también ganaba monedas de carbono. La restauración de hábitats también ayudó. Una vez que la gente comenzó a cuidar la tierra y los animales, la reducción de carbono luego se unió al esfuerzo para detener el evento de extinción masiva en la que estábamos cayendo.

Obvio, la energía limpia es fundamental para dar poder a todo este buen trabajo, e instalar miles de gigawatts para la producción de energía limpia era una tarea enorme. Millones de personas pasan sus carreras en esta transformación de infraestructura. De hecho, había tanto trabajo por hacer en los años 20 que los gobiernos que lo financiaban llegaron a generar pleno empleo. “Generar pleno empleo” que, por supuesto, significa terminar con la pobreza. Que no iba a haber suficiente trabajo, que había una contradicción entre la salud de las personas y la salud de la biósfera... eran confusiones tan arraigadas en la era anterior a los años 20, ahora es difícil de entender. Pero la retrospectiva es 20/20, si me disculpas por decirlo.

Y en cuanto a mantener combustibles fósiles en el suelo, eso, también, tenía que ser compensado, y como tantas naciones fueron literalmente la banca en estos recursos, la quema de lo que cual iba a destruirlos, irónicamente. Cuando los petroestados como Venezuela, Arabia Saudita, Canadá y Rusia declararon que iban a mantenerlo en el suelo,

que iban a pagar con monedas de carbono, en una agenda que correspondía con qué tan rápido habrían extraído y vendido estos combustibles. Al nivel de las ciudades, los cambios de infraestructura se pagaban mientras se reducía la quema de carbono. Los proyectos de transporte masivos, estaciones de recarga de autos eléctricos, construcción de relleno, agricultura de ciudad, generación de energía limpia, todas esas acciones ganaban monedas de carbono a nivel ciudad. Y como los individuos podían ganar monedas también, con esfuerzos como la agricultura sin labranza o ganadería ecológica, creación de turberas, cultivo de algas, y también el cambio de máquinas sucias por otras limpias. Todos esos esfuerzos para decarbonizar hicieron dinero en vez de costar dinero.

Por supuesto, hubo problemas por este cambio de valores. Certificar la disminución de carbono se transformó en toda una industria, y todo lo que se mide, entra en juego. Esto no era un tema menor. Pero se hizo. Y luego... las olas de calor de 2027 hicieron que parezca que todo ese trabajo se había hecho tarde, que la gente no podía parar la catástrofe que se avecinaba. Todo pudo haber fallado ese año, y ya había suficiente agitación para que pareciera que eso iba a suceder. Los países que van a enviar polvo a la atmósfera el verano siguiente para desviar la luz solar hacia el espacio y así enfriar el planeta, estos países fueron excoriados por muchos, pero muchos más les agradecieron. El sentimiento de emergencia creció, y la inestabilidad política avivó el fuego. La creación de una docena de países por medio de divorcios, terreno u otros, era difícil de conciliar con el trabajo de la emergencia climática. Y, por un par de años, la historia parecía caerse a pedazos. Algunos sienten todo lo contrario.

Las temperaturas globales bajaron por un par de años luego de eso, y las temperaturas políticas también. Los pueblos indígenas tuvieron un rol activo en el manejo de las tierras, lo que sabían hacer, devolver los tan necesitados valores de los cuidados a largo plazo. El empoderamiento de las mujeres siguió expandiéndose gracias su trabajo continuo e innegable. Y, cuando la población mundial comenzó a disminuir, todo tipo de presiones también disminuyeron. El proyecto de dejar un gran porcentaje de la superficie de la tierra a nuestras especies primas cobró impulso, con grandes reservas de tierras silvestres conectadas por corredores de hábitat que hizo las migraciones posibles otra vez. Y la extinción masiva que parecía inevitable comenzó a transformarse en un proyecto global de cuidado mutuo.

Aunque la desviación de los rayos solares del 2028 sigue siendo el acto de geo-ajuste más famoso, es importante recordar el esfuerzo en la Antártida y Groenlandia para eliminar el agua de debajo de los grandes glaciares que se estaban resbalando dentro de los mares. El aumento del nivel del mar podría haber sido una catástrofe, no solo para las costas, sino para todos. Pero al eliminar el agua de debajo de los glaciares, el fondo del hielo quedó apoyado en la roca otra vez y lo ralentizó de vuelta a sus normas históricas. El aumento del nivel del mar sigue siendo una preocupación, pero en esta cuestión, como en muchas otras, la reducción de carbono es una gran ayuda. Es una clara señal que indica que nos hemos hecho responsables de mantener la biósfera en equilibrio, que las partes por millón de CO2 en la atmósfera están ahora bajo control y un asunto de negociación de tratados internacionales. Este es el mayor logro de nuestro tiempo. Significa que podemos poner el nivel del mar junto con todo lo demás, en un camino compartido hacia la estabilidad a largo plazo. Es otra manera de decir que hoy vivimos en el estándar del carbono.

Ahora lo damos por hecho. Pero 60 años atrás, esto era un desafío que ninguna generación había enfrentado. Lo que hicieron es algo por lo que agradecerles, y cuanto más los historiadores como yo estudian los años 20, más fascinantes se vuelven. Esas personas lo dieron todo.

Gracias.

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