Mentiras y falacias del marxismo-leninismo


Este artículo compila varias de mis rupturas con el marxismo-leninismo, por lo tanto también con sus variantes (stalinismo, troskismo, guevarismo, maoísmo...). Esta vez no hice tanto esfuerzo en mencionar fuentes (eso está hecho en otros artículos), y está escrito en formato diálogo.

La teoría mentirosa de la "extinción" del Estado

Esta teoría no se basa en ninguna hipótesis científica sólida, mucho menos evidencia histórica. Es únicamente fraseología "dialéctica".

Esta teoría de la extinción del Estado se emparenta con la teoría del partido criticada en el punto siguiente. El relato va así: el partido revolucionario va a tomar el poder del Estado y desde ahí establecerá una "dictadura del proletariado" que protegerá a la revolución de la contrarrevolución y empezará a "construir el socialismo". A medida que el peligro contrarrevolucionario desaparezca y la sociedad aprenda a gobernarse a sí misma, el Estado será cada vez menos necesario y se irá achicando hasta desaparecer. Esta teoría de la extinción la contraponen a la propuesta del anarquismo de abolir el Estado inmediatamente y, a primera vista, parece más razonable. Eso cuando caemos en la trampa de juzgar a las teorías únicamente por su coherencia lógica interna y la capacidad de argumentación de sus partidarios, y no vemos su relación con la práctica.

Aunque ya no me identifico como marxista sí apoyo el proyecto del materialismo histórico. Eso significa examinar la historia de la humanidad y sacar conclusiones para el pensamiento y para la acción a partir de lo que efectivamente pasó. No de lo que "debería haber pasado" o "podría haber pasado". De lo que pasó.

Y lo que siempre pasó cuando un partido revolucionario tomó el poder del Estado y lo mantuvo, es que el Estado se hizo más grande y más fuerte, y se fundió con dicho partido. Pasó en la revolución rusa, en la revolución china, en la revolución cubana. Eso resultó en sociedades más opresivas que su competencia demoliberal. Con atrocidades como la masacre de Kronstadt, el Holodomor, los gulags, las colectivizaciones forzosas, el gran salto adelante, la revolución cultural. Y luego, contra los pueblos que se rebelaron contra el socialismo satélite de la URSS como el alemán, el húngaro, el checo y el polaco.

En todas esas décadas de socialismo jamás el Estado estuvo cerca de extinguirse. Todo lo contrario. Los "Estados socialistas" se agrandaron en tamaño y en complejidad, se consolidaron en su capacidad de dominar, y extendieron su poder policial y normativo hasta en la intimidad de los individuos. La "dictadura del proletariado" del marxismo-leninismo no es más que una dictadura de partido único en nombre del proletariado.

A tal punto el Estado bolchevique perfeccionó su capacidad de dominar a la población mediante el terror y el adoctrinamiento, que fue tomado como modelo por los fascismos.


La relación entre el partido leninista y la clase obrera

Otra cosa mentirosa es la relación que el marxismo-leninismo propone entre el partido y la clase. Relación que no es sustancialmente distinta a la que proponía el socialdemócrata Kautsky, de quien Lenin admitió ser un discípulo.

El partido, al estar supuestamente formado por los elementos más revolucionarios, esclarecidos y abnegados, merece dirigir a las masas y las masas se tienen que dejar conducir, confiando en que lo que manda el partido es por su bien. Cualquier organización que obstaculice el camino del partido a conducir a las masas es enemiga de la revolución.

El partido, por lo tanto, ocupará el lugar de vanguardia para hacer la revolución y para construir el socialismo. Las masas deberán ser educadas para obedecer por las buenas, pero no queda excluido que obedezcan por las malas. Luego de muchos años de educación, el partido eventualmente se disolverá en las masas, que pasarán a autogobernarse sin ninguna tutela (y ahí llegará el prometido comunismo).

Lo anterior es lo que "debería pasar" (y ya es bastante paternalista). ¿Qué fue lo que efectivamente pasó? Que todos los partidos que tomaron el poder asesinaron o vaciaron de contenido a las expresiones autónomas de la clase. Fueran sindicatos, comités de fábrica, o soviets. Los coparon y si no pudieron coparlos los prohibieron y si no se dejaron prohibir los masacraron.

Alguna gente argumenta que esos hechos fueron "desviaciones autoritarias". Toman al "deber ser" declarado como si fuera un hecho, y a partir de la comparación de ese deber ser con lo que fue, juzgan si hubo o no "desviación". Pero eso no es materialismo. Materialismo es derivar el por qué del análisis del cómo. La dictadura bolchevique sobre las masas rusas no fue un error ni un desafortunado resultado de desafortunadas circunstancias (la guerra civil, las invasiones imperialistas, el atraso del campesinado...). Fue un resultado necesario de la aplicación de las ideas-fuerzas bolcheviques, y del éxito en su aplicación (no de su fracaso).

Es un axioma del materialismo que las consecuencias prácticas de la acción son más importantes que las ideas que acompañan a la acción. Marx tiene una frase genial en una de sus cartas: "no doy un comino por las buenas intenciones que hacen el trabajo de las malas intenciones". Por eso poco importa si el partido revolucionario que tomó el poder tenía ideas emancipadoras. Lo que importa es lo que hizo, y hay que buscar la relación entre lo que hizo y lo que dijo. Estudiando el discurso bolchevique se podía prever un resultado totalitario, y esto no solo lo dijo gente con el diario del lunes (y por lo tanto mejor informada), lo dijo gente contemporánea a los bolcheviques luego de leer el ¿Qué hacer?, como Rosa Luxemburgo.


La teoría del periodo de transición pos-revolucionario

Otro argumento falaz del marxismo-leninismo (y del marxismo a secas, sobre todo en Engels), es que necesitamos al Estado para encarar una transición exitosa hacia el socialismo. Ya que la resistencia de la clase dominante recientemente desalojada requerirá un poder represivo.

Esta es una visión del Estado como si fuera una cosa a agarrar o un lugar a ocupar. Y el Estado es una relación social. Significa muchos abajo y pocos arriba. Totalmente razonable cuando se hace una revolución para cambiar a una sociedad de clases por otra. ¿Pero no se suponía que esta revolución era para abolir las clases? ¿Para destruir el poder de minorías sobre mayorías? ¿No era acaso la "dictadura del proletariado"?

Luego de la Comuna de París, Marx se dio cuenta que el Estado no era algo que podía emplearse para el socialismo. Era una maquinaria que había que destruir. No "extinguir", destruir. Preservar cualquier cuerpo autónomo de la voluntad de la comunidad significa preservar la posibilidad de que una minoría domine al resto. Si se va a preservar algunas de las instituciones del Estado (por ejemplo, el departamento de espacios verdes de un municipio), entonces hay que reconfigurarla para que esté sometida a la voluntad democrática de esa comunidad. Si es una institución incompatible con una democracia (como la policía actual), entonces hay que eliminarla.

Que se entienda bien. No estoy en contra de cualquier organización, de cualquier centralización, de cualquier jerarquía, de cualquier autoridad. No descarto que en una revolución haya que reprimir a la contrarrevolución. Simplemente sé que tomando el Estado o haciendo un nuevo Estado no es, y estoy abierto a explorar otras alternativas de organización social.

Por ello no veo ninguna desventaja en "rechazar al Estado". Para mí es simplemente la sensatez de no hacer siempre lo mismo esperando otro resultado. Si ya tengo pruebas más que suficientes de cuál va a ser el resultado y es un resultado opuesto al que yo deseo, entonces mejor examino un nuevo camino. El municipalismo libertario y el confederalismo democrático son propuestas alternativas (ni estatistas ni anarquistas) que estoy estudiando.

Esas propuestas se basan en la democracia. O, como se le dice mentirosamente hoy, democracia directa. Digo mentirosamente porque "democracia representativa" es un oxímoron (o gobierna el pueblo o gobiernan los representantes).


La teoría del imperialismo o cómo reintroducir el nacionalismo en el socialismo

Desde la teoría del imperialismo, que se presenta como una prolongación de la teoría marxista original y en realidad es una ruptura, se pone en segundo plano el análisis de clase para dividir al mundo en países oprimidos y países opresores. Se le abre la puerta al nacionalismo según si es o no "anti-imperialista". Incluso usando palabrería "dialéctica" según la cual socialismo y nacionalismo no son tan opuestos como parecía y podrían ir juntos. Y de ahí tenemos aberraciones como la Izquierda Nacional.

Así también, con la excusa de que Argentina era una "semi-colonia", se apoyó la guerra de Malvinas acá. Porque como reza una fórmula "anti-imperialista", si hay una guerra entre un Brasil fascista y una Inglaterra democrática apoyamos al Brasil fascista.

La teoría del imperialismo también tira por la borda la teoría del valor, ya que supuestamente el monopolio tiene el poder de fijar precios a voluntad, entonces lo que se explicaba por una determinación objetiva social se explica por la voluntad subjetiva de una élite (abriéndole la puerta a la visión conspirativa de la historia).

¿Qué pasó en la práctica con la hegemonía de la teoría del imperialismo en el análisis político? El internacionalismo proletario característico de la Primera Internacional, basado en la fraternidad mundial de los explotados sean de donde sean, fue reemplazado por una geopolítica "anti-imperialista" cuyas manifestaciones más burdas las podemos ver en una izquierda que apoya cuánto régimen brutal y reaccionario haya en el planeta si se opone a EEUU o a la OTAN. En estos mismos días vemos izquierdistas festejando el cambio de manos entre EEUU y los talibanes en Afganistán como una victoria de los pueblos contra el imperialismo. Esta costumbre de ver cómo repercuten los cambios en las relaciones de poder internacionales en este juego geopolítico, lleva a un abandono del ejercicio de la fraternidad e incluso de la mínima empatía. Estos izquierdistas no se ponen en los zapatos de los afganos y afganas que van a sufrir las consecuencias del retorno al poder de los talibanes. Les basta con contentarse ver a EEUU retirándose.


El discurso de que el marxismo es "científico"

El marxismo-leninismo está construido para el dogma y no para lo que declara ser: pensamiento científico.

Convirtiendo a la dialéctica en una solución mágica para banalizar cualquier contradicción, y con la que además se suena inteligente, se le abrió la puerta a toda suerte de chantas y a lo que Orwell después caricaturizó (pero sin exagerar demasiado) como doblepensar. La capacidad de sostener al mismo tiempo dos ideas autoexcluyentes. Centralismo democrático. Estado obrero. Dictadura democrática. Recontra lenguaje de secta, encima.

El marxismo-leninismo declara ser materialista pero es un materialismo inconsecuente. Primero, porque filosóficamente es un materialismo más cercano al burgués que al de Marx (hay un librito muy bueno llamado "Lenin filósofo" que explica esto en detalle). Segundo, porque está lleno de idealismo. El método de comparar lo que fue con lo que debió ser se usa para nunca jamás examinar la teoría para corregirla. A eso se lo condena, en lenguaje leninista, como "revisionismo". Se considera a la teoría como una idea acabada que se tiene que ejecutar. Por lo tanto, si alguien ejecuta la teoría y hay un resultado inconveniente, se culpa al ejecutor. Nunca a la teoría. Esto es la actitud más anticientífica que se pueda tener. Ni siquiera a los jesuitas se les habría ocurrido.

Parte de estas acusaciones le caben también al marxismo de Marx. Incluso a pesar de que él no lo quería, su pensamiento se construyó en otro "sistema" interpretado y banalizado por epígonos, como le pasó a Hegel.

Estamos en el siglo XXI y ha tenido lugar muchísimo desarrollo no sólo en las ciencias sociales y sino en otras ciencias cuyas conclusiones tienen repercusiones generales en nuestra visión del mundo (teoría del caos, de la complejidad, de los sistemas).

Quien quiera tener una actitud científica tiene que tratar al marxismo igual que Marx trató a la filosofía alemana, la economía política y las teorías socialistas previas: como un material a examinar y sacar de él lo que nos sirve y descartar el resto.

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