El progresismo y su miedito ante la crítica radical


La de arriba es una imagen hecha por algún progre o zurdo aprogresado. El tipo de abajo es un cuadro  de las fuerzas represivas argentinas y del partido peronista, Sergio Berni. Las frases son declaraciones suyas. El propósito de esta imagen es, de alguna manera, escandalizarnos y llevarnos al odio por este personaje. Lo cual es una oportunidad perdida para profundizar en la crítica de las instituciones en las que este personaje se mueve. Principalmente, el partido peronista y las fuerzas represivas.

Un repaso a vuelo de pájaro sobre el peronismo

A quienes sabemos la historia verdadera del peronismo (básicamente su gobierno del 1946-1955 fue lo más cercano al fascismo italiano de nuestra historia), no nos sorprende que personas con perfil militar y/o policial simpaticen con el peronismo e incluso militen en él. Justamente porque no nos tragamos el mito del peronismo como una "izquierda posible" o como un partido "reformista", "progresista", "de centroizquierda".

El peronismo clásico, el "peronismo de Perón", fue fascista. Y quienes ignoran esto también suelen ignorar lo que fue el fascismo. Esta gente le llama fascista a cualquier fuerza de extrema derecha o a cualquier gobierno que sea elitista, impopular, cuya relación con el pueblo trabajador sea fundamentalmente represiva. Para esta gente la última dictadura argentina fue fascista, cuando fue más bien liberal.

Pero el fascismo es un movimiento nacional y popular. Es un movimiento que moviliza a las masas hacia una orientación reaccionaria, tradicionalista, nacionalista. El fascismo es explícitamente anticomunista pero también explícitamente anti-liberal. El fascismo busca subordinar cualquier organización gremial (empezando por las del movimiento obrero) al Estado, y el Estado a un Partido, que a su vez está subordinado a un Líder. Por ello el fascismo es muy fan de la hegemonía del Estado a través de medios legítimos y no tan legítimos, pero no es muy fan de la república con su división de poderes y mecanismos de limitación al Poder Ejecutivo. Todo lo contrario, para el fascismo el Poder Ejecutivo es lo que cuenta y los otros dos poderes tienen que estar también subordinados al Partido.

El fascismo no solo puede dar concesiones materiales y simbólicas a la clase obrera (siempre y cuando la economía lo permita), sino que se caracteriza por hacer eso. Por alguna extraña razón, hay parte de la izquierda que ve al fascismo como un movimiento de clase media negando su componente obrero. Quizás porque esa realidad histórica se contradice con el mito marxista del proletariado revolucionario. Pero para quienes no tenemos estos problemas ideológicos, las movilizaciones de masas a favor de un gobierno no son un argumento contrario a que ese gobierno sea fascista, sino todo lo contrario. Para nosotros las movilizaciones de masas reaccionarias son posibles porque la historia está llena de ellas. Si un fascismo nunca movilizó a las masas bajo la tríada Estado-Partido-Caudillo, fracasó como fascismo.

Claro, el peronismo de finales del siglo XX y del siglo XXI ya no es fascista, sino que está adaptado al status quo del capitalismo tardío (que podemos llamar globalización neoliberal o hegemonía de las corporaciones transnacionales, donde la importancia del Estado-nación y de los mercados internos ha disminuido en favor de centros de poder globales y del mercado mundial). Pero el elemento fascista del peronismo ha sobrevivido en algunos de sus cuadros "ortodoxos" (como Berni, como Guillermo Moreno) y, sobre todo, en sus bases.

Sí, las bases peronistas, aquellas que la izquierda troskista quiere "ganar", son lo más fascistas de la sociedad. Cuando alguien se identifica como "militante del movimiento nacional y popular" nos está diciendo "soy fascista". Cuando alguien le llama "compañero" a cualquiera que sea de su partido y "oligarca", "cipayo", "antipueblo", "antipatria" o "gorila" a cualquier opositor, nos está diciendo "soy fascista". Estúpida y servilmente, la mayoría de la izquierda argentina trata a organizaciones fascistas como si fueran un movimiento reformista de centroizquierda y por ello ablanda su crítica del peronismo. ¿A quiénes sí trata de fascistas? A liberales como Javier Milei y José Luis Espert. A desarrollistas como Macri. Un pedo cerebral.

Examinando las frases del cartel

Contexto

Quien dijo estas frases, Sergio Berni, es un santacruceño con una amplia experiencia en las fuerzas de seguridad que desde muy temprano se ha hecho imprescindible como cuadro represivo para gobernantes peronistas, específicamente para los Kirchner. Acá una breve biografía, que aunque aporta datos verídicos demuestra la debilidad de la crítica izquierdista: bajo la pretensión de que las bases peronistas son progresistas, busca horrorizarles con la realidad de Berni.

En la realidad, los éxitos represivos y mediáticos de Berni no son algo que cause repudio dentro del peronismo, todo lo contrario. Así que buscar que las bases peronistas repudien a Berni es de imbéciles.

Ahora, examinando algunas de las frases.

"No hay lugar para los tibios"

Si se toma a esta frase como principio, lleva al fanatismo. Pero como afirmación general no es problemática. Hay momentos donde sí hay que estar a favor o en contra de algo o alguien. ¿Qué opinaríamos de quienes no estén a favor ni en contra de Hitler? ¿O tímidamente en contra?

"No somos indios salvajes"

El Estado argentino, como todo buen Estado-nación, se constituyó de manera genocida. Por supuesto que el genocidio requiere un discurso que deshumanice a la población a la que hay que eliminar o sojuzgar para constituir ese Estado. Desde un punto de vista humanista, esta es una frase a repudiar. pero no es "protofascista". Esa frase la pueden decir y la han dicho liberales, nacionalistas católicos, y gente de otras corrientes políticas y creencias. Cuando se vinculan frases como ésta a algo tan específico como el fascismo, se lo hace salvando al Estado-nación.

"La función de la policía es reprimir"

Sí, por supuesto. ¿Cuál es el problema con esta frase? La podría decir cualquier izquierdista. ¿Por qué es "protofascista" hablar sin pelos en la lengua sobre la función de la policía? Sobre todo cuando la dice un policía, es un acto de honestidad a valorar. Rara vez el enemigo da estas oportunidades. Cuando las da, hay que aprovecharlas. Sobre todo porque el discurso hegemónico es que la policía está para cuidar al ciudadano honesto del delincuente, para "servicio a la comunidad".

¿Por qué el progresismo boicotea la crítica radical?

Cuando un agente de este sistema dice la verdad sobre el sistema y su rol en el mismo, hay que aprovechar ese testimonio como arma contra el sistema en vez de indignarse con el individuo.

Esa última es la reacción histérica del posmodernismo actual, que ante la muerte del activismo revolucionario y una contracultura basada en la crítica radical del mundo existente, ha creado un activismo de transformación de la realidad a través del lenguaje y una cultura de la cancelación.

"Fascista" o "nazi" se ha convertido en un chillido histérico de progres que se quedan sin argumentos en la discusión. Ha dejado de ser una caracterización histórica seria, rigurosa. Yo haré mi esfuerzo para vuelva a serlo o, por lo menos, no me voy a sumar a la tendencia hegemónica progre de usarla como insulto.

El progresismo, en cambio, es parte de este sistema. El progresismo quiere un capitalismo humano. Quiere una policía que nos cuide. Quiere una cárcel que reforme. Quiere trabajo y educación para que haya menos delincuentes. Quiere un capitalismo sin sus consecuencias. Es un sirviente bien intencionado del actual sistema. Pero sirviente al fin. Por lo tanto sus buenas intenciones hacen el trabajo de las malas intenciones.

En el momento en que está la oportunidad de criticar radicalmente a las instituciones de esta sociedad y a su misma estructura, el progresismo retrocede horrorizado, y busca chivos expiatorios. En este caso, busca crucificar a Berni para salvar a la policía. Su miedo a la libertad se expresa intelectualmente en la huída de la crítica radical de las estructuras y abrazar el linchamiento de individuos.

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