Ante el colapso civilizatorio: ¿qué hacemos con el comunismo?

 “De esto puede concluirse que el capitalismo nos podrá arrimar siempre al comunismo, pero nunca nos dejará allí. Al final, habrá que caminar la media cuadra que falta. También podríamos concluir que el capitalismo ya pasó la esquina donde nos teníamos que bajar y que ahora nos aleja. ¡Qué remedio! Habrá que caminar un poco más.”

Comunismo Ahora, M.D.

En este texto propongo que ya nos pasamos de donde nos teníamos que bajar para llegar al comunismo mediante una revolución obrera. La próxima parada del capitalismo será el colapso civilizatorio (bibliografía al final), coyuntura que no podremos evitar y para la cual lxs comunistas tenemos que prepararnos.

Pero para prepararnos deberemos cambiar. En los últimos 170 años hemos venido identificando al comunismo con la perspectiva de una revolución social a través de la lucha de clases, siendo el sujeto de esa revolución la clase obrera.

Lo que propongo es que (re)aprendamos a distinguir comunismo de revolución obrera y pensemos otra manera de llegar al comunismo.

Una revolución obrera necesita de una clase obrera

El esquema del comunismo vía revolución obrera propone que, mediante un partido revolucionario, un anarco-sindicato o los consejos obreros, esta clase tomará en sus manos colectivamente los medios de producción social (confiscando de esa manera a la clase capitalista y aboliendo la explotación económica) y destruirá al Estado burgués en un proceso insurreccional y/o de guerra civil (aboliendo la dominación política-legal de la burguesía), sea para reemplazarlo con un nuevo Estado obrero o con un sistema de autogestión generalizada.

Teníamos razones de peso para creer que esto era posible y que llevaría al comunismo. Las tuvo toda la generación de comunistas revolucionarixs de la Primera Internacional, que vio surgir al proletariado como nuevo sujeto social antagónico con la sociedad burguesa, vio desarrollarse al movimiento obrero en su etapa pre-reformista, y murieron antes de su integración en la sociedad burguesa vía sindicalismo y parlamentarismo. Las tuvieron lxs comunistas y anarquistas del siglo XX durante las explosiones revolucionarias posteriores a la primera guerra mundial. Pero la historia desde entonces parece habernos demostrado que esa conexión entre el comunismo y la emancipación obrera vía lucha de clases era más contingente que necesaria y (como el mismo capitalismo) histórica, transitoria.

El capitalismo sigue existiendo, la acumulación de capital sigue basándose en la extracción de plusvalía, la población proletaria explotada por el capital sigue existiendo y en mayores números que antes incluso. Pero ¿sigue existiendo el sujeto de la revolución proletaria?

Una clase tal como la define Marx en su 18 Brumario es una población que cumple tres condiciones: compartir condiciones de vida similares, percibirse a sí misma como una clase separada y opuesta a las demás, y organizarse para defender sus intereses. ¿Alguien puede demostrar hoy, empíricamente, que existe una clase obrera en esas condiciones y que esa clase está impulsada necesariamente hacia su emancipación y al comunismo?

Escribí lo siguiente, entre otras cosas, por las dudas de que todo esquema revolucionario (desde los más autoritarios a los más libertarios) basado en ese sujeto haya quedado obsoleto. Y como no quiero renunciar al comunismo, voy a hacer el esfuerzo de pensar el comunismo con otro sujeto y por otra vía.

El contexto histórico del siglo XXI: la catástrofe climática y la tendencia al colapso civilizatorio global

La necesidad de sustituir al sistema capitalista por uno ambientalmente sostenible y destruir el poder político de la burguesía (y del Partido Comunista chino, y de cualquier otra clase dominante similar) no sólo no desapareció sino que se volvió más urgente que nunca, y ello, lamento decirlo, por las consecuencias ecológicas del mismo capitalismo. (A quien no tenga mucha idea de cambio climático le recomiendo leer el primer anexo antes de continuar.)

Las últimas décadas nos enseñan que este sistema es incapaz de ser reformado incluso para preservar sus propias condiciones de existencia. Las élites dirigentes ni siquiera tienen la voluntad de cumplir los insuficientes compromisos de mitigación del cambio climático propuestos en los Acuerdos de París (2015). Estamos a 2020 y para 2030 necesitamos hacer lo que señala la ciencia climática desde hace décadas: reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la mitad o más aun, para evitar escenarios climáticos donde muy posiblemente miles de millones de personas quedarán sin agua potable, energía y alimento. ¿Vamos camino a realizar las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático a tiempo, o seguimos “business as usual” con alguna que otra reforma superficial? Lo segundo.

Varios autores vienen estudiando las tendencias que llevan a la actual civilización global al colapso. Una de ellas es el cambio climático, que también está entre las causas del colapso de civilizaciones anteriores.

En nuestro caso, otra causa puede ser el agotamiento de los combustibles fósiles. A menos que realicemos una transición a toda prisa hacia las energías renovables y hayamos eliminado nuestra dependencia de los combustibles fósiles (convirtiéndolos, en todo caso, en una energía alternativa), no evitaremos el colapso de los sistemas de energía y de transporte que dependen de ellos. La búsqueda constante de nuevos yacimientos (incluso especulando con perforaciones en el Polo Norte) y la invención de técnicas extractivas como el fracking indica que la “adicción al petróleo” sigue fuerte en la clase dirigente. No sólo el sector de hidrocarburos no deja de crecer, sino que las energías renovables avanzan demasiado lentamente.

El colapso de esta civilización solo sería evitable si en los años siguientes se toman todas juntas las medidas que tendrían que haberse tomado en las décadas anteriores. Para llegar al 2100 con menos de 2 grados de aumento de la temperatura media global, en esta misma década tendrían que darse el abandono de los combustibles fósiles y una importante transición agropecuaria, energética, tecnológica para “descarbonizar” nuestras sociedades. Lo más probable es que esto no ocurra.

La realidad brutal con la que nos encontraremos en el futuro próximo, muy posiblemente antes del 2050, será una civilización capitalista que constituya un obstáculo para la reproducción social de la especie humana.

Un vistazo al futuro: el colapso de la civilización capitalista como posible escenario revolucionario

¿En qué situaciones el capitalismo puede estimular a la creación de un movimiento radicalmente opositor a sí mismo? Cuando amenaza la reproducción social de comunidades enteras. Hay dos maneras en que el capitalismo hace esto: mediante la guerra y mediante la depredación de ecosistemas.

La primera guerra mundial fue la oportunidad para la revolución comunista en Europa, pero esa oportunidad se perdió. La catástrofe climática, que será global, con el consiguiente colapso civilizatorio, puede ser la próxima oportunidad para una revolución comunista mundial.

La imposibilidad material de sobrevivir en varios lugares del planeta (por elevación del nivel del mar, desertificación, temperaturas extremas) y la imposibilidad material de producir y distribuir alimento, agua potable, energía, medicamentos, etc. para miles de millones de personas, resultará en la imposibilidad material de sostener la existencia de los Estados-naciones actuales, ya que no existirán las economías que los mantienen. La incapacidad del capitalismo para proveer y su incapacidad para mantener su dominación será la nueva “ventana revolucionaria” a aprovechar[i].

Si fracasamos, veremos al capitalismo levantarse una vez más, quizás con un rostro eco-fascista, promoviendo un decrecimiento mediante genocidios de poblaciones a las que considere sobrantes: Una “reproducción ampliada” de lo que sucedió luego de la derrota de las revoluciones en Europa post-1GM. Si tenemos éxito, podremos iniciar una transición hacia una civilización menos compleja y más sostenible, basada en comunidades que tiendan a ser autosuficientes. Es allí donde el comunismo podrá realizarse no solo como alternativa libertaria sino como la mejor alternativa para la supervivencia, liberando a las comunidades de mantener lastres como el Estado y las clases sociales.

De vuelta al presente: la centralidad estratégica de las luchas socio-ambientales

Los ecosistemas, antes que la economía, son la base material para nuestra reproducción social. La comprensión progresiva de este hecho, con dolorosos ejemplos de su ignorancia, ha movido a poblaciones a la resistencia ante emprendimientos capitalistas altamente dañinos para los ecosistemas locales y regionales.

Allí donde ganó el discurso economicista y productivista, que prometía progreso y puestos de trabajo, las comunidades lo pagaron muy caro con su salud y con una economía regional destrozada por los pasivos ambientales.

Las comunidades que reaccionaron a tiempo crearon movimientos de oposición que tuvieron que enfrentar simultáneamente a gobiernos, corporaciones capitalistas, medios de comunicación, sindicatos, y a una parte considerable de la población que sería afectada por esos emprendimientos, ignorante de la situación o cooptada por el discurso oficial. Esos movimientos fueron en sí mismos comunidades autoorganizadas defendiendo sus condiciones de reproducción social.

Ejemplos cercanos de comunidades puntuales organizándose para defenderse fueron Malvinas Argentinas en Córdoba contra la instalación de una planta de Monsanto y el pueblo chubutense de Esquel contra la instalación de la megaminería. Un movimiento más general, abarcando varias comunidades al mismo tiempo, fue la reciente lucha por el agua en Mendoza, contra la instalación de la megaminería en la provincia.

En esta y otras ocasiones, parte de la población se encontró a sí misma como comunidad, con el fin colectivo de luchar por preservar a su localidad de las consecuencias destructivas de esos emprendimientos.

El puente entre presente y futuro: el agravamiento de la crisis civilizatoria

Para que las luchas socio-ambientales adquieran dimensiones planetarias y antagónicas con el capitalismo, lo que actualmente pasa a nivel local y regional tiene que pasar a nivel mundial. El capitalismo tiene que convertirse en una amenaza inmediata para la reproducción social del conjunto de la especie humana, y ser percibido como tal.

Lamentablemente, para que tomemos en serio esa amenaza necesitaremos ejemplos dolorosos, recientes, y cercanos, de destrucción de comunidades enteras por el capital. Esos ejemplos serán necesarios no solo para empezar a luchar, sino para soportar la tremenda represión a nuestra lucha. El precio de no luchar debe ser mayor que el precio de luchar.

Reorganizar la sociedad sobre bases comunistas significa un cambio de 180 grados en nuestra vida cotidiana de ganapanes-contribuyentes-consumidores-votantes-militantes. La mayoría de individuos de una comunidad, o al menos una masa crítica de ellos, deben convertirse en co-creadores conscientes de su comunidad. Esto solo puede motivarlo el hecho de que nos sea imposible y/o altamente indeseable reproducirnos socialmente desde las bases actuales.

Vamos a vivir en una sociedad comunista cuando una masa crítica quiera hacerlo o cuando a la gran mayoría no le quede otra. El colapso civilizatorio será ese escenario. Las luchas socio-ambientales serán nuestra escuela para llegar a ese escenario preparadxs.

¿Cómo pueden intervenir lxs comunistas en las luchas socio-ambientales?

Estas luchas no suelen entusiasmar a sectores revolucionarios por su composición policlasista, por sus eslóganes con mucho verde y poco rojo, y por sus objetivos limitados a impedir tal desarrollo capitalista sin poner en cuestión al sistema capitalista en sí. Incluso hay sectores marxistas que consideran que estas luchas son reaccionarias[ii]. Sin embargo, en ellas se abren oportunidades para la intervención revolucionaria de comunistas conscientes.

Lo que lxs comunistas pueden aportar a estas luchas, adecuando las recomendaciones del Manifiesto en Proletarios y Comunistas, es contribuir a consolidar, extender y radicalizar al movimiento que ya existe. Por ejemplo:

  1. Enfatizar el carácter ecológicamente insostenible del sistema capitalista, dada su dinámica autoexpansiva que no tiene en cuenta los límites biofísicos del planeta y que toma los impactos ambientales de su actividad como costos externalizados (igual que hace con los impactos sociales).
  2. Mantener el principio de independencia de los partidos políticos (incluso los de izquierda), dados sus vínculos con el capital y su hostilidad innata a la democracia en la práctica.
  3. Profundizar la democracia de las organizaciones que hayan surgido; resaltar la diferencia entre esta democracia real y la “democracia” del sistema; imaginar la lógica democrática para otros aspectos de nuestras vidas colonizados por el Capital y el Estado.
  4. Promover la solidaridad con otras luchas que también se relacionen con preservar condiciones de reproducción social e incluso por transformar la reproducción social (des-patriarcalizarla, por ejemplo).
  5. Proponer y discutir objetivos positivos más ambiciosos que impedir la actual o la próxima amenaza. Esos objetivos pueden incluso ser los de mitigación y adaptación al cambio climático, los cuales sin duda afectan intereses capitalistas (e intereses obreros corporativos).

No quisiera que esto se interprete de manera voluntarista o como llamado a formar nuevos partidos políticos con esta orientación o como un borrón y cuenta nueva (como si todo lo hecho anteriormente no sirviera). Es una propuesta de reorientar la praxis comunista que se basa en dos premisas: la desaparición de la vía proletaria-revolucionaria al comunismo y el escenario histórico de crisis sistémica global que irá profundizándose y haciendo cada vez más difícil la reproducción social de las comunidades. Todavía habrá que pensar lo que se hace, con los pies en la tierra.

¿Qué otras cosas se pueden hacer mientras tanto?

Parte de los puntos siguientes sólo pueden desarrollarse en la forma de política pública, para lo cual habrá que presionar a los gobiernos (especialmente los locales) para que destinen recursos para ello. Otros puntos pueden surgir por fuera de la política institucional, como iniciativa individual o grupal.

  • Cualquier esfuerzo que podamos realizar para mitigar el cambio climático puede salvar millones de vidas en el futuro. Un plan local ante el cambio climático.
  • Exigir y promover preparación de las ciudades ante amenazas climáticas, de desabastecimiento, de cortes de energía, de escasez de alimentos. Un plan de riesgos.
  • La educación ambiental es esencial para (re)aprender a vivir en este planeta. Cualquier actividad que desarrollar en este planeta tiene que tener en cuenta los límites biofísicos del mismo y las posibilidades que ofrece el ecosistema en que se encuentra nuestra comunidad.
  • El desarrollo (o la recuperación) y la promoción de métodos para elaborar productos y servicios esenciales que no dependan de combustibles fósiles y/o de insumos importados desde grandes distancias.
  • Cuando la sociedad esté sensible con un problema debemos pensar y aportar soluciones desde la perspectiva del bien común, o del mayor bien común posible.
  • La discusión positiva sobre el comunismo, tanto en el futuro como aquí y ahora, debe continuar. Aunque siga en los márgenes.
  • El comunismo también tiene que experimentarse. Debemos explorar diversas formas de construir comunidad aquí y ahora, en grupo. Volver a explorar iniciativas de apoyo mutuo, cooperativismo. Esto es necesario para que nuestro discurso gane coherencia al hablar desde el ejemplo y para ganar experiencia en resolver las dificultades “menores” de la convivencia y la cooperación. Son nuestras prácticas las que nos hacen comunistas, no nuestras creencias.

Resumen

La lógica general de lo propuesto es la siguiente:

  1. Entiendo que la ventana de oportunidad para llegar al comunismo vía proletaria-revolucionaria se cerró en el siglo XX.
  2. Veo al siglo XXI atravesado por la catástrofe climática en ciernes, producto de la civilización capitalista global, la cual tiende al colapso.
  3. Entiendo que las luchas socio-ambientales son actualmente las más enfrentadas a la lógica del capital, y que lxs comunistas tienen que intervenir en ellas para su desarrollo cada vez más antagónico con la relación social Capital y la relación social Estado y cada vez más en línea con un mundo de comunidades democráticas.
  4. Lxs comunistas también tienen que involucrarse activamente en las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático y en promover todo lo que se pueda relaciones sociales de colaboración, comunitarismo, apoyo mutuo, tanto para ser coherentes con su discurso como para fortalecer la resiliencia de las comunidades.
  5. Con esta escuela, lxs comunistas llegarán preparadxs a las luchas revolucionarias que desatará el colapso del capitalismo y a la reconstrucción comunista de las comunidades.

 

Apéndice I: El cambio climático, mitigación y  adaptación

El dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso son gases de efecto invernadero (GEI). El efecto invernadero es lo que permite que parte de la radiación solar sea capturada por nuestra atmósfera, generando así un clima promedio más cálido en el planeta, apto para la vida vegetal y animal tal como la conocemos.

Desde hace 200 años nuestras sociedades vienen emitiendo demasiada cantidad de GEI, lo que ha causado un calentamiento global (siempre en promedio) y variaciones climáticas adicionales a las naturales. Actualmente la temperatura media global ha aumentado 1,3 grados centígrados en respecto a los tiempos preindustriales.

Los científicos agrupados en el Grupo Intergubernamental de expertos en Cambio Climático (IPCC) alertan sobre la necesidad de mantener el aumento de temperatura inferior a los 2 grados centígrados para el año 2100. Tal fue el consenso alcanzado en los Acuerdos de París (2015). Si los aumentos de temperatura son mayores a 3 grados se proyectan, con creciente nivel de certeza, escenarios climáticos que serían catastróficos para nuestra agricultura y por lo tanto para sostener la vida humana en este planeta.

Las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático han sido propuestas por el mismo IPCC. Implican una profunda transformación de nuestros sistemas urbanos, productivos, energéticos, de transporte. La mitigación es necesaria para disminuir las emisiones de GEI y la adaptación es necesaria para reducir el riesgo de las comunidades ante el cambio climático que ya es inevitable y que toma distintas formas según la región (en una región puede ser sequía, en otra aumento de la precipitación diaria máxima).

Las medidas de mitigación pueden agruparse en:

  • Cambios en la matriz energética. Reemplazar a las centrales termoeléctricas (que producen electricidad quemando petróleo, gas o carbón) por una combinación de centrales y generación distribuida basada en energías de fuentes renovables (hidroeléctrica sin represas, mareomotriz, solar, eólica, biogás). Abandonar el petróleo.
  • Cambios en el sistema agroalimentario, en el uso del suelo, y en la dieta. Revertir la tendencia de “expansión de la frontera agrícola”, que siempre se hace a costa de los bosques nativos. Al reemplazar un bosque por un terreno para la agricultura o la ganadería, el daño es doble pues se deja de capturar dióxido de carbono (CO2) y se emiten nuevos GEI. El ganado bovino es un gran emisor de metano. La agricultura industrial es una gran emisora de óxido nitroso. Si se tienen en cuenta las emisiones indirectas (por cambio en el uso del suelo, fabricación y utilización de maquinaria agrícola, fabricación de fertilizantes, transporte de la producción y de insumos…), que frecuentemente se cuentan en los sectores de industria y transporte, la actividad agropecuaria sería responsable de más del 30% de las emisiones mundiales. Algunos científicos señalan a la agricultura familiar, la agricultura agroecológica, y una dieta más vegetariana como estrategias para reducir el impacto ambiental de la producción de alimentos. También serán necesarios planes ambiciosos de reforestación para capturar más CO2 de la atmósfera.
  • Cambios en las ciudades y en el transporte. Los sistemas de transporte tienen que dejar de basarse en el petróleo (se baraja la posibilidad de regreso del ferrocarril, transportes eléctricos) y deben orientarse a un uso más público que privado. Tanto la construcción como los electrodomésticos tienen que priorizar la eficiencia energética, reduciendo así la demanda de energía para el mismo confort.

 

Apéndice II: Por qué la sola amenaza del cambio climático no es suficiente

Desde hace años que se puede demostrar científicamente que, mediante la alta emisión de gases de efecto invernadero y la depredación de los recursos naturales, la civilización capitalista amenaza la supervivencia de la humanidad. Pero esta amenaza es todavía muy poco perceptible para el conjunto de la especie por varias razones.

Primero: Lo peor todavía no ha venido. Las imágenes de glaciares desapareciendo son impactantes pero hasta que no signifique evacuaciones de países isleños o ciudades costeras importantes, con su consiguiente crisis migratoria, no será más que una noticia cualquiera.

Segundo: La gran mayoría de la gente, por su educación y por su vida cotidiana, es ecológicamente analfabeta. Los habitantes de las ciudades (más de la mitad de la población mundial, más del 90% de la población argentina) consumen agua, energía y bienes de uso sin necesitar tener la más pálida idea de cómo se producen ni de los impactos ambientales y humanos de esa producción. La educación solo puede resolver la ignorancia involuntaria, y a un ritmo muy lento. La ignorancia voluntaria o el proceder como si no se supiera lo que se sabe todavía son posibles.

Tercero: De la minoría de gente que se puso en contacto con la realidad del cambio climático, la mayoría no despierta a la acción consecuente con ese conocimiento. Ante algo tan abrumador pero futuro es posible todavía evadirse con el “después vemos” y/o cultivar una actitud fatalista de “todo tiene un final, hay que aprovechar y vivir la vida mientras podamos, carpe diem“. Después de todo, tampoco es muy deseable seguir el camino de sonar la alarma ya que tiene feas consecuencias personales: la sobreexposición, el encasillamiento, convertirse en blanco de agresiones (por derecha o por izquierda).

Cuarto: El negacionismo climático. Típicamente está vinculado a los sectores capitalistas más recalcitrantes, que tienen un interés concreto en retrasar lo más posible el abandono de combustibles fósiles y de la agricultura intensiva. Pero también puede venir de sectores con ideologías anticapitalistas que no desean ver desafiadas a sus prolijas doctrinas sobre cómo hacer la revolución por una realidad inconveniente. Suelen compartir el productivismo de la burguesía.

Quinto: El tecno-optimismo. La esperanza de que tecnologías que prometen pero no son escalables o que ni siquiera han pasado el estadio de ciencia básica van a llegar a tiempo para salvar el día. Por ejemplo, la idea de que vamos a poder reemplazar el vacío energético que dejará el petróleo con las energías renovables (e incluso con la nuclear). El tecno-optimismo no toma en cuenta que las tecnologías nuevas necesitan de energía barata y en grandes cantidades para desarrollarse. Incluso los molinos de viento y los paneles solares necesitan fabricarse con recursos no renovables, y actualmente dependen del petróleo para la energía que implica su producción y su transporte. Otro sueño tecno-optimista es la geoingeniería. La idea es que mediante algún artilugio tecnológico bloqueemos la radiación solar para enlentecer el efecto invernadero. Con consecuencias imprevisibles y potencialmente desastrosas para la atmósfera y la vida vegetal. La gente que practica el tecno-optimismo termina por no tomar la situación con la seriedad que se merece y, en una especie de huida hacia adelante, también rehúsa su responsabilidad presente.

 

Apéndice III: Problemas de la reconstrucción

Las comunidades que sobrevivan al colapso deberán reconstruirse y ahí estará la lucha: por reconstruirlas de manera comunista.

Si actualmente el comunismo tiene mala fama por los regímenes brutales que se establecieron en el siglo XX, cualquier intento de reconstrucción capitalista tendrá la desventaja de llevar la mancha de un sistema que llevó el mundo al colapso y provocó la muerte de miles de millones de personas. Además, persistir en un modo de vida capitalista en un mundo con recursos naturales mucho más escasos se probará en la práctica, y no solo en la teoría, como antagónico con la supervivencia de la mayoría de las personas.

Los beneficios de vivir bajo ese capitalismo post-colapso sólo serán accesibles para una minoría que, a diferencia de ahora, pasará a ser inmediatamente visible como una minoría opresora, pues solo mediante la violencia logrará acaparar los recursos para su modo de vida insostenible[iii]. En las regiones del mundo donde sobreviva o se reconstruya el capitalismo, la asociación entre explotación y opresión será mucho más patente, y el comunismo sólo será posible luego de derrotar físicamente a esa minoría opresora. Ese capitalismo post-colapso tendrá que crear un nuevo proletariado a su medida, cuyas condiciones de vida serán posiblemente similares al del proletariado del siglo XIX. Quizás allí las teorías revolucionarias clásicas vuelvan a cobrar relevancia.

Aquellas comunidades que por sus particularidades no tengan importancia estratégica para el capitalismo superviviente ni cuenten con otro factor coercitivo tendrán la posibilidad de reorganizarse de una manera democrática. Allí el desafío estará en combatir los resabios del sistema anterior dentro de las asambleas, consejos, o cuerpos deliberativos-ejecutivos que surjan. Eliminado el “sálvese quien pueda”, la discusión estará en el cómo de la reorganización de la comunidad para asegurar su supervivencia (primero y principal) y su desarrollo (el cual habrá que subordinar a los límites biofísicos de los sistemas naturales). Si persiste la mentalidad estatista moderna, querrá reconstruir un sistema político republicano, con sus puestos representativos y con su burocracia permanente. En el caso que persista el leninismo, podrá llevar a la estupidez de querer reconstruir la misma infraestructura industrial capitalista pero “bajo control obrero” (más bien, del Partido). Contra ambos tendremos que defender la democracia como mejor forma organizativa para la comunidad, no solo por sus cualidades libertarias sino porque, contra el sentido común anterior a favor de delegar la gestión de los asuntos sociales en “expertos”, la democracia es el mejor ambiente para discutir a fondo las cuestiones complejas y para aprender de los errores (y corregirlos).

¿Cuál será la iniciativa comunista en el terreno de la producción? Primero hay que trascender esta idea inculcada por el marxismo, de que hay que liberar a las fuerzas productivas de las relaciones sociales capitalistas para así llegar a un “reino de la libertad” basado en la abundancia. Por el contrario, las fuerzas productivas tienen que ser subordinadas a las necesidades de la comunidad. Si esto significa abandonar ciertas formas de producción desarrolladas dentro del capitalismo y sólo compatibles con él, que así sea. Todo progresismo marxista que considere esto como una herejía constituye un lastre.

Sin caer en el extremo primitivista, hay que admitir que el capitalismo ha desarrollado tecnologías alienantes y que requieren un alto grado de centralización, lo cual es funcional a la dominación de una minoría, sea por apropiación de recursos materiales y/o intelectuales. La tecnología y los métodos con los que produzcamos nuestros medios de vida tienen que orientarse a aprovechar las posibilidades que ofrece el ecosistema local, ser simples y favorables a la autogestión, tener bajo impacto ambiental negativo o incluso impacto ambiental positivo, y propender a una economía circular (donde el residuo se convierte en materia prima).

Un objetivo a lograr en el menor plazo posible es que aquellos productos y servicios que sean esenciales para la supervivencia queden sustraídos de cualquier dinámica basada en el valor. ¿Podrá evitarse una fase previa de racionamiento y contabilidad, de “a cada cual según su trabajo”? Ojalá.

El énfasis de la comunidad por mucho tiempo estará puesto primariamente en sobrevivir, y esto forzosamente apelará al sentido de la responsabilidad y de la autorregulación. Caso contrario, la comunidad no sobrevivirá. Las personas de estas comunidades no necesitarán ser “concientizadas” ni vigiladas para que no pongan su interés individual por encima del general, llegará el momento en que esa actitud se haya hecho costumbre. La realización organizada de las tareas de supervivencia colectiva serán ellas mismas el “gobierno” de la comunidad.

 

Bibliografía

Panel Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático. Quinto Informe de Evaluación. [https://archive.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml]

Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Acuerdo de París. [http://unfccc.int/resource/docs/2015/cop21/spa/l09s.pdf]

Carlos Taibo. Colapso. Capitalismo terminal, transición social, ecofascismo. [http://www.fondation-besnard.org/IMG/pdf/taibo_-_colapso_final-1.pdf]

John Gowdy. Nuestro futuro cazador-recolector: cambio climático, agricultura y descivilización. [https://www.15-15-15.org/webzine/2020/02/20/nuestro-futuro-cazador-recolector-cambio-climatico-agricultura-y-descivilizacion/]

BBC. Cambio climático: las acciones que recomiendan 11.000 científicos que declararon la catástrofe para evitar un “sufrimiento incalculable”. [https://www.bbc.com/mundo/noticias-50318770]

M.D. Comunismo Ahora. Especialmente el capítulo 4. [Descargar en PDF en https://lahuida.wordpress.com/comunismo-ahora/]

Karl Marx. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Especialmente el capítulo VII. [https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm]

Karl Marx y Friedrich Engels. Manifiesto del Partido Comunista. Especialmente el capítulo II. [https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm]

 

 

 

Notas:

[i] Por las dudas digo que no creo que esto se dé con la misma intensidad y al mismo tiempo en todas partes del mundo.

[ii] Existen intelectuales marxistas que caracterizaron a la oposición a la megaminería como motivada por prejuicios y por una ignorancia sobre los sistemas productivos, ya que si no cómo podrían oponerse a un método de extracción de minerales mucho más eficiente (y segura para sus trabajadores) que la vieja minería de socavón. La megaminería representa para ellxs un avance de las fuerzas productivas, y oponerse a ello es oponerse al progreso material y por lo tanto al comunismo. La solución, para estos marxistas, es una megaminería efectivamente controlada por el Estado. Obviamente, el Estado obrero, gobernado por ellxs. Esto nos permite vislumbrar que su concepción del socialismo es poner al capitalismo bajo control obrero (o más bien, del Partido).

[iii] Ante el posible desbande de las policías y los ejércitos por el hundimiento de los Estados, no es descartable la posibilidad de la asociación alevosa de capitalistas con pandillas criminales, señores de la guerra, o narcos reconvertidos en nuevos señores feudales.

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