El marxismo y su ceguera racionalista ante el deseo

 El racionalismo que el marxismo le imprimió al pensamiento revolucionario, con la excusa de proveernos un "socialismo científico", lo que logró fue empujar el deseo afuera de la teoría y el debate revolucionarios.

No podemos tomar decisiones sobre cómo transformar la sociedad (o sea, nuestras vidas) solamente desde una evaluación de eficacia técnica. El deseo influye. Lo que deseamos para nosotros mismos y para los demás, influye más que la teoría.
Si deseo que todos seamos libres es porque odio a los opresores y me da asco ver a humanos aceptando mansamente ese estado de cosas. Sin esas emociones, que se renuevan todos los días, no tendría la motivación suficiente para rechazar el conformismo y la resignación con los que este sistema me tienta. Todas mis convicciones intelectuales y morales serían insostenibles sin ese combustible emocional.
¿Cuánto revolucionario hay que en realidad lo que quiere es ser ÉL quien tenga el poder de vida y muerte sobre los demás? Por eso su defensa cerrada del Estado y de dictaduras revolucionarias. ¿Cuánto revolucionario odia secretamente a la burguesía porque tiene algo que él envidia pero tapa ese odio secreto con la teoría de la lucha de clases? De ahí salen los conversos, una vez prueban la miel de la buena plata.
La mayoría de las peleas y de las divisiones en el campo anticapitalista rara vez se deben a malentendidos y defectos personales. Para mí se deben a algo básico: no queremos lo mismo. Y si hubiera más sinceridad sobre lo que se desea, sin taparlo con "teoría", perderíamos menos tiempo y habría menos hipocresía.

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