Una historia para la generación que vivirá el colapso (parte 1)


Esta serie está pensada casi como un cuento. Lo que digo viene de lecturas y relecturas, mi principal fuente para articular el relato es el libro En la espiral de la energía. Pero no voy a ser igual de riguroso como si fuera un artículo, porque quiero mantener un tono de un cuento. Empiezo.

La revolución del fuego

Hace unos 200.000 años el planeta estaba pasando por la era geológica llamada Pleistoceno. Grandes partes del planeta estaban cubiertas de hielo todo el año. No es que no hubieran veranos, sino que eran muy fríos como para derretir los hielos.

En esa época nuestros ancestros Homo Sapiens ya eran muy distintos de los monos. Sabíamos hacer herramientas y habíamos descubierto cómo usar el fuego. Lo usábamos para darnos calor, para tener luz de noche y en lugares oscuros (como una cueva), para poder cocinar la carne y así digerirla bien, incluso para afilar las puntas de nuestras flechas y lanzas y hacerlas más fuertes, lo cual nos permitió cazar animales mucho más grandes que nosotros. De eso vivíamos, de cazar a otros animales y de recolectar las raíces y los frutos que ellos no comían. Igual nos teníamos que cuidar de que ningún lobo, oso o león nos comiera (por suerte preferían a los grandes herbívoros). Se recolectaba y se cazaba lo suficiente para que el grupo tuviera sus necesidades cubiertas. Cuando esos recursos disminuían, nos mudábamos a otra área. No podíamos tener ni muchos niños ni muchos ancianos ni muchos enfermos, porque no los podíamos cuidar a todos.

Vivíamos en grupos pequeños de entre 25 y 50 personas. Eran sociedades muy igualitarias. En algunas de ellas podía haber un jefe o una jefa, pero también tenía que trabajar igual que el resto, cazando o recolectando. Una enfermedad o una herida que hoy se trata fácilmente en ese entonces podía significar la muerte o una lesión de por vida, pero por otro lado no había la contaminación que hay hoy. No había gobiernos ni policías ni jueces para evitar que cometiéramos injusticias o castigarnos si las hacíamos, pero como éramos pocos y nos necesitábamos mucho generalmente nos tratábamos bien. Además nuestra identidad no era individual como ahora, donde tenemos una muy clara distinción entre yo (y lo mío) y los demás (y lo suyo) y por lo tanto hay más egoísmo. Éramos el hijx de, el hermanx de, la pareja de, el papá o la mamá de. Todo el tiempo teníamos que estar juntos, para conseguir el alimento o por seguridad. Ese grupo era la gente con la que íbamos a pasar toda la vida. La tierra y lo producido era de todos, casi no había comercio, se practicaba el regalo y la reciprocidad.

Así vivimos muchísimos miles de años, el 90% de nuestra existencia. Los primeros de nosotros fueron de África, y en todos estos miles de años fueron viajando y llegando a todos los continentes. Continentes que hoy están separados por océanos en ese entonces estaban unidos por hielos. Estábamos distribuidos por todo el planeta, aprendimos a sobrevivir de muy variadas maneras, según el ecosistema en que estuviéramos. Durante estos 200.000 años sobrevivimos 2 edades de hielo (glaciaciones).

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