La asamblea tiene sus dificultades pero ya sabemos que el partido reproduce al sistema

Sin romantizar al horizontalismo, las organizaciones horizontales y democráticas dan la mejor chance para que un proyecto de transformación consciente de la realidad se lleve a cabo.

Para que una organización horizontal haga cosas imbéciles tiene que tener mayoría de gente imbécil. Gente imbécil = que no aprenda de sus errores y no los corrija. Un marco asambleario de una persona un voto puede ser acusado de extenuante por los fans de "golpear con un solo puño" (parece que nunca estuvieron en una pelea), pero es el que más posibilidades da para los balances sensatos y la autocorrección.
Para que una organización vertical haga cosas imbéciles, basta que una minoría de imbéciles llegue a ser la dirección. Y los demás obedecerán, actuando como imbéciles aunque no lo sean. La minoría dirigente se convertirá en experta en perpetuar su poder, cumpliendo o "casi-cumpliendo" con las normas que supuestamente garantizan la renovación partidaria (discusión interna, tendencias, congresos). No hay escapatoria de la imbecilidad que se apodera de una organización vertical, salvo la ruptura.

Es cierto que hay gente con entrenamiento para rosquear en asambleas y lograr torcerlas a su voluntad o, si no logra eso, romperlas, volverlas insoportables.
Pero también es cierto que si hay un núcleo fuerte de asambleístas independientes y la práctica asamblearia tiene continuidad, los rosqueros son eventualmente expuestos y se les expulsa. O antes de eso se van solos porque se cansan de ser neutralizados. Lo viví.
Una asamblea puede ser dominada por rosqueros temporalmente, un partido puede serlo por décadas. Porque en el marco del partido todos esos métodos son legítimos.
Combatir a los rosqueros en asambleas es muy difícil, sobre todo cuando el grueso de integrantes no tiene experiencia asamblearia.
Ahora, combatir a los rosqueros dentro de un partido es imposible. Es una organización que premia a los rosqueros, con cargos medios y eventualmente con cargos superiores.
La práctica asamblearia al menos ofrece posibilidades para el desarrollo de capacidades autónomas y entrenarse para vivir en democracia. En la práctica partidaria si la autonomía sobrevive es a pesar de y no gracias a, y la militancia partidaria no enseña a vivir en democracia sino a obedecer o a ascender pisando cabezas, similar al mundo laboral e institucional capitalista.

No hay escenario perfecto, pero hay uno que es mucho peor que el otro.

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