Patricia Bullrich es una catalizadora del fascismo, pero el fascismo existe independientemente de ella

 


La mirada progre

El escándalo progre por Patricia Bullrich ya es un clásico. Hacen la publicidad de su itinerario y sus libros como si fueran sus agentes de prensa, la dibujan con uniforme nazi, la condenan moralmente por sus declaraciones "violentas". De vez en cuando hacen un chistecito también por su peinado y su vocación por su supuesto alcoholismo.

El progresismo, como acostumbra, es muy superficial y selectivo con su indignación. Se escandaliza por ver a Bullrich vestida de militar; naturaliza a los militares alrededor de ella. Se escandaliza por el saludo de algunos policías a la ex ministra de seguridad; naturaliza la existencia de la policía.

Cuando Bullrich viajó a Bariloche este año, los medios progres hicieron un detallado informe de con quiénes se reunió y dónde. Sin embargo, no sacaron conclusiones de ello. En vez de ayudar a profundizar la comprensión de la realidad, se quedaron en relatar el reality. Los cómplices del kirchnerismo enfatizarán que es la presidenta del PRO, que los 4 años de Macri, que Santiago y Rafael (no diciendo nada de Luis Espinoza ni las decenas de asesinados durante gobiernos peronistas).

En conclusión: Patricia Bullrich es el Mal, hay que seguirla donde vaya y escracharla, fuera Bullrich, que nunca vuelva a gobernar, repudio por todas partes.

Una mirada más profunda: situación económica

El capitalismo argentino, alcanzado por el crash mundial del 2008 y el estancamiento de una economía que no termina de recuperarse, sigue para atrás. Como ya es una tendencia de largo plazo, los capitales que operan aquí prefieren invertir sus ganancias en otros lados ("fuga de capitales"). Por lo tanto, como sus inversiones no son productivas y acá, la productividad del capitalismo argentino (expresada en el PBI) tiende a la baja, lo cual a su vez lo hace menos atractivo todavía para los inversores. Esa falta de (re)inversión redunda en mayor desempleo y precarización, más allá de lo que prometan los políticos en campaña y cómo dibujen las cosas los políticos en el gobierno. La heladera y la alacena (para quienes las tenemos), nos dicen la realidad.

(Para quien desee examinar esta realidad económica más profundamente, les recomiendo el blog de Rolando Astarita. Su último informe sobre la economía argentina está aquí, y se enmarca en una visión de más largo plazo resumida en esta serie de tres partes: primera, segunda y tercera.)

Esto le crea un doble problema al Estado nacional: por un lado debe subsidiar a ramas enteras de capitales locales improductivos que emplean a una parte importante de la población activa. Por otro lado, debe subsidiar a millones de familias excluidas del decreciente mercado laboral, que abundan en las grandes ciudades y, si formaran un movimiento como el piquetero de los 90 y principios de los 2000s, crearían un escenario de alta inestabilidad. ¿De dónde obtiene esos fondos? De los capitales productivos aunque sean pequeños (entre ingresos brutos, AFIP y tasas municipales, se les quita las ganas de invertir), de los trabajadores productores de valor agregado (a quienes se les cobra ganancias, como si fueran empresarios), de los trabajadores del Estado (el gremio más castigado es el docente), y del consumo en general (el IVA).

Una mirada más profunda: situación política

Cuánto menos el Estado pueda subsidiar, más tendrá que reprimir. Prepararse para esto requiere un fortalecimiento del aparato represivo (que sucede durante TODOS los gobiernos, peronistas y no peronistas). También requiere fortalecer un consenso represivo en la población que todavía está incluida en el mercado laboral, pues con la burguesía sola no alcanza.

Como esto, para mantener las apariencias de que "vivimos en democracia", tiene que llevarse a cabo como una discusión política entre distintos partidos, el PRO y el PJ se dividen el trabajo. El PJ gobernante ajuste y reprime, y el PRO lo acusa de ser demasiado blando con esa represión.

La burguesía siempre está dispuesta a bancar a los políticos que les den mejores condiciones para sus negocios. Desde 1989 viene siendo el peronismo quien mejor cumple ese rol. Pero la burguesía no quiere poner todos sus huevos en la misma canasta, y el hecho de que haya un competidor fuerte por derecha (el PRO), le obliga al peronismo a mejorar su oferta.

Patricia Bullrich, presidente del principal partido de oposición al peronismo, se perfila como posible candidata presidencial. En Bariloche, su agenda se enfocó a visitar a tres sectores:

  1. a vecinos propietarios de tierras que demandan una represión más fuerte del Estado contra lo que queda del pueblo mapuche
  2. a importantes representantes de la burguesía local y nacional
  3. a representantes locales de su partido

Fortalecimiento del consenso represivo: el PRO se presenta como el partido que más mano dura promete contra cualquier toma de tierras, consiguiendo el apoyo de pequeños propietarios fascistizados por la amenaza originaria y pobre en general.

Oferta política a la burguesía: más de 40 representantes de grandes empresas se reunieron a hacer catarsis en lo que se llama el Foro Llao Llao. Acá una breve reseña en uno de los diarios de la burguesía.

Por último, bajar línea y fortalecer a referentes locales del partido.

Conclusiones

El fascismo ya estaba en la patagonia, antes de la visita de Bullrich.

El fascismo está en los pequeños propietarios y asalariados aterrados por la muchedumbre creciente de excluidos que amenaza (real o imaginariamente) con quitarles lo poco que tienen.

El fascismo está en la burguesía que se reúne a hacer catarsis de que "así ya no podemos estar más".

El fascismo está en un aparato represivo creciente, con lazos propios con el narcotráfico, con una autonomía relativa respecto a los gobernantes.

Es el fascismo ya presente en la sociedad argentina lo que habilita al "populismo facho" de Bullrich y también de Berni. Y no, como cree el crítico pequeñoburgués, las declaraciones "violentas" las que incitan al fascismo. El fascismo es un proceso histórico alimentado por dinámicas sociales de importancia estructural y no una conducta que se provoca con ciertos discursos.

Comentarios

  1. En muchas animaciones e historietas dirigidas al público infantil, es ya clásico el rol del "ayudante bobo", un personaje que secunda al villano principal, es torpe y fácil de engañar. Algunos ejemplos: Larguirucho, ayudante de Neurus, para quienes peinan canas; Pinky, ayudante de Cerebro, para lxs de treintipico; o Esclavo, el ayudante de Monstruón en los Halcones Galácticos ("¡chi chi chi amo!") para lxs cuarentonxs.
    A veces parece que el progresismo fuera el ayudante bobo de eso que él mismo llama "LA derecha" o "el fascismo". Y peor, tan bobo que ni se da cuenta de con quién colabora.

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    1. Me parece una excelente analogía. El progresismo tiene una diferencia con esos ayudantes bobos que en realidad es una desventaja adicional: es intelectual y, como todos los intelectuales mediocres, se cree inmune al engaño y a la manipulación.

      Ahí tenés a toda esa progresada aleccionando sobre qué es lo "estratégico" y qué no, sermoneando sobre la complejidad y "los matices".

      Por lo menos el tonto está en una posición de poder aprender y en algún momento darse cuenta que la sociedad con el villano no le conviene. El progre cree que ya sabe lo suficiente, y cree que es él quien va a usar al villano y no al revés. Es mucho más imbécil.

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